Lleva 15 años dirigiendo en público. Comenzó poniéndose al frente de orquestas jóvenes y de conjuntos de música contemporánea. Hoy ha dirigido a algunas de las más importantes formaciones sinfónicas españolas. Sin embargo, José Luis Estellés (Valencia, 1964) ha sido esta semana músico residente en el Festival Joaquín Turina de Sevilla en su doble faceta de director de orquesta y clarinetista, siendo uno de los más renombrados ejecutantes de este instrumento a nivel internacional.

«Lo normal suele ser que cuando un músico se pone a dirigir abandone paulatinamente su instrumento, pero en mi caso no ha sido así, llevo las dos tareas con completa normalidad y no sé qué sucederá en el futuro, lo mismo vuelvo un día a centrarme solo en el clarinete», cuenta el intérprete, radicado desde hace años en Granada, donde fundó Taima, un conjunto pionero en la difusión de la música contemporánea. «Hubo un momento en el que lo dejé porque ya no podía atenderlo como merecía, de todas formas la música actual está muy presente en mi trayectoria». Tanto que la práctica totalidad de la nueva generación de compositores españoles han escrito obras para él. «Y todos, desde estéticas diferentes, lo han hecho con enorme excelencia», reconoce. Lo próximo será el estreno del concierto que Jesús Rueda le va a dedicar.

Con Sevilla y con su Festival Turina tiene una relación especial, basada en la «admiración» que siente ante esta cita bianual. «Aquí nos encontramos una serie de músicos, tocamos juntos, damos clases, preparamos nuevo repertorio, se crea una energía muy especial que se transmite luego al público», dirá. Sin olvidar a Turina, «un compositor al que hay que seguir reivindicando». Pero si el certamen es tan «singular» es debido también a la escasez de citas similares en España. «Este es un modelo muy europeo, en Finlandia, un país ejemplar en cuanto a su cultura musical, hay muchos festivales similares. Pienso que es más enriquecedor reunir a varios músicos, que convivan y que preparen proyectos juntos, que contratar conciertos de grupos que vienen a tu ciudad, tocan una noche y se van a la mañana siguiente», reconoce Estellés, quien esta mañana se pondrá al frente de la recién creada Banda del Festival Turina, tras haber participado en otras cuatro citas anteriormente.

Estos días también su nombre está de actualidad por la aparición de un disco, en el sello IBS, con los Quintetos de Mozart y Weber junto al Cuarteto Jousia. «Cuando toqué con ellos sentí que teníamos una comunicación especial y que merecía la pena dejar constancia grabada», dice. «Un disco representa un instante, un momento de tu estado creativo, algo que pasa y no vuelve a suceder», comenta. En ese sentido, Estellés es un artista razonablemente prolífico. «Me gusta hacer discos, no es que les confiera una gran importancia, pero documentan la vida de un artista».

Con un extenso repertorio en su haber, el intérprete, al hablar de obras favoritas, despliega su personal «mapa de las emociones». El Cuarteto para el fin de los tiempos, de Olivier Messiaen, ocupa un lugar privilegiado. Sobre todo después de haberlo tocado más de 70 veces. Luego está el Quinteto de Brahms, que siente tan cercano. Ambas piezas también las tiene fijadas en cedé, demostrando la poderosa capacidad de Estellés de hacer música y contar cosas nuevas en cada ocasión.