La universidad fenicia del Carambolo

Una ponencia subraya el papel de los templos como centros de I+D+i y sabiduría

29 abr 2015 / 10:00 h - Actualizado: 29 abr 2015 / 10:17 h.
"Arqueología"
  • José Luis Escacena ayer en el Museo Arqueológico, donde se celebra el seminario ‘Trabajo sagrado’. / José Luis Montero
    José Luis Escacena ayer en el Museo Arqueológico, donde se celebra el seminario ‘Trabajo sagrado’. / José Luis Montero
  • Detalle del altar primitivo del Carambolo. / El Correo
    Detalle del altar primitivo del Carambolo. / El Correo

¿Por qué un historiador asocia el concepto de I+D+i a un templo fenicio en Tartessos allá entre los siglos IX y VI antes de Cristo, como fue el caso del Carambolo? Pues evidentemente para llamar la atención de los asistentes, ayer y hoy, al I Seminario del Museo Arqueológico de Sevilla, bautizado como Trabajo sagrado. Bueno, eso y argumentar la cuestión como hizo ayer José Luis Escacena, profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, que explica que estos templos fueron los principales centros de sabiduría de la época. La universidad de entonces, como quien dice, o el principal centro de investigación, tal y como desarrolló en su ponencia I+D+i en los templos fenicios de Tartessos.

«En templos como el del Carambolo se investigaba en astronomía, y eso tenía luego aplicaciones en la vida cotidiana», como en esa navegación que tan bien controlaban los fenicios. Lo cierto es que decimos astronomía pero no era tal, en realidad «estudiaban teología, pero como los dioses eran los astros», resulta que al analizar el comportamiento divino estaban aprendiendo cómo se movía la bóveda celeste, de ahí la precisión de sus calendarios.

Además de la gallina, el hábito de contar por docenas los huevos, el olivo doméstico y algunas variedades de leguminosas, que no es poco, los fenicios trajeron consigo los conocimientos del mundo mesopotámico y egipcio. Y además de astronomía, en sus templos se estudiaba astrología, con un concepto muy alejado del que ahora entendemos y que asociamos con los echadores de cartas que colonizan los canales de televisión a horas intempestivas. Aquí volvemos a la misma idea: «Estudiaban la influencia de los astros en la vida humana», pero partiendo de que dichos astros eran dioses.

José Luis Escacena aprovecha la ocasión para, por un lado, felicitar al Museo Arqueológico por una iniciativa como la de este seminario, y por otro para romper una lanza por los fenicios. «Nosotros somos los fenicios, somos descendientes tanto de ellos como de los tartessios», aunque luego la mitología popular (muy apoyada por una oficialidad a la que le gustaban unos ancestros más raciales, más de aquí) se quedara con los aborígenes de Tartessos y elevó su cultura al rango de poderosísimo imperio. Aquello hoy está superado y, al César lo que es del César, a los fenicios se les reconoce hasta la paternidad del Tesoro del Carambolo.

«Los templos eran como las universidades», abunda Escacena, y aunque el del Carambolo era el principal, ahí estaban también los de Coria del Río, Carmona o Marchena, y el también muy importante de Melkar en Cádiz, «donde hasta época romana se investigó sobre las mareas». Un fenómeno, por cierto, que los fenicios se toparon al superar el Mediterráneo y asomarse al Atlántico. «Eso les supuso trasladarse a un ecosistema distinto, así que o investigaban o no se adaptaban». Y claro, hicieron lo primero.

Eso en Cádiz, pero fue en el cerro del Carambolo, en lo que hoy es Camas, donde se erigió «el templo más grande y rico del mundo fenicio. Allí debió de existir una concentración importante de sabiduría y conocimiento», aunque con una restricción: «la entrada estaba prohibida, o al menos poco aconsejada, a los no fenicios». ¿Y eso? Pues por algo tan antiguo como que los demás no se enteren (y no puedan aprovecharse) de lo descubierto, preservar la patente, cerrazón que duraba un tiempo porque «espías científicos y tecnológicos han existido toda la Historia».

De todos modos, la cosa no acabó bien. Tras una coexistencia de tres siglos con los tartessios en la que los fenicios llevaron la voz cantante, en el siglo VI antes de Cristo «la población no fenicia logró darle la vuelta a la tortilla y expulsó a los fenicios», un «proceso violento» como atestigua, por ejemplo, que el Tesoro del Carambolo se enterrase para protegerlo. Y ahí se acabó el inventar por estos lares...