¿Qué hay donde no hay nada?

El mítico fotógrafo Atín Aya y la película ‘La Isla Mínima’ se unen en el Casino de la Exposición con ‘Marismas’, una muestra sobre un paisaje sevillano con alma propia

15 oct 2015 / 23:45 h - Actualizado: 16 oct 2015 / 09:07 h.
"Fotografía","Exposiciones"
  • El Casino de la Exposición acogió anoche la inauguración de la muestra que reúne las fotos de Atín Aya y la inspiración de la película ‘La Isla Mínima’. / José Luis Montero
    El Casino de la Exposición acogió anoche la inauguración de la muestra que reúne las fotos de Atín Aya y la inspiración de la película ‘La Isla Mínima’. / José Luis Montero
  • La exposición se podrá visitar hasta el próximo 10 de enero. / J.L.M.
    La exposición se podrá visitar hasta el próximo 10 de enero. / J.L.M.

Detectar y describir el alma de las cosas es el privilegio de los artistas. Muchos son los que se han rendido ante la imposibilidad de explicar el paisaje marismeño sevillano, en su sencilla e inefable grandeza. Lo logró el desaparecido fotógrafo Atín Aya, quien se tomó la empresa como un reto personal, y más recientemente fue también motivo de asombro con la laureada película La Isla Mínima, cuyos autores se inspiraron en aquellas imágenes y que debe su magia al escenario. Ahora, ambos hallazgos pueden ser admirados con espíritu reflexivo en la muestra que desde hoy se puede visitar en el Casino de la Exposición bajo el título Marismas.

El fotógrafo Antonio Acedo, comisario de la exposición, remitía ayer a un entrecomillado recogido en esta muestra para intentar comprender la relevancia de esta combinación: «Las fotografías de Atín Aya fascinan al espectador porque retratan el paisaje de las marismas del Guadalquivir como lugar donde todo puede ocurrir y nada ocurre, como lugar remoto en la proximidad, anclado en un pasado ancestral, casi mítico que construyó parte de nuestras identidades, que habitó a los primeros moradores, salvajes y civilizados. Un lugar en el que paisaje y paisanaje dialogan para transformarse en un todo... El paisanaje añora ser un paisaje que se convierte en un personaje más, que transita lentamente un tiempo sin reloj, sin transcurso o de un devenir muy pausado, en horizontes que parecen anunciar el infinito».

Pero todavía más cerca de explicar la simbiosis están las palabras del propio director de la película, Alberto Rodríguez: «La Isla Mínima comenzó hace unos cuantos años, en una exposición de fotos a la que acudí con Álex Catalán, director de fotografía y buen amigo. El fotógrafo sevillano Atín Aya se había dedicado a captar los últimos vestigios de una forma de vida que se desarrolló en las marismas del Guadalquivir durante medio siglo. Muchas de las fotografías eran retratos de lugareños y desprendían una especie de resignación, desconfianza y dureza que acompañaba a aquellos rostros anclados en el pasado y que con la mecanización del campo, quizás no tendrían sitio en un futuro inmediato. La exposición era el reflejo del fin de un tiempo, de una época. Este fue mi primer contacto con La isla, un paisaje crepuscular, el decorado de un western de fin de ciclo».

Tal grado de propagación alcanzó el poder transmisor de las fotos del sevillano Atín Aya (1955-2007). No hay ni una foto suya en esta larga incursión marismeña que no sea en sí misma una historia. Paisanos y paisajes son una sola cosa, un mismo fenómeno, y en el vértigo de la contemplación uno es capaz de aniquilar los límites del cuadrilátero de la foto y adentrarse en ellas para vivir y respirar esa realidad construida como un relato ficticio a partir de un realismo casi inverosímil. Es, como se decía antes, un lugar donde todo puede ocurrir y nada ocurre, palabras que podrían servir como definición de la infinitud.

Parecidos y diferencias

Los mundos que envuelven las fotos de Aya y la película de Rodríguez conforman los dos primeros bloques temáticos de esta exposición, a la que todavía le falta un tercero: la combinación de lo uno y lo otro. Apreciar no solo en qué son similares, sino también en qué discrepan. En el estudio de esta interacción entre ambas obras se ven las inspiraciones, coincidencias y diferencias, para lo cual la organización se sirve de una pieza audiovisual documental de producción propia, elaborada con las fotografías de Atín Aya, con las imágenes de la película y con entrevistas a los comisarios de la obra del primero (María Aya y Diego Carrasco ) y al equipo de La Isla Mínima (Alberto Rodríguez, Gervasio Iglesias, Álex Catalán y otros). Son testimonios de la magia asombrosa de un lugar que el arte ha convertido en parte de su territorio.