La última palabra (por ahora) sobre Bécquer

La Fundación Lara publica una edición de ‘Rimas y leyendas’ con toda la información actualizada y que reivindica la faceta periodística del poeta sevillano

20 mar 2015 / 22:09 h - Actualizado: 23 mar 2015 / 23:35 h.
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  • Exposición organizada en Sevilla en homenaje a Bécquer. / Estefanía González
    Exposición organizada en Sevilla en homenaje a Bécquer. / Estefanía González

Uno de los grandes peligros que corren un escritor como Gustavo Adolfo Bécquer y su obra es que se los dé por sabidos, que queden reducidos a su cliché. Para evitarlo, la Fundación Lara acaba de publicar en su colección Clásicos Andaluces una nueva edición de Rimas, leyendas y relatos orientales que podría calificarse de definitiva si ese adjetivo no fuera, como admiten los estudiosos María del Pilar Palomo y Jesús Rubio Jiménez, poco más que un atrevimiento.

«Un alto en el camino, donde toda la aportación de los estudios becquerianos quede recogida junto con las líneas maestras para las próximas décadas», así define esta edición el director de la colección, José Lara. Por su parte, el profesor Rubio, encargado del aparato biográfico de la obra, destaca que «era necesario volver a contar la vida de Bécquer sin dejarse llevar por su leyenda, su visión idealizada, volviendo a sus documentos, tanto administrativos como personales. Los primeros permiten reconstruir su imagen pública, sus cartas, aunque sean pocas, su intimidad».

Uno de los aspectos que Rubio se obstina en reivindicar es el perfil del Bécquer escritor de periódicos, el medio donde fue publicando no solo su producción literaria: «Fue desde redactor de sueltos hasta ideólogo de una publicación como La ilustración de Madrid. El problema es que la noción de firma no existe en la época con la claridad de hoy, por eso es difícil determinar qué textos son suyos y cuáles no. Ha habido muchas atribuciones erróneas, incluso una rima que Iglesias Figueroa le escribe a su mujer y se coló de rondón en obras completas y antologías. Nuestra labor es decir hasta aquí sabemos, y a partir de aquí empieza el apócrifo, la tergiversación...».

Para María del Pilar Palomo, tal vez la máxima autoridad viva sobre la figura del sevillano, «el Bécquer periodista está pendiente de una gran monografía. Es un comentarista político asombroso, capaz de contar la Guerra del Pacífico o la Guerra Franco-prusiana, y al mismo tiempo en un artículo concluye diciendo: ‘me permito dar una noticia importante, en el Retiro han florecido las primeras lilas’».

Por otro lado, Palomo cree que «sin el Bécquer romántico, idealizado, el escritor no habría llegado al gran público». Sin embargo, cree que los lugares comunes y las tergiversaciones han lastrado al personaje. «Hacía falta presentar a este Bécquer nuevo. Se trata indudablemente del poeta más popular, la gente se sabe sus rimas como se sabe fragmentos del Tenorio de Zorrilla. Pero no es solo el poeta del amor», asevera la experta.

«Sus rimas son una metapoesía que lo coloca en la línea de un Baudelaire, de un Mallarmé, de un Rimbaud», prosigue Palomo. «Es el poeta que dice: ‘Yo cuando pienso, no escribo’. Entiende que la poesía es una cuestión de palabras, y el poema un acto de lucidez».Entre los muchos tópicos que los estudiosos tratan de desterrar, se encuentra la identificación de las posibles musas de carne y hueso que inspiraron a Gustavo Adolfo

Bécquer. «La amada nunca llega a cumplirse, para él no puede llegar a ser nunca una posesión», subraya Palomo. «Es imposible que se consume porque la amada es la poesía, y el amante es el poeta, que no puede domar el difícil y rebelde idioma. La poesía es la belleza del mundo, es el sueño, ‘eres tú’, y la palabra es incapaz de apresar todo eso. Por eso Bécquer se pasó media vida corrigiendo», añade.

En este sentido, Palomo defiende que todas las rimas metapoéticas «son la búsqueda de un imposible, y eso es moderno, lo aleja del cliché romántico», dice. También cree que es hora de despejar un poco la obra del sevillano «de nieblas nórdicas». «La idea de luz es en él más poderosa que la de las sombras. El sueño, las visiones oníricas, son para Bécquer un acicate de conocimiento, es algo que se une al pensamiento».

Asimismo, ambos especialistas cuestionan el orden en que han sido presentados a menudo los textos becquerianos, al margen del manuscrito de El libro de los gorriones que el propio autor legó. «Los amigos de Bécquer quisieron hacer un libro petrarquista y le dieron un orden cronológico: amor, desengaño, tristeza. Así parece una biografía amorosa, y no es así», afirma Palomo.

Ha sido necesario cotejar manuscritos y variantes para llegar a esta edición –insistimos, casi definitiva– e incluso para llegar a la conclusión de que «algunas correcciones de Bécquer empeoran la versión original, y en algunos casos es imposible saber cuál es anterior, ya que las tintas se han confundido». La última palabra, de momento.