Sorry we missed you: esta vida debe ser algo más que una condena (****)

02 nov 2019 / 08:50 h - Actualizado: 02 nov 2019 / 08:53 h.
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Hace cuarenta y ocho horas saltó en algunos medios de comunicación la sentencia del Tribunal Constitucional en la que se considera legal el despido objetivo de una persona que faltó algo más del 20% al trabajo durante dos meses. Su ausencia estaba justificada por problemas de salud. La sentencia del Constitucional responde a una cuestión prejudicial de un juzgado barcelonés que le consultaba si el artículo 52 apartado D del Estatuto de los Trabajadores se ajusta a la Ley Fundamental. Este punto fue modificado en las dos últimas reformas laborales importantes: la de 2010, hecha por un Gobierno del PSOE, y, sobre todo, la de 2012 propuesta por el Ejecutivo del PP cuya impulsora fue Fátima Báñez y que fue aprobada con los votos de Ciudadanos, CIU, UPN y Foro Asturiano.

Fátima Báñez, ministra de Empleo en esos momentos consideraba que con esta Ley se abría el camino de la esperanza para los millones de parados y de jóvenes sin trabajo. Si, era a finales de junio de 2012 cuando se aprobó. La memoria es muy corta pero en ese momento la Sra. Báñez y su grupo parlamentario hicieron oídos sordos a los grupos de la oposición que en el atril del Congreso afirmaban que tal Ley: “es una reforma sesgada para favorecer al empresariado”, “ahonda la precarización del trabajo”, “con ella el despido se convertía en libre”, “se sustituía la negociación colectiva por el poder unilateral del empresariado”, y que el mismo empresariado “podía modificar las condiciones de trabajo y bajar los salarios sin dar explicaciones”.

Han pasado siete años desde la aprobación de la citada Ley 3/2012. Resultados: el descenso de los salarios –asusta en algunos sectores y categorías–, el aumento de la precariedad y los contratos basura – pregunten al colectivo juvenil y a mayores de 45 años- y la práctica prohibición de la actividad de los sindicatos en las empresas.

Pero hay bastantes más. Y sobre todo una realidad que las engloba a todas y que provoca terribles consecuencias. La de que trabajadoras y trabajadores están terminando por ser meros objetos de la cadena productiva, a los que el empresariado puede imponer condiciones y limitaciones que hasta lesionan sus derechos como seres humanos. Consecuencias anunciadas en 2012 y que en 2019 se consideran normales. Perder la dignidad ha sido sencillo, a golpe de ley, pero una vez perdida cuesta recuperarla.

Estas son las consecuencias visibles y de las que se habla poco, pero están las que no se ven e inciden en los ámbitos personales y familiares.

De todo esto nos habla Ken Loach en Sorry we missed you. El retrato de esa clase media que sufre los efectos de las políticas neoliberales propias del capitalismo más feroz y que han sido puestas en marcha por líderes conservadores de la Unión Europea. Esas políticas que enriquecen al empresariado y empobrece económica, física y moralmente a la persona que trabaja. Y no sólo habla de la pérdida de los derechos que ya hemos señalado, también lo hace del dolor personal y de las heridas que produce en las familias.

Tras ver esta película nos queda una sensación de impotencia y un sentimiento de desamparo que nos parece imposible se den en una democracia del siglo XXI. Igual de preocupante debe ser el desánimo y la falta de esperanza que se está trasladando a las nuevas generaciones.

Estamos a unos días para que en España se celebren Elecciones Generales. Quizá sea el momento de pararse a leer y a escuchar. Si, a leer programas electorales y a reflexionar sobre los discursos y propuestas de los partidos políticos. Habría que pensarse y mucho, votar a quienes tienen como único ideario la defensa del nacionalismo ya sea el propio o el periférico. También a quienes articulan su discurso basado exclusivamente en la defensa de banderas o símbolos, a quienes defienden un ultranacionalismo excluyente, a quienes fomentan el racismo y la xenofobia o rechazan la diversidad funcional y afectiva sexual, y a quienes niegan y cuestionan el feminismo o el cambio climático.

Para votar a un partido debemos exigirle que se comprometa a respetar los Derechos Humanos y a trabajar por cumplir todo el articulado de la Constitución, basta ya de partidos que sólo centran todas las energías en reclamar sólo uno, el 155. Les recomendamos que saquen tiempo y vean al menos dos veces Sorry we missed you de Ken Loach. Háganlo como ejerció de toma de conciencia. A ver si de una vez por todas se dan cuenta de cuáles deben ser sus prioridades. Hacer que se cumplan artículos como el 27 de Derecho a la Educación, o el artículo 31 que exige un sistema tributario justo, o el 35 que habla del Derecho y deber del trabajo, o el 43 que incide sobre el Derecho de protección de la salud, o del 44 que defiende el Derecho de acceso a la cultura, o el 45 que va sobre la protección del medio ambiente y de mejora de la calidad de vida, o el olvidado artículo 47 sobre Derecho a una vivienda, y así uno a uno hasta llegar al último. Trabajo tienen de sobra. También tenemos que recordarles que esta Constitución es modificable, de hecho ya ha sufrido dos reformas; la de 1992 para adecuarla al Tratado de Maastrich y una segunda en 2011, para priorizar estabilidad presupuestaria ante el gasto social. Y si artículos como el 1 y el 2 u otros deben o necesitan cambiarse para mejorar la convivencia y el bienestar de todos y todas, que dejen ya de perder el tiempo y se pongan a ello. Ya lo dejó escribió Heráclito hace siglos: todo fluye, nada permanece. Eso, nada.

Sorry we missed you ****

Reino Unido, Francia, Alemania 2019 100 min.

Dirección Ken Loach Intérpretes Kris Hitchen, Debbie Honeywood, Rhys Stone, Katie Proctor, Ross Brewster, Julians Ions.

Drama