‘Sérénade’: un delicioso tributo a la composición femenina

El Teatro de la Maestranza acogió el primero de los conciertos de «Rasgando el silencio», ciclo que recupera la obra de sesenta compositoras olvidadas por la historia «oficial» de la música. Las interpretaciones corrieron a cargo de Carmen Martínez-Pierret y Clara Cernat

09 nov 2021 / 06:29 h - Actualizado: 09 nov 2021 / 09:34 h.
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«Francamente hablando: hay en este mundo desigualdades que asustan». Esta sentencia, pronunciada por Gustavo Adolfo Bécquer en «Cartas desde mi celda» (1864), bien podría aplicarse a las sesenta compositoras que protagonizan «Rasgando el silencio», el proyecto con el que el Teatro de la Maestranza pretende saldar una deuda histórica en sus dos próximas temporadas. Nos estamos refiriendo a la recuperación de piezas musicales escritas por mujeres a lo largo de más de dos siglos, las cuales, por esas injusticias a las que se refería el poeta, llevaban demasiado tiempo relegadas al olvido. No en vano, las partituras seleccionadas para el ciclo han sido rescatadas del silencio de las bibliotecas, de los restos de serie de antiguas editoriales, de fondos repartidos por universidades de medio mundo y hasta de algún desván polvoriento. Un material que, pese a poseer una notable calidad, había sido ignorado por la historia «oficial» de la música tras la muerte de sus autoras. Estas vivieron entre 1750 y 1980, y en la mayoría de ocasiones se vieron obligadas a dar a conocer sus obras a través de virtuosos masculinos o bien utilizando el apellido de sus maridos.

Es el caso de Amy Beach, nacida en 1867 y considerada una de las primeras compositoras de la historia de Estados Unidos, que pese a ser hija y nieta de músicos hubo de esperar a enviudar para realizar giras como compositora e intérprete —a su esposo, el cirujano Henry Harris Aubrey Beach, no le agradaba que Amy diera conciertos públicos—. O de Mélanie Hélène Bonis, prolífica compositora francesa de finales del Romanticismo cuyo talento innato no le bastó para abrirse camino, debiendo adoptar la forma más andrógina de su primer nombre, «Mel» —algo parecido le ocurrió a la polaca-británica Régine Wieniawski, quien optó por el seudónimo Poldowski—.

A estas creadoras se suman la parisina Lili Boulanger, alumna de Paul Vidal y Premio de Roma en 1853 que, pese a fallecer con tan solo 24 años, dejó un importante legado; Teresa Carreño, nacida en Caracas y denominada por muchos como la pianista más prolífica de América Latina durante los siglos XIX y XX; o Dora Pejaèeviæ, que vio la luz en Budapest y obró la primera sinfonía moderna de la música croata.

‘Sérénade’: un delicioso tributo a la composición femenina

La lista se completa con Gra¿yna Bacewicz, Ethel Barns, Cécile Chaminade, Teresa Milanollo, Germaine Tailleferre y Pauline Viardot, todas ellas dotadas de una sobresaliente habilidad para la composición, como pudo comprobarse en «Sérénade», el primer concierto celebrado en la sala Manuel García del Teatro de la Maestranza dentro del ciclo «Rasgando el silencio». Por cierto que el tenor que da nombre al recinto fue padre de la mencionada Viardot, también conocida como Michelle Pauline Viardot García, mezzosoprano y compositora nacida en París que se convirtió en la primera extranjera en cantar el repertorio italiano en Rusia.

Todas las piezas, seleccionadas para el programa por los directores artísticos Carmen Martínez-Pierret e Israel Fausto, fueron interpretadas por la propia Martínez-Pierret al piano, así como por Clara Cernat al violín, las cuales hicieron gala de una enorme sensibilidad y carisma. Merced a su depurada técnica y dominio del tempo y del escenario, ambas lograron no solo evocar la agudeza de unas mujeres desgraciadamente omitidas durante décadas, sino asimismo trasladar a los espectadores a un mundo onírico a lo largo de ochenta minutos.

«Rasgando el silencio» continuará hasta el año 2023, estando previstos un total de doce conciertos en los que, gracias a la colaboración especial de la Fundación Banco Sabadell, se pondrá en valor el trabajo de otras muchas compositoras que merecen reivindicarse, siendo este primero, «Sérénade», la mejor carta de presentación posible.