New York City Ballet o el mundo entero dentro el escenario

El New York City Ballet ha dejado en el Teatro Real de Madrid una marca que perdurará durante bastante tiempo. La danza como forma de expresión ancestral y moderna es la herramienta que nos ofrecen para entender una realidad que se explica con coreografías entre bellas y demoledoras

25 mar 2023 / 17:45 h - Actualizado: 25 mar 2023 / 20:50 h.
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  • El New York City Ballet durante un momento de ‘Serenade’. / Javier del Real
    El New York City Ballet durante un momento de ‘Serenade’. / Javier del Real

Hay espectáculos que gustan, otros que dejan indiferente, algunos que se recuerdan un tiempo y otros que se olvidan un minuto después de acabar... y los hay que conmocionan, que se graban en la retina del que mira y en su consciencia. Hay espectáculos que te obligan a reflexionar sobre lo que es el ser humano gracias al arte (son pocos aunque existen) y uno de ellos es el que se puede disfrutar, hasta el próximo día 26, en el Teatro Real de Madrid.

El New York City Ballet ha llegado a Madrid, por primera vez, para dinamitar los gustos de los aficionados a la danza. Si alguno pensaba que la danza moderna es incomprensible o prescindible ya está pensando otra cosa; si alguno pensaba que la danza clásica es algo edulcorado y anacrónico ya estará intentando descubrir cómo ha estado tan ciego todo este tiempo. El espectáculo del New York City Ballet ya es el acontecimiento del año en cuanto a danza se refiere.

Se presentan tres piezas. La primera, ‘Serenade’ (música de Chaikovski, ‘Serenade for Strings’, y coreografía del mítico George Balanchine, cofundador de la compañía) es famosísima y un referente de la danza del siglo XX. Es uno de los buques insignia del New York City Ballet. Los bailarines, haciendo un despliegue técnico monumental y un esfuerzo físico sorprendente, buscan las simetrías perfectas en la caja escénica y tratan de dibujar figuras que crean un clima perfecto. Todo en esta coreografía se empareja como si un matemático estuviera echando un vistazo al infinito. El nivel técnico de Miriam Miller es espléndido y su danza abruma por bella y rotunda. La música sonó en el foso con los tempos ajustados y la precisión necesaria. Los matices y la resonancia chispeante que envolvió a los bailarines llegaban desde la batuta de Clotilde Otranto y los instrumentos de la Orquesta Titular del Teatro Real. Por cierto, se produce una variación en la partitura original de Chaikovski para para terminar con un tono melancólico.

New York City Ballet o el mundo entero dentro el escenario
Megan Fairchild y Anthony Huxley en ‘Square Dance’. / Javier del Real

La segunda pieza, ‘Square Dance’, es la más discreta de las tres piezas aunque los bailarines principales dan una lección de danza. Perfectos de técnica y entregados a una expresividad corporal imponente. Se mezclan en esta coreografía, también obra de Balanchine, clasicismo y música popular. Andrews Sill mostró enorme delicadeza al dirigir a la Orquesta Titular del Teatro Real.

New York City Ballet o el mundo entero dentro el escenario
Tiler Peck y Roman Mejia durante un momento de ‘The Times Are Racing’. / Javier del Real

Para rematar, una pieza inmensa, poderosa, llena de una fuerza arrasadora, ‘The Times Are Racing’. La música de Dan Deacon convierten el escenario en un cuadro callejero en el que la más ancestral de las artes, la danza, se apodera de todo y perfila un universo que solo se puede explicar de este modo. Pura poesía. Los bailarines muy, muy, bien. La danza moderna más urbana explota y deja perdido todos los rincones de talento. El vestuario de Humberto Leon forma parte de un espectáculo que resulta irresistible para cualquier aficionado. Y la narrativa de la coreografía de Justin Peck envuelve e invita a mirar con asombro. Destacan Tiler Peck y Roman Mejia; lo de esa chica es de otro mundo. La realidad contemplada con los ojos de la vitalidad juvenil y desde un entorno que paseamos a diario aunque no reconocemos, resulta una experiencia única.

Qué tarde de danza tan deliciosa.