Tras su estreno el pasado fin de semana, la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla vuelve al teatro Lope de Vega con su última propuesta: ‘El Publico’ una de las obra de García Lorca en clave surrealista que supone todo un reto, tanto para sus artífices como para el espectador. Hablamos con su director, Alfonso Zurro.
Alfonso, la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla, como su nombre indica nació con la vocación de reivindicar el teatro clásico, supongo que consideráis que la obra de García Lorca ha alcanzado ya esta categoría, aun siendo contemporánea.
- Si, claro es que nosotros no creemos que las obras clásicas son solo las del siglo XVI y XVII. Creemos que también se pueden considerar clásicos algunos autores del siglo XX, como Valle Inclán, que también hemos hecho y García Lorca, por supuesto. Yo tengo un amigo que tiene una teoría muy interesante al respecto. Según él, los autores clásicos son todos aquellos que crearon sus obras antes de la aparición de la fotografía en color.
- A pesar de su título, esta es una de las obras de García Lorca de mayor complejidad, hasta el punto de que gira en torno a una simbología tan compleja, que parece estar hecha para que le público no la entienda.
Sí, porque rompe con el tratamiento común del espacio, el tiempo y las relaciones que dan lugar a determinados conflictos. Lorca en esta obra entra en una vanguardia radical y rompe esos parámetros. Y claro el espectador no estaba acostumbrado en ese tiempo a ese tipo de espectáculos.
Y sigue sin estarlo, yo creo.
Claro, pero eso es porque el teatro de vanguardia no ha tenido una continuidad como ha ocurrido, por ejemplo, con las artes plásticas. Porque, ¿qué pasaría si alguien que solo conoce la pintura que hay en El Prado se encuentra de pronto con un cuadro de Saura o de Picasso? Pues lo mismo pasa en el teatro. Lo que ocurre es que el camino que nos llevaba a la experimentación teatral se interrumpió durante el franquismo y no llegó a completarse.
Sí, eso es algo que podemos comprobar con esta obra de Lorca, ¿en ese sentido habéis intentado clarificar de alguna manera los símbolos?
El texto impone unos retos complejos y yo he intentado, desde la dramaturgia, que los intérpretes y yo siguiéramos un camino. Pero aunque que la obra al espectador le exige, tampoco hemos pretendido hacer una lectura didáctica. El espectador debe saber que se va a encontrar con lo que Lorca llamaba “asomarse a la barandilla del abismo”.
¿En ese sentido, cómo ha sido la experiencia del estreno?
Pues muy buena, porque aparte de la complejidad todos sabemos que la poesía de este texto de Lorca es de una belleza extrema, y aunque no lo entiendas todo, se trata de que esa belleza te atrape y que el conjunto te estremezca, te deslumbre y emocione.
¿Cómo ha sido el trabajo con los intérpretes?
Desde la interpretación ha sido muy complejo, porque no estábamos sujetos a parámetros normales, había que investigar mucho, pero el proceso ha sido muy atractivo, y no sólo con respecto a la interpretación, también en cuanto a los demás elementos, como el espacio o la música.
El trasfondo de esta obra es la homosexualidad y la homofobia, que desde luego en los años 30 no eran temas que se trataran en el escenario. De hecho el mismo Lorca definía al texto como escandaloso aunque supongo que, a estas alturas, esa connotación se ha perdido.
Claro, ya no. Nosotros aquí no vamos buscando el escándalo, ahora la obra trasciende el tema de la homosexualidad. Por eso lo que intentamos es tratarla como una suerte de cubismo escénico, destacar cómo la dramaturgia y los personajes van cambiando de perspectiva y de puntos de vista. Porque es un texto muy pensado, con una construcción muy compleja.
¿Crees que esa complejidad, de alguna manera, se debe a una especie de autocensura que llevó a Lorca a soterrar la reivindicación de la homosexualidad y la denuncia de homofobia en la simbología?
No creo. Algunos de los símbolos al respecto de la homosexualidad y la homofobia son reconocibles. Pero hay que tener en cuenta que Lorca escribe esta obra al mismo tiempo que “Poeta en Nueva York” y está en esa misma línea literaria. En ese momento él apuesta por hacer el teatro de vanguardia que se estaba haciendo en Europa, como el de, por ejemplo, Pirandello.
Supongo que en eso además influyó el éxito de su Romancero Gitano, porque ese tipo de poesía no casaba con las tendencias artísticas del momento y tuvo más de una crítica al respecto.
Claro, supongo que Lorca no quería que lo dejaran en los márgenes de la poesía popular, quería formar parte de las corrientes artísticas su tiempo.
Desde luego, contemplar la obra de aquellos artistas de principios del siglo XX nos hacer ser conscientes del parón que sufrimos en este país. Esta obra es un claro ejemplo que, sobre todo los jóvenes, deberían conocer, ¿habéis apreciado si habéis atraído a ese tipo de público?
Pues la verdad es que sí, estos días se ha visto bastante gente joven, no sé si es porque es Lorca, o si es porque es un Lorca diferente, más radical, pero lo cierto es que a los jóvenes parece atraparlos.
Pues esperemos que siga siendo así, ¿tenéis previsto llevarla de gira?
Sí claro, eso esperamos, aunque de momento no tenemos una gira cerrada. Iremos a Madrid la próxima temporada, eso sí, y esperamos moverla por más sitios. Todavía es pronto, pero esperamos que sí.