«No soy pesimista, pero hay que tener valor para abrir una librería»

Javier López Yáñez deja la dirección de la Feria del Libro de Sevilla tras una década marcada por una crisis devastadora que la gente no ha aprovechado para leer

23 abr 2017 / 06:36 h - Actualizado: 23 abr 2017 / 09:01 h.
"Día internacional del libro"
  • El director de la Feria del Libro de Sevilla, Javier López Yáñez, esta semana en las oficinas de la calle Cardenal Cisneros. / Jesús Barrera
    El director de la Feria del Libro de Sevilla, Javier López Yáñez, esta semana en las oficinas de la calle Cardenal Cisneros. / Jesús Barrera

{En puertas de la última edición de la Feria del Libro bajo su batuta, Javier López Yáñez no ha perdido la esperanza. Ni en las librerías, ni en los libros por supuesto, ni en la utopía de que la mayoría de la gente acabe leyendo alguna vez, por su propio bien. Ahora podrá centrarse al cien por cien en sus tareas como director técnico de CEGAL, el gremio nacional. Donde tampoco le va a faltar trabajo.

—¿Qué dinero maneja la Feria del Libro de Sevilla en esta edición?

—Hace cinco años llegamos a un nivel de presupuesto importante, y a partir de ahí menguaron. El presupuesto con el que contamos ahora es de unos 170.000 euros. Hemos llegado a tenerlo de casi 400.000. Fue una feria que se pudo expandir hasta la Plaza de San Francisco, tener espacios de carpas, transmisiones por streaming... En los años malos, lo que hemos hecho ha sido reducir el espacio y defender mucho que las librerías y la edición local siempre tuvieran representación, y defender los espacios colectivos de actividad.

—¿Y quién lo pone?

—La mayor aportación es del Ayuntamiento, que pone 75.000 euros. Durante todos estos años llegó a bajar de manera importante y ahora estamos recuperando casi lo que ponía. Y lo que hemos acordado es que durante estos años vaya progresivamente subiendo. También participan la Consejería de Cultura, la Fundación Cajasol (que este año ha bajado un poco su aportación pero después de haber subido el año pasado de forma importante) y la Diputación, que ha aumentado en algo este año. Está la cuota de casetas. Pero no hay ni ha habido nunca patrocinio privado.

—¿Por qué?

—Es muy difícil para una librería conseguir un mecenazgo. Es muy complicado. La filosofía del mecenazgo es que empresas privadas ahorran parte de la carga de impuestos volcándola en una actividad cultural o social, pero siempre que para ellas tenga un retorno de imagen muy alto. Puede ser muy viable para el Palau de la Música o para el Maestranza, pero para una feria del libro o para la actividad de una librería es complicado. Soy más partidario de la canalización a través de apoyos públicos y de políticas públicas de apoyo al sector y al fomento del libro.

—Vaya racha hemos pasado de cierre de librerías, ¿eh?

—Sí, es verdad que hemos tenido un final de año en el que todos nos hemos preocupado. Pero si analizamos los últimos años, yo no sería muy pesimista. En Sevilla hemos tenido un efecto muy curioso: que el cierre de las librerías puede haber influido en la creación de librerías de tipo mediano independiente. Si bien tenemos el cierre de Céfiro, el de Anatma, Beta y otras, hemos tenido la apertura de la Casa Tomada, La Isla de Siltolá, Caótica... Veo un panorama que no es fácil, aunque no soy pesimista. Pero hay que tener mucho valor para lanzarse a abrir una librería.

—¿Cuántas librerías hay en Sevilla?

—Ahora mismo tenemos una veintena de librerías de importancia. Hay una novedad, y es que por fin se ha creado la Asamblea de Librerías de Sevilla. Era algo que echábamos en falta y animábamos a que se organizara para resolver los asuntos locales y participar más en las decisiones que hubiera que tomar a nivel local. Se trata de que se coordinen, se movilicen, hagan acciones conjuntas...

—Celebramos el Día del Libro y no sé si es una fecha alegre o triste...

—Yo tampoco, ja, ja. Es alegre, alegre. Porque tenemos mucha voluntad. En Sevilla tenemos un hándicap que es la coincidencia del 23 de abril con las fiestas de la ciudad. Muchos años coincide el día con la Feria de Abril. Entonces es difícil arraigar la fiesta en la ciudad. Sí te digo que en esta Asamblea de Libreros una de las primeras cosas que se han planteado es que para el año próximo hay que plantear unas acciones más coordinadas dentro de la ciudad.

—¿No te gustaría algo tipo Sant Jordi?

—Sin duda. Hace muchos años defendí la idea (lo que pasa es que nos vinieron los años de la crisis) de que ya que teníamos la Feria del Libro asentada podíamos inventar otro evento, no necesariamente en el mismo modelo. Hace muchos años, siendo librero, salimos a la Plaza del Salvador y regalábamos un clavel con la compra de un libro. Quizá la opción buena sea hacer algo en las librerías y con regalo de un clavel o asociado a otras ofertas de ocio. Hay que atraer al público a las librerías. Está bien valorar la librería como espacio cultural y potenciar el valor de las que más actividad cultural tienen. Pero también hay que valorar las librerías por el valor de los fondos. A veces valoramos que tenga una cafetería, un bar o haga actividades, y todo eso es perfecto, pero no nos olvidemos de que las librerías lo que tienen que ofrecer son unos fondos bibliográficos de calidad. Eso es lo principal, y a veces se nos olvida.

—¿Cómo va la Sevilla lectora?

—Al final, en Sevilla hay unos datos algo peores que la media, y los datos de la media son que lee solo la mitad de la población, la otra mitad no lee (es muy tremendo) y de esa mitad que lee, la mitad podemos considerarla de tipo medio, es decir, que lee tres o cuatro libros al año. No hay hábito de lectura. Lectores, habrá un 15 por ciento de la población.

—¿Y no te parece que las ferias del libro, en general, van a lo comercial en vez de aprovechar la ocasión para estimular el hábito lector y dar a conocer los mejores libros y los grandes autores?

—La Feria del Libro, como pasa también con las librerías, es un reflejo del sector. Para lo bueno y para lo malo. Es un equilibrio entre la oferta más comercial y los fondos de calidad. Nosotros sí hemos hecho acciones para evitar esto. Si no, la feria se habría convertido toda en una acción puramente comercial. En la Feria del Libro de Sevilla participan unas 70 organizaciones, desde grandes grupos hasta pequeñas y medianas editoriales. Tenemos que cumplir con la parte comercial y hacer que sea un momento de ventas para que sea un impulso para las librerías y sea una campaña que las ayude a sobrevivir, pero tenemos también la obligación de carácter cultural.

—El lema de este año es el fomento de la lectura. ¿Qué se va a hacer?

—Queremos dar un aldabonazo. Lo hacemos en este momento porque tanto el Ayuntamiento de Sevilla como el Ministerio de Cultura y espero que la Consejería de Cultura se están planteando elaborar unos planes integrales de fomento de la lectura importantes. El Ministerio lo presenta dentro de unos días, hay una comisión trabajando en el ICAS con la colaboración del sector en el sentido amplio para ver las líneas generales y queremos apoyar eso. Ahora mismo, a nivel municipal de Sevilla, está todavía en fase previa de contacto para ver qué es lo que se necesita, no solo ayudas y subvenciones, también colaboración entre librerías, bibliotecas, universidades... Realmente, o tomamos conciencia de que debe ser algo colectivo o mal asunto. Hay algo que me parece fundamental: o se dota de presupuesto el fomento real de la cultura, incluido el ámbito de la educación y lo llevamos a la escuela, o mal vamos.

—Llevas tiempo diciendo que te vas...

—Sí. Seguro. Este es el último año de Feria del Libro que hago, con toda seguridad. No quise decirlo el año pasado por respeto a la Asociación de la Feria del Libro, que es la que toma la decisión. Yo el año pasado planteé a la asociación que era difícil compatibilizar... es que llevo muchos años con la dirección de la feria, y a toda organización le sienta bien un cambio. Se me pidió continuar este año para potenciar y sacar el máximo provecho al equipo que tenemos de gestión: Verónica Durán, Nuria Lupiáñez, al equipo técnico, y fortalecer muy bien ese equipo para que cuando termine esta feria la asociación decida cuál es el modelo organizativo con el que continuará. Ahora yo doy un paso atrás y la Feria del Libro tendrá que reinventarse. Las personas que vengan detrás lo harán, seguro. Porque uno, inevitablemente, tiende a repetirse. Está bien que haya renovación.