Miedo y realidad de los vampiros

20 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 19 jul 2021 / 12:50 h.
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Vampiros en la Historia

La reciente exposición en Sevilla, en CaixaForum, sobre el mito del vampiro, pone de relevancia las creencias en los no-muertos y la especial fascinación que siempre han despertado. El cine, la literatura, ha potenciado mucho esta imagen que no se ajusta a la realidad pero que, de alguna forma, está enraizada en culturas y creencias de otros tiempos.

Vampiros

Los vampiros son aquellas criaturas que tienen como alimento la sangre de los seres vivos para su subsistencia. En el folclore y leyendas de diferentes países el vampiro es encarnado por un no-muerto cuyos hábitos son nocturnos y suele depredar a las personas. En culturas como las orientales o las americanas suele encarnarlo una entidad demoniaca que castiga al ser humano.

El vampiro suele tener su patria en Europa Oriental, quizás por la historia –para unos gloriosa y para otras propia de un psicokiller- de Vlad Dracul (el llamado “Conde Drácula”), y es identificado como un no-muerto, un cadáver viviente, un chupador de sangre.

Sobre el vampiro se han tejido muchos mitos, quizás el más interesante es el que tiene que ver con el miedo y la sangre que tiene toda una compleja simbología, así la sangre sería el motor de su vida diaria, su “alimento” pero también el camino que lleva al alma. El miedo es el pavor que provoca la depredación, enfermedad, muerte o convertirse en un no muerto, en el dolor y por último en ser un vampiro. La parte más atávica vendría en que el no-muerto es un ser inmortal, ha vencido a la muerte aunque para ello tenga que matar o convertir en vampiros a otros seres humanos.

El mito del vampiro sigue estando muy presente en las culturas, sobre todo en Europa. Durante el medievo ya había tradiciones que nos hablaban de ellos; en el siglo XVII era un recurso habitual ante las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente; en el Renacimiento también se daba este miedo y no son pocos los cadáveres hallados con algunos “remedios” anti vampiros.

Fue el escritor Bram Stoker quién más popularizaría este tema con su novela “Drácula” en 1897.

Jure Grando el vampiro

Seguramente ha visto, en alguna ocasión, alguna película de vampiros, de los no-muerto, creyendo que esto es más parte de la imaginación y de la ficción que de la realidad, y puede que tenga hasta razón; el problema es que en la Historia de la Humanidad hay ejemplos que nos pueden llevar a dudar.

El mito de los no-muertos no es una invención de Bram Stoker y su famoso “Drácula”, ya en viejas tradiciones sumerias y mesopotámicas se habla de los vampiros y de su atracción por la sangre, por el fluido vital humano.

Uno de esos terroríficos ejemplos lo tenemos en el llamado “vampiro de Kringa”, el no muerto, aquel que sembró el pánico en una población en la región de Istria, en Croacia, en la zona de los Balcanes. Vivió como un mortal hasta el momento después de su muerte, fue un humilde campesino llamo Jure Grando y su historia iba a ser temida en toda la comarca.

Se recogen los hechos en los archivos posteriores a su muerte en el año 1656. Falleció como consecuencia de una enfermedad para volver a renacer como un štrigon, una estrige, un no-muerto que estuvo amedrentando a todos los lugareños durante dieciséis largos años.

Jure Grando se aparecía a los que fueron sus vecinos, los asaltaba, visitaba a su familia para violar a su viuda, asustaba a los niños asomándose a sus ventanas por la noche, la situación era insostenible y el consejo del pueblo se reunió para poner fin a todo aquello. Se organizaron cazas al vampiro y todo resultó infructuoso hasta una noche.

Dieron con Jure Grando y lejos de clavarle una estaca de madera en el corazón, como indican los “manuales anti-vampiro”, decidieron decapitarlo, le cortaron la cabeza y, posteriormente, hicieron un ritual de exorcismo.

En lo que se considera casos de vampiros el Jure Grando tiene una gran importancia por ser uno de los primeros documentados de la Historia y saber, con certeza de su realidad independientemente de a que naturaleza obedecía (igual fue una persona dada por muerta que en un estado de catalepsia revivió y se volvió loca). Sobre lo ocurrido poco más podemos saber salvo de lo espectacular de su caso.

Petar Blagojevich el vampiro de Serbia

Si se habla de vampiros es inexcusable viajar, aunque sólo sea imaginariamente, a la Europa del Este, a Rumanía o Bulgaria, tierras de misterio y de leyendas eternas.

Una de esas historias singulares que nos habla de no-muertos es la de Petar Blagojevic, quizás el caso de vampirismo mejor documentado del siglo XVIII. Petar vivía cerca de Kisilova, en Serbia (parte de la antigua Yugoslavia). La época que le tocó vivir no fue sencilla, un mundo complejo donde en el que la muerte rondaba a cualquier persona, en forma de guerra o epidemia mortal.

Petar Blagojevich revivió tras morir y comenzó a hostigar a sus vecinos. Producto de todo ello asesinó a nueve de ellos en un periodo de una semana, todos fueron encontrados en sus hogares, en el lecho, en l acama, con restos de sangre y la garganta abierta...

El pueblo estalló en cólera, en ira, pero también en temor. Se avisó a la autoridad local que tomó acciones buscando al Petar Blagojevich, no lo encontraron vivo pero sí a su cuerpo que fue exhumado de la tumba. Al abrir el ataúd se encontró incorrupto, fresco, señal inequívoca -decían- de ser un vampiro, así lo dejaron escrito en los documentos de la época.

Se decidió matar al vampiro empalando su cuerpo y, posteriormente, quemándolo. Cuando llegó a oídos del gobierno no se decidió ninguna medida de represalia contra los habitantes de esta localidad debido a lo grave del asunto.