Tesoros, rarezas, curiosidades, ...y Pablo Sycet

“Ir de nuevo al jardín cerrado
Que tras los arcos de la tapia
Entre magnolios y limoneros
Guarda el encanto de las aguas”
Luis Cernuda

La primera de ellas, está compuesta por una pequeña parte de la exquisita colección que ha ido formando a lo largo de los años toda la familia de Rafael Ortiz, comenzando por su compañera inseparable Rosalía Benítez y sus hijos, sobre todo Rosalía Jr. quienes junto a Silvia Rebollo están todo el año al frente de este gran trasatlántico del Arte, y no sólo en el sentido figurado sino porque ciertamente lo cruzan para visitar estudios de artistas, participar en Ferias nacionales e internacionales, organizando o prestando obras para exposiciones en otros Museos y Centros de Arte, comisariándolas y como ocurre en esta, a veces son dos o más las que se realizan simultáneamente en la sala grande y en la buhardilla interior o soberao.

Una segunda parte, integrada como la anterior en el sugerente título de “Tesoros, Rarezas y Curiosidades”, está integrada por las obras que han “coleccionado” sus propios autores.

Y la tercera, por la serie que le ha dedicado el pintor Pablo Sycet al poema de Luis Cernuda (Sevilla 1902-1963) “Jardín Antiguo”. Inspirándose en él, el autor olontense (Gibraleón, 1953) ha establecido un paralelismo con el patio interior que sirve de unión entre la casa y la Galería, muy próximas a la calle Aire, donde tuvo una de las residencias en la capital hispalense el poeta sevillano.

El conjunto hace que por unos días –hasta el 22 de julio- la calle Mármoles, 12, se convierta en un Gabinete de Curiosidades o en un cofre de las Maravillas, por la exquisitez de las piezas reunidas. Tarea que no ha debido ser nada fácil, por los centenares que han pasado por sus ojos y sus manos. Ojos y manos que han tratado con amor y delicadeza a esa belleza efímera que han podido significar cada una de las muestras que han celebrado.

Coleccionar –y ellos mismos lo dicen- es una cuestión pasional. Una especie de atracción por poseer el objeto que les atrae magnética, hipnótica, irresistiblemente, no sólo como goce privado, sino compartido como lo hacen cada vez que inauguran y entonces no sólo nos metemos en el mundo de los autores, sino también en el de ellos.

“Ellos” no se han dejado seducir por el prestigio de los pintores, escultores, fotógrafos, grabadores, ...sino que a veces han sido los que han contribuido a abrir camino a artistas, a consolidarlos, darles su lugar en el Arte, en la Historia del Arte y en la propia historia personal de cada uno y pienso, que ellos no han buscado las obras, sino que estas les han encontrado a ellos.

Eugenio Ampudia, José Mª Báez, Manuel Barbadillo, Graciela Iturbide, Luis Gordillo, Luis Claramunt, Lugán, José Manuel Capuletti, Sara Huete, Aitor Lara, Luis Mayo, Mª Victoria Heredia, Manolo Bautista, Jaime Burguillos, Mónica Buch, Fernando Lorite, Imi Knoebel, José Mª Iglesias, Antonio Sosa, Carmen calvo, Guillermo Pérez Villalta, Juan Olivares, Zush-Evru, Daniel Verbis, Equipo 57 y Manuel Ángel Campano.

Como puede verse por la relación y la galería de fotos, las técnicas son muchas y en cierto modo están reunidos autores de diferentes generaciones, recordando también a algunos que ya nos dejaron. Un arco existencial y artístico que va desde los años 50 del pasado siglo hasta esta década del XXI en la que estamos.

Exposición “sui generis” pues en efecto, cada una de ella es una obra extraña dentro de su producción, son curiosas porque son de difícil acceso ya que nunca se han expuesto o hace mucho tiempo y son tesoros individuales y en su contexto.

Por eso siempre en muchas de las exposiciones que vemos aquí y en tantos otros sitios, es involuntario no dejar de pensar en que estas desaparecerán

para permanecer de nuevo ocultas hasta que sus nuevos propietarios las cedan, o al fin estos veteranos galeristas, den ese salto tan necesario para comprender el arte contemporáneo, como es crear algo tan difícil como un Museo o una Fundación, que permita que vayan al menos rotando sus fondos y los que continuarán, porque la vida y el arte siguen a pesar de todo.

Concluyo el artículo con la no menos delicada y exquisita exposición de Pablo Sycet, quien basándose en sus viajes por todo el mundo “persiguiendo” los lugares donde vivió Cernuda, recorriendo interiormente en sus lecturas el profundo universo de su admirado poeta y basándose también en sus recuerdos del Alcázar, los jardines y patios de Sevilla, hace un paralelismo con la fuente, las plantas, las esculturas, la reja, la luz,...y el ambiente de ese también patio secreto y “hortus conclusus” del que se hace eco Antonio Rivero Taravillo, en el no menos exquisito y delicioso libro editado para la ocasión por la Fundación Olontia que incluye un original del artista, su extraordinaria sensibilidad para captar lo que le dice el espacio, los olores, lo que vivió o imaginó en ellos.

Ecos de jardines sevillanos, mexicanos, brasileños, llenos de color, de detalles de los lugares de la memoria donde habitó el propio Sycet y los traspasó a lienzos y papeles, los construyó con sus pinceladas características, su modo de resolver la encrucijada -de ese traspaso- de la palabra y el sentimiento que representan a las obras, cargadas de alusiones, metáforas, representaciones simbólicas como el humo, las raíces, el corazón, las palmeras, macetas, el alfabeto que extrae letras del poema, su personal e íntimo homenaje a su poeta amado con el que tanto nos identificamos todos los cernudianos del planeta.

Unas obras felices que evocan curiosamente la nostalgia de la juventud, del amor, los amores vividos o soñados, los encontrados, los perdidos, los añorados. Para que no “habiten en el olvido” Sycet y Cernuda crearon esas obras con las que podemos recrearnos también gracias a los anfitriones –R. R. & R.- que lo han hecho posible.