Más Postnikova, por favor

27 abr 2018 / 14:29 h - Actualizado: 27 abr 2018 / 14:40 h.
"Cultura"
  •  La pianista de la ROSS junto con la intérprete T. Postnikova.
    La pianista de la ROSS junto con la intérprete T. Postnikova.

«La Sinfónica entregó la versión que el director buscaba, aunque la irrupción de los metales sonó algo flácida.»

Con las modestas posibilidades económicas de la ROSS esta hace lo que puede en cuanto a la nómina de batutas invitadas. La presencia esta semana en el podio del director japonés Junichi Hirokami se saldó con un resultado más bien humilde, por más que el maestro lograra ganarse con su bonhomía la simpatía y el generoso aplauso del público. En los primeros compases de la obertura de Egmont, de Beethoven, ya atisbamos cuál iba a ser el tono. Una lectura pesante, morosa, ajena a cualquier comprensión de la interpretación histórica, buscando solamente una errónea idea de trascendencia sonora. La Sinfónica entregó la versión que el director buscaba, aunque la irrupción de los metales sonó algo flácida.

No es la primera vez que apuntamos por aquí que la pianista de la ROSS, Tatiana Postnikova es una intérprete formidable, con una capacidad que rara vez sale a relucir públicamente, y con un repertorio que abarca desde el clasicismo a la música contemporánea con idéntica implicación. En la escena y aria de concierto mozartiana Ch’io mi scordi di te?... Non temer, amato bene brilló su pianismo aterciopelado, con ejemplar uso de los apagadores del instrumento, y un elegante empleo del rubato. Pareció conectarnos con la estética de la ilustre Maria Joao Pires, siempre puliendo la partitura en busca del preciosismo. Berna Perles, como soprano, concertó bien con Postnikova, pero su turno de lucimiento llegaría después con Ah, pérfido!... Per pietà, non dirmi addio, de Beethoven. Aquí la cantante se mostró rotunda y pudo lucir una voz que corrió bien a lo largo de todo el registro imprimiendo a su lectura una bravura no exenta de inflexiones y afectos.

Si en las páginas vocales, Hirokami se limitó a concertar sin una personalidad marcada, su sello regresó con la Sinfonía nº40 de Mozart, a la que barnizó con un vigor en los tiempo extremos más palpitante del que vaticinábamos tras lo escuchado hasta ahora. Con todo, fue una versión estrictamente escolástica la suya en la que las únicas excentricidades vinieron de su singular forma de dirigir. Como en todo el concierto, la ROSS, que devolvió al maestro el mismo cariño otorgado por el público, le siguió en sus demandas con pulcritud.

Teatro de la Maestranza. 26 de abril. Programa: Obras de Mozart y Beethoven. Intérpretes: B. Perles, soprano. T. Postnikova, piano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. J. Hirokami, director. 12º Concierto de abono.

Calificación: ***