Sin conocer a este joven grupo y a la vista del programa, nada hacía presagiar lo que habríamos de encontrar. Se trataba en principio de demostrar la influencia que la música popular tuvo en los compositores de la península ibérica a lo largo de cuatro siglos, así como la que debió ejercer ese camino de ida y vuelta que experimentaron quienes viajaron por Europa y cómo influyeron también en otros maestros europeos de la época. Pero la sustitución del violonchelista Alejandro Saúl Martínez por el veterano Andreas Prittwitz, éste sí bien conocido de la afición sevillana, nos puso ante la pista. Ya no podía ser un concierto convencional y didáctico, tenía que ofrecer alguna que otra sorpresa, al fin y al cabo el músico alemán afincado en nuestra tierra se caracteriza por su afición a la fusión, y así lo hemos visto afrontar programas en los que la música clásica y barroca se mezcla con el jazz o el flamenco. Todo lo cual nos hizo pensar en una posible traducción del enigmático nombre del grupo, Wave in Tempo, como Onda en el tiempo, algo así como influencias de otros tiempos con un toque actual.

Con solo veintitrés años cada uno y una, Miriam Hontana e Ismael Campanero, aparentemente desde el rigor que caracteriza tocar instrumentos de época según parámetros más o menos ortodoxos, se valieron de la experiencia de Prittwitz para insuflar este recorrido por la música hecha en nuestro país, bajo un título prestado de Albéniz, de un aspecto moderno y desenfadado que no convenció a todos pero supo conectar con un público agradecido y proclive a dejarse arrastrar por propuestas curiosas y hasta cierto punto novedosas. La exhibición comenzó con cierto aire vanguardista, afrontando las Folías de Rodrigo Martínez del Cancionero de Palacio, ya ofrecida la noche anterior en su versión más ortodoxa por Axabeba, con arranques new age, cuerda suspendida, disonancias puntuales e incursiones del saxo alto con mimbres jazzísticos. A partir de aquí el concierto consistió en todo momento en glosar cada pieza con estéticas de nuestra época, aplicando unas muy particulares diferencias o variaciones a las obras seleccionadas.

No ayudó mucho el sonido áspero y seco, a menudo estridente del violín, cuya intérprete pasó algún que otro apuro con el viento reinante y el vuelo de las partituras. La cuerda de tripa y cierta falta de dominio técnico que ya tendrá oportunidad de superar dada su temprana edad, maridaron mal con el virtuosismo imperante en el Capricho vasco de Sarasate, que como el resto del programa se centra en una danza típicamente ibérica, en este caso el zorcico. La aportación de Hontana estuvo amortiguada por el acompañamiento y ocasional protagonismo de las otras voces, con Campanero utilizando el violone a modo de contrabajo jazzístico, más punteado que rasgado, y Prittwitz entregándose a vertiginosas ornamentaciones como si de una montaña rusa se tratara. Poco quedó de la emotividad y delicada expresividad de la pieza. Marizápalos, españoletas, recercadas en las que el saxofonista tuvo que emplearse a fondo para disimular los apuntados apuros de Hontana con el viento, jácaras, pasacalles y una generosa Folía según gramática de Vivaldi, contribuyeron a dar atractivo popular a un concierto casi experimental que no llegó a ser suficientemente atrevido ni tuvo intención de ser riguroso, simplemente se quedó en un limbo a medio camino, el justo para que un público encantado demandase propina en forma de Baile del Vito, que músicos, especialmente ella, entonaron con entrañable desparpajo. Están buscando su voz y confiamos en que la encontrarán, juventud y entusiasmo no les falta, y eso es maravilloso.

WAVE IN TEMPO **

XXI Noches en los Jardines del Alcázar. Wave in Tempo : Miriam Hontana, violín barroco. Ismael Campanero, violone. Andreas Prittiwitz, saxo alto, clarinete, flautas. Programa: Suite Iberia (obras del Cancionero Musical de Palacio, Diego Ortiz, Girolamo Kapsberger, Antonio Vivaldi, Domenico Scarlatti, José de Nebra, Antonio Soler y Pablo Sarasate). Jueves 6 de agosto de 2020