Manual de la buena esposa: buenas intenciones, poco más.

07 ene 2021 / 16:25 h - Actualizado: 07 ene 2021 / 16:27 h.
"Críticas"
  • Manual de la buena esposa: buenas intenciones, poco más.

El ensalzar la figura de la mujer como madre y esposa ha sido, hasta el resurgimiento del movimiento feminista a finales de los años sesenta del siglo pasado, el ideario del patriarcado. Hasta ese momento a las mujeres se las vinculó con sus deberes conyugales, a la maternidad y las tareas del hogar.

Con la llegada del dictador Franco se instauró en España una ideología nacional católica en la cual, la mujer se percibía como un ser inferior al hombre, tanto espiritual como intelectualmente. Esta, refleja y asume los ideales de la Sección Femenina creada en 1934 y en la que se señalaba que “el fin esencial de la mujer, en su función humana, es servir de perfecto complemento al hombre, formando con él, individual o colectivamente, una perfecta unidad social”. Estas formas de construir la masculinidad y la feminidad han sido altamente tóxicas. Desaparecido el tirano y después de más de cuarenta años de democracia, seguimos padeciendo sus nefastas consecuencias. El feminismo como corriente política e ideológica tardó en llegar a este país, y una vez aquí, lo ha hecho con todas las de la Ley. Es natural que cavernícolas, nostálgicos y cipotones reaccionarios de calibres diversos, vociferen y pataleen. No les gusta compartir, prefieren privilegios, tampoco les interesa saber lo que realmente significa la palabra igualdad. Lo hacen desde sus puestos de poder, en la Universidad, en sus artículos de prensa, en sus programas de radio o en escritos en blogs supuestamente elitistas y de izquierdas.

El realizador francés Martin Provost, empezó su carrera trabajando con Carmen Maura en Tortilla y cinéma (1997). Más tarde se ha especializado en películas que han logrado dar a conocer a grandes mujeres silenciadas por la historia, caso de la pintora Séraphine de Senlis en Séraphine (2008), o la escritora Violette Leduc, en Violette (2013).

Para su último trabajo, esta Manual de la buena esposa, se traslada a la Francia rural previa a mayo del año 1968. En ella, nos narra las vivencias de tres mujeres que regentan una escuela para muchachas y en la que se les enseña los siete pilares para ser una buena esposa.

La película es un tramposo y desangelado relato de cómo se cultivaba el -auténtico- espíritu femenino en las escuelas rurales del momento. En una época en la que la mujer era poco más que una criada, un objeto sexual, una máquina diseñada para parir, sumisa y siempre al servicio del varón. Nada que no esté establecido en los cánones del patriarcado.

Nos engaña al dedicar la mayor parte de su metraje a edulcorar con la utilización de una estética colorista y luminosa, la fórmula de una educación dirigida, estricta, nada edificante y castradora, o cuando solo acude al amor romántico para liberar a la protagonista del yugo de la opresión. Únicamente las cuatro secuencias protagonizadas por las jóvenes rezuman algo de autenticidad, el resto es farfolla.

A la película se le notan demasiado las buenas intenciones, es un ingenuo y vistoso intento para hablar de las problemáticas de la mujer en los albores del feminismo. Tendrá su público, hasta los cipotones la aplaudirían, si no fuera por la coda final. Pero cuidado, que esos diez minutos reivindicativos antes de la conclusión, y una canción reclamando igualdad, no pueden derribar los pilares machistas construidos tras veinte años de duro trabajo. ¿Cierto Juliette?

Manual de la buena esposa *

Francia, Bélgica 2020 98 min.

Dirección Martin Provost Intérpretes Juliette Binoche, Yolande Moreau, Noémie Lvovsky, Édouard Baer, François Berléand, Marie Zabukovec.

Comedia