La comparación entre el hecho de tejer y la vida, es algo habitual para todos los seres humanos y aún para muchos animales creadores de sus propios hábitats. La diferencia está -aparte de la decoración específica que puedan hacer entre otras cosas para su cortejo- en que estos no tienen hasta donde sabemos, intencionalidad artística alguna, aunque algunas aves por ejemplo son unos artistas extraordinarios. En cualquier caso crear y tejer están íntimamente relacionados con esa otra ente inmaterial que es el tiempo, como si cada pincelada, puntada, palabra o nota musical, fueran secuencias equiparables a los segundos, minutos, horas,...que tarda en hacerse no sólo cada obra, sino el proceso vital de sus autores.
En realidad no sólo los artistas son los creadores-tejedores, pues aquí como en todo no hay diferencias, pues no será lo mismo tejer el tiempo para los Notarios, Registradores de la Propiedad, Banqueros, “diamanteros” o Grandes Empresarios, que parecen más rentables que lo que lo hacen los pensadores, poetas, escritores,...y aquellos que trabajan con las fibras vegetales y animales, pero aunque no lo pretendan, ellos también tejen tiempo.
Isla Suspendida en tierra. FOTO: Clovis Prevost.
Esta relación Arte-Tiempo igual a Vida, se ve perfectamente en las obras de Marie Rose Lortet, porque han supuesto y le supone todavía en cada obra, una improvisación y a la vez un control sobre lo que construye y las materias de las que se sirve para expresarse, una voz interior que se remonta a su infancia y por lo tanto es bastante profunda.
En cierto modo ella nació para ser una constructora y tejedora de imágenes entre reales y surreales –y por lo tanto arrearles- que estaban en su interior, como una necesidad imperiosa desde ese preciso instante en que fue secuestrada por la pieza que construía, como si esta tuviese también su propia vida.
Momento crucial en que optó por dedicarse a algo tan extraño entonces como el Arte Textil al margen de las Academias y Escuelas. Paso decisivo que Marie-Rose Lortet dio desde muy joven, cuando aprende el oficio de hilar, tejer, bordar y coser entre las mujeres de su familia y se percata que sus manos y agujas son mágicas porque van más allá del corte y la confección de las telas, de las medidas del cuerpo de los clientes, del patronaje tradicional, para continuar libre en los modelos que hacía.
“Detalle del gran tapiz: “Una tostada y eso es la guerra”. FOTO: Marta Carramolino Valle.
Esta idea de continuar hacia donde la propia vida de la prenda le dictaba, deviene de las diferentes consideraciones que se han tenido sobre el Arte Textil desde que Eva –o Adán- decidieron elaborarse un traje con las pieles de cordero o cualquiera de los animales que pululaban también libres por ese Paraíso, antes de las ideas preconcebidas. Arte que se ha revertido en la Moda (incluyendo la Alta Costura y el prêt a porter); se ha aplicado o hecho exenta en representaciones escultóricas, relivarias, muralísticas, tapiceras y arquitectónicas “per se”, lo que entenderíamos como el verdadero Arte Textil; y todo aquello que va a formar parte de la Sastrería, la Sombrerería, Zapatería, Joyería, corbatas, botones, pañuelos de cuello o bolsillo, considerando además de la estampación, las hilaturas de tejidos naturales y sintéticos, las obras que se realizan con punto, bordados, encajería o complementos en general, pues en todas estas opciones puede estar perfectamente el arte.
Marie Rose Lortet es una autora internacional y por esto, la prensa, los libros, congresos, etc. se ha encargado de ensalzar su vida y su obra, siendo la última, el precioso y preciso texto que le dedica la Comisaria de esta delicada exposición de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, y que no es otra que la directora creativa y arteterapeuta gestáltica Gabriela García Muñoz, autora también del libro “Art Brut. La pulsión de la creatividad al desnudo”.
Art Brut, outsiders, marginal, hecho por personas diferentes psíquica, fisiológica o emocionalmente hablando, una de las líneas dentro de los movimientos artísticos en el que puede encuadrarse Marie-Rose Lortet, pero en mi opinión sólo una porque su obra es de una complejidad extraordinaria y sorprendente en cada obra.
Por eso mismo, la comparativa que hacíamos entre el tiempo y el tejer la vida, en ella no existe porque cada puntada es tiempo como cada trama lo es, cada estructura de hilos y lanas, de cables y objetos inverosímiles ensambladas en sus obras bi- y tridimensionales que forman las figuras que cose, trenza, traza, imagina y construye, lo hace de la misma manera que lo vivido y lo imaginado, lo sentido por las vías racionales y sensoriales.
Escultura collage de punto, trenzados y diferentes técnicas textiles. FOTO: M.R. Lortet.
Se ha comparado el arte de tejer con el de las laboriosas arañas y sus redes atrapadoras, y si bien es cierto, con las obras de Marie-Rose Lortet también pueden hacerse semejanzas y paralelismos desde este plano zoomórfico, con las abejas constructoras de panales; las arquitectas avispas con sus celdas geométricas; las mineras hormigas y termitas con sus nidos; los grandes tejedores que son los gusanos de seda ante el capullo que los transformarán en mariposas, ...todos ellos, unidos además a los mitos de Aracne y de Penélope, lo que hasta cierto punto en ella, puede ser cierto, porque el tejer es su presente continuo y porque lo que teje son los sueños e ideas.
Tejer y destejer, en esto consiste el telar de nuestro paso por la vida, conscientemente, aplicando la voluntad en cada acto, o por el contrario de modo incontrolado, in y sub-consciente, como si la propia obra, nos dictara la nuestra.
“Cabecitas”. FOTO: Marta Carramolino Valle.
Pionera del Arte textil ahora en una Vanguardia plenamente asumida, la obra de Marie Rose Lortet es única e inclasificable, con un estilo propio en el que ensambla encajes, objetos, formas, volúmenes, superficies que se expanden en abstracciones y figuraciones, ecos de la casa de sus padres y de la suya propia con su marido, el escultor Jacques Lortet y sus hijos -entre ellos el no menos extraordinario artista y escultor Aurelien Lortet- quien me fue ara mostrando las obras de su madre con paciencia de entomólogo. Él también es un insecto, en este caso recolector y manufacturero, y aunque existe un abismo entre sus obras y las mías, también me considero como ellos, una pequeña parte de los artrópodos, de los crustáceos, de las urracas, de todas las aves que organizan unos nidos extraordinarios que para ellos son el summun del arte y del paroxismo, todos los animales, vegetales y minerales con los que hacemos nuestras obras y de los que estamos hechos, porque el artista –esta clase de artista- será siempre un Diógenes que no desperdiciará ningún objeto con tal de integrarlo en sus creaciones, como han hecho en sus respectivos ámbitos Marie Rose y Aurelien Lortet. Un regalo para todos los que han tenido la suerte de conocerlos y conocer sus obras.
Hilaturas tejidas y ensambladas con encajes. FOTO: Clovis Prevost.
Se me quedan muchas palabras sobre Marie Rose –y tiempo habrá de hacerlo de Aurelien- por eso, esto no se acaba aquí, sino como sus tapices, casas de aire, cuadros de hilos, formas abstractas, animales fantásticos y el mundo de fantasía que tienen, volveré a ellos, a sus mallas y redes, sus trampas para captar a quien se acerque a la calle Laraña, 3, donde hasta el 23 de mayo estarán expuestas sus tapices colgantes, sus cabezas de jíbaros expresionistas, sus animales antropomórficos, o sus hombres elefantes/mujeres mariposas, sus hilos para salir del Laberinto de Minos: el verdadero atractor o atrapador de los artistas.