El teatro Lope de Vega acoge esta semana el estreno absoluto de ‘Un hombre de paso’, que supone la vuelta a los escenarios de Antonio de la Torre y el estreno en las lides de la dirección teatral del cineasta Manuel Martín Cuenca.
La obra gira en torno al lamentable papel que jugaron las potencias occidentales respecto a los campos de concentración nazis, a los que se negaron a ver como campos de exterminio. Para ello, la dramaturgia de Felipe Vega se conforma como una entrevista que tiene como protagonista al suizo Maurice Rossel, delegado en Berlín de la Cruz Roja, quien se coló en el campo de Auschwitz y elaboró un informe sobre el Gueto de Theresienstad, al que los nazis describían como una ciudad balneario para los judíos más pudientes. Pero, en realidad, era un campo de exterminio más. El día que Rossel lo visitó los nazis le mostraron una imagen que difería mucho de la realidad y el suizo se creyó la falsa de tal manera, que elaboró un informe de lo más positivo.
Antonio de la Torre encarna a Maurice Rossel, quien deberá contestar a las preguntas de una periodista, representada por María Morales, junto a la presencia de otro testigo excepcional, Primo Levi.
Desde luego, con esos mimbres cabría esperar un relato sobrecogedor, tanto por el tema como por la maestría y el talento de los intérpretes y el director. Sin embargo, incomprensiblemente la obra no tiene tensión dramática y en ningún momento llega a emocionarnos. La historia, más que denunciar los horrores del exterminio, se centra en acorralar al protagonista para que acabe reconociendo que el encargo de la Cruz Roja no fue más que un paripé y que se dejó engañar por los nazis. Algo que podría desencadenar un auténtico conflicto moral, pero justo cuando parecía que el personaje comenzaba a sentirse acorralado, se despide de la periodista y se va sin más por donde ha venido. Lo mismo que Primo Levi, que decide irse prácticamente al comienzo de la obra, cuando las declaraciones de Rossel todavía no habían pasado de una mera descripción de cómo se coló en el campo de Auschwitz.. Aunque eso sí, Primo Levi reaparece al final para despertar nuestras conciencias, y para ello no duda en romper la cuarta pared con un monólogo que, aunque bien interpretado por Juan Carlos Villanueva, está metido con calzador.
Por otra parte la puesta en escena de Manuel Martín Cuenca carece de acciones, y en su empeño por dotar al relato de un carácter intimista, lleva a los intérpretes a una actuación tan estática y contenida, que resulta plana y fría. Por no hablar de que el sonido era tan bajo que apenas se les oía, sobre todo a Antonio de la Torre, que parecía estar interpretando más para una cámara cercana que para un auditorio teatral. Menos mal que, al menos, no abusa de la duración. La obra es incluso más corta de lo que indica el programa de mano.
La ficha
Título: Un hombre de paso
Lugar: Teatro Lope de Vega, 27 de enero
Dramaturgia: Felipe Vega
Dirección: Manuel Martín Cuenca
Iluminación: Juanjo Lloren
Intérpretes: Antonio de la Torre, María Morales y Juan Carlos Villanueva
Calificación: 2 estrellas