Críticas

Peeping Tom más inquietante todavía

Peeping Tom estrena su último espectáculo en el Teatro Central, un espacio que, según su directora Gabriela Carrizo, representa una isla en una Europa cerrada a la cultura (****)

29 ene 2021 / 21:02 h - Actualizado: 29 ene 2021 / 21:06 h.
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Una estética hiperrealista salpicada de surrealismo y un humor bastante negro. Son características propias del estilo de ‘Peeping Tom’ que impregnan esta propuesta, un encargo de la Opera de París a la prestigiosa compañía belga que, a causa de la pandemia, ha cambiado la capital francesa por el escenario de nuestro Teatro Central para su estreno mundial. Y es que como reconoce Gabriela Carrizo, este teatro es una isla en Europa, donde la mayoría de los teatros permanecen cerrados.

Aquí tenemos muy claro que la cultura es necesaria y los teatros son seguros. No hay más que ver la respuesta de los seguidores sevillanos de esta compañía, que han agotado las entradas nada más ponerlas a la venta. Y eso que la dichosa pandemia ha impuesto unos horarios que en cualquier otra circunstancia nos hubieran parecido disparatados. Da gusto ver a un público entregado y expectante a las 3 de la tarde. Claro que la compañía lo merece y el público sevillano lo sabe.

El espectáculo consta de tres piezas cortas que el Nederlands Dans Theater encargó en la pasada década a Gabriela Carrizo: ‘The missing door’, ‘The lost room’ y ‘The hidden floor’. Ahora, Pepping Tom ha asumido el reto de revisarlas hasta conformar este tríptico, para el que la compañía previamente tuvo que llevar a cabo un arduo trabajo de casting debido a la exigencia técnica de la coreografía, que lleva a los bailarines a un trabajo físico, a caballo entre la danza y el contorsionismo, que raya lo imposible.

La dramaturgia parte del personaje de un anciano cuya cercanía a la muerte convoca en escena a toda una gama de personajes fantasmagóricos que pugnan por liberarse de un espacio cerrado de donde no pueden salir, a pesar de estar rodeado de puertas. Un espacio que, aunque sumamente interesante, se sitúa por encima de la historia y de los personajes, cuyas emociones se vuelcan más por su relación con los diferentes ambientes que delimitan la escenografía, que por la relación entre ellos, que en ningún momento se concreta. De esta manera, aunque el espectáculo nos brinda un discurso corporal retador, inquietante y sublime en algunos momentos, la dramaturgia se limita a dar rienda suelta a la desazón que se desprende de esa suerte de plató cinematográfico, magníficamente iluminado por Tom Visser, y de la impactante ambientación sonora de Raphaëlle Latini, Ismaël Colombani, Annalena Fröhlich, Louis-Clément Da Costa, así como de toda una gama de sorprendentes efectos que vuelcan en el escenario una belleza extraña, arañada por un trasfondo de tragedia.

Aunque se echa de menos la música en directo de sus anteriores propuestas, cabe destacar que se trata de una espléndida producción, poco habitual en estos tiempos, con la que Gabriela Carrizo nos brinda una subyugadora puesta en escena. Los intérpretes hacen gala de un elevado nivel técnico y expresivo. Sus movimientos retan los límites de la elasticidad y el equilibrio hasta extremos insospechados, tanto que dejarían al respetable todo el rato con la boca abierta, si no fuera por el obligado uso de las mascarillas. Para compensarlo, al término del espectáculo el público dedicó al elenco una sentida ovación, palmas por sevillanas incluidas.

La ficha

Obra: Triptych (Tríptico)
Lugar: Teatro Central, 29 de enero
Compañía: Peeping Tom
Concepto y dirección: Gabriela Carrizo y Franck Chartier
Composición y arreglos sonoros
: Raphaëlle Latini, Ismaël Colombani, Annalena Fröhlich, Louis-Clément Da Costa.
Asistencia artística: Thomas Michaux
Interpretación: Konan Dayot, Fons Dhossche, Lauren Langlois, Panos Malactos, Alejandro Moya, Fanny Sage, Eliana Stragapede, Wan-Lun Yu
Calificación: 4 estrellas