Noa y sus músicos rayando la excelencia

La cantante israelí Noa, enardeció al público del Teatro de la Maestranza pasando con sorprendente naturalidad del jazz a la música de Johann Sebastian Bach

14 nov 2021 / 15:08 h - Actualizado: 15 nov 2021 / 08:56 h.
"Críticas"
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La cantante israelí Noa triunfó en el Teatro de la Maestranza ayer sábado con un recital que rayó la excelencia, cuyo repertorio incluye canciones a ritmo de jazz y las versión de algunas piezas musicales de Johann Sebastian Bach a las que ella puso letra en su disco ‘Letters to Bach’, cuya promoción tuvo que ser suspendida a causa de la pandemia.

Ataviada con una camisa roja, pantalón corto negro y botas altas, Noa salió al escenario tras sus músicos, el bajista Or Lubianiker, el batería Gadi Seri y el guitarrista Gil Dor, con quien, según ella misma nos contó en un momento del concierto, lleva trabajando 31 años. Y nos dedicó un saludo cantado en el que dio buena cuenta de sus facultades vocales y su capacidad para conectar con el público desde la primera nota que sale de su garganta. Algo que confirmó cuando, tras haber cantado un par de temas con aires jazzísticos, se dispuso a hablarnos en español con la ayuda de un escrito al que ella acudió en varias ocasiones a lo largo del concierto. Y aunque comenzó diciendo con una significativa onomatopeya que su español dejaba bastante que desear, lo cierto es que su dicción leyendo era casi perfecta.

Comenzó adhiriéndose a la iniciativa del Gobierno de la Junta de Andalucía de apoyar a los ciudadanos de La Palma, y acto seguido nos habló sobre su preocupación por nosotros durante el confinamiento, periodo que ella, junto a su fiel guitarrista, Gil Dor, aprovechó para hacer muchos conciertos desde casa que se retransmitieron en todo el mundo. Uno de ellos estuvo dedicado a España y tenía como objetivo recaudar fondos para ayudar al sistema hospitalario. Fue un honor para ellos, nos dijo, poder acercarse a nosotros en tiempos difíciles y mostrarnos su agradecimiento por todo el amor que han recibido aquí durante los últimos 30 años de su carrera. Y nos indicó que la canción con la que habian abierto el recital fue precisamente la primera canción que escribió para ese concierto, mientras que las otras tres forman parte del disco que grabaron durante el confinamiento, con el que han querido conectar con la libertad creativa y el alto nivel de excelencia musical del jazz, al que responde también el siguiente tema, que nos brindó en exclusiva, ya que todavía no se ha grabado. Se trata de un estándar de jazz que ella canta solo con el acompañamiento del bajo de Or Lubianiker, un músico que no dudó en calificar como “maravilloso”. Y contra todo pronóstico, nos incitó a que tomáramos fotos y vídeos y los colgáramos en las redes, “Es mi forma de ver el espectáculo a través de vuestros ojos y sentirme más cerca de vosotros”.

A partir de ahí, y tras darnos las gracias por estar allí con ella, no dejó de cautivarnos con esa voz suya, rica en matices, que es pura música. El público, totalmente entregado, mantuvo en todo momento una escucha activa y participativa, no solo aplaudiendo a rabiar entre tema y tema, sino incluso dirigiéndose a la artista directamente con piropos como “que guapa eres” o incluso, “viva la madre que te parió”. Claro que a esas alturas Noa nos había regalado un concierto repleto de buena música que rayó la excelencia, tanto por su parte como por la de sus músicos, cuyo virtuosismo se fundió con el de ella hasta llevarnos al paroxismo. Un recital abigarrado que incluyó, con suma naturalidad, composiciones como ‘You’, una canción que ella escribió como homenaje a Joaquín Sabina, quien la tradujo al español con la libertad que le caracteriza. Esa noche él no podía estar allí. Pero Noa tenía su “sombrero”, que se colocó con un gesto picarón.

También quiso homenajear a Pat Metheny, a quien definió como uno de los mayores “héroes” musicales. En 1994, nos contó, ese increíble músico les produjo un disco que les abrió las puertas del mundo, de ahí que muchas de las canciones de ese álbum sigan formando parte de su repertorio. Hacia mitad del espectáculo Noa, acompañándose ella misma con los timbales, nos cantó ‘I Don’t know’, un tema que es toda una comprometida declaración de principios, con el que puso a cantar a todo el patio de butacas. A su término dejó a sus músicos solos en el escenario tocando un fascinante número instrumental. Y ella apareció de nuevo en el escenario enfundada en un precioso traje blanco con aires mediterráneo, y nos habló de ‘Letters to Bach’, el disco con el que, junto a Gil Dor, se dispuso a versionar algunas piezas de Bach, un trabajo que definió como todo un desafío, “como aprender a esquiar desde la pendiente nevada más alta”. Gil Dor adaptó la música y ella escribió las letras, que entablan un puente temporal, ya que reflexionan sobre temas que nos preocupan en la actualidad, como guerra y paz, sufrimiento humano, tecnología, calentamiento global, consumismo, redes sociales y los desafíos de este extraño mundo moderno, y sobre todo, el amor. Son por tanto, letras con un alto grado de compromiso aunque algunas son sumamente divertidas, como las que se inspira en los hijos de la artista, sobre todo en la mediana, que tiene una activa relación con las redes sociales.

Con la demostración del poderío vocal con el que Noa aborda la música de Bach podriamos habernos dado por satisfechos, pero todavía nos tenía reservados algunos solos impactantes de sus músicos y un impresionante despliegue vocal de ella, así como un frenético solo de timbales que el público acompañó con las palmas. Solo con eso ya habría bastado para que saliéramos flotando del teatro, pero el público no paraba de aplaudir, a ritmo de sevillanas, y Noa quiso darle las gracias saliendo de nuevo a escena, primero sola, para cantar una emotiva nana y luego con sus músicos, para brindarnos ‘Es caprichoso el azar’ una intimista canción de Serrat que en su voz adquiere matices espectaculares. Y para terminar, la cantante israelí quiso despedirse aconsejándonos no dejar que el miedo nos limite porque hay que disfrutar cada momento de la vida, que definió como “bella”. Así que acabamos todos cantando con ella el estrbillo de la canción de la película que resume esa máxima: ‘La vida es bella’.