Cine

Las democracias plenas al descubierto: degradadas, líquidas y carentes de valores

Hood logra conjugar con soltura y tensión el drama personal y familiar, la investigación periodística y las obligaciones establecidas –que se pueden cambiar- de un Estado de Derecho

27 oct 2019 / 13:03 h - Actualizado: 27 oct 2019 / 13:08 h.
"Cine"
  • Las democracias plenas al descubierto: degradadas, líquidas y carentes de valores

Secretos de Estado ***

Reino Unido 2019 112 min.

Dirección Gavin Hood Intérpretes Keira Knightley, Ralph Fiennes, Metthew Goode, Indira Varma, Dave Simon.

Thriller

El director sudafricano Gavin Hood ha sabido labrarse el camino en la industria estadounidense con superproducciones como X-Men: orígenes Lobezno (2009) y El Juego de Ender (2013), pero donde realmente se siente cómodo es realizando thrillers políticos en los que denuncia la soberbia y la mezquindad de Estados Unidos y Reino Unido a la hora de provocar conflictos y guerras en el resto del planeta, paradójicamente dos de las democracias consideradas plenas del mundo, Expediente Anwar(2007) y Espías desde el cielo (2015) dejan constancia de ello.

En marzo del año 2003 los presidentes de EEUU (George W. Bush), Reino Unido (Tony Blair) y España (José María Aznar), reunidos en el archipiélago de las Azores, se presentan al mundo como la última oportunidad diplomática para evitar la guerra en Irak. Allí lanzan un ultimátum de 24 horas bajo amenaza de declaración de guerra al régimen del presidente Sadam Husein. Argumentan la supuesta existencia de armas químicas por parte del dictador. Armas que no aparecieron nunca. El ultimátum, en cualquier caso, desembocó finalmente en la invasión de Irak por una coalición internacional sin contar con el respaldo explícito de la ONU. Resultado, miles de muertos en los dos bandos y un país –muy lejano- destruido. Han pasado diecisiete años y aún seguimos a la espera del arrepentimiento público de los ex mandatarios. Estos países deben establecer mecanismos para que por este tipo de hechos se rindan cuentas, e incluir iniciativas legislativas que tipifiquen penalmente estas decisiones. Las democracias para considerarse plenas deben exigir responsabilidades a sus políticos, porque hechos como engañar y mentir provocando daño, destrucción y muerte no deberían quedar impunes. Esta forma de funcionar lo único que consigue es degradarlas.

Secretos de Estado escarba sobre unos hechos reales que provocaron tan lamentable guerra. Concretamente se centra en la figura de una mujer de a pie, Katharine Gun, en sus convicciones respecto a la guerra, los conflictos de su vida personal y familiar, la ceguera de la prensa y los desatinos y manipulaciones del gobierno del Sr. Tony Blair. Ella, traductora al servicio del gobierno británico, es acusada de violar la Ley de Secretos Oficiales por filtrar a la prensa un e-mail donde se animaba desde Estados Unidos a espiar a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Hood logra conjugar con soltura y tensión el drama personal y familiar, la investigación periodística y las obligaciones establecidas –que se pueden cambiar- de un Estado de Derecho. Todo fluye y progresa gracias a la solidez narrativa del discurso y a la ajustada interpretación de sus protagonistas, Keira Knightley y Ralph Fiennes. Urde muy bien, con ajustada tensión y equilibrio, los dilemas morales que cuestionan los valores personales frente a los patrióticos, el papel de los medios de comunicación, tal y como siguen siendo ahora, acríticos y voceros del poder, y concluye, abriendo un debate sobre el valor de la política de un estado democrático, de como la envilecen quienes la ejercen y sobre todo, de quienes la dirigen.