Un paseo por la ciudad de las mil y un canciones

La banda sonora de Sevilla. De Los del Río y Miguel Bosé a SFDK, O’Funkillo o Dogo, la capital del Guadalquivir ha inspirado a infinidad de compositores, aunque no todos saben eludir los tópicos

17 nov 2016 / 08:00 h - Actualizado: 17 nov 2016 / 08:00 h.
"Música","Arte por los cuatro costados","Isabel Pantoja","Alejandro Sanz","Rafa Serna"
  • Los del Río, verdaderos reyes Midas de la música española, lograron convertir su ‘Sevilla tiene un color especial’ en himno oficioso de la Expo 92. / Antonio Acedo
    Los del Río, verdaderos reyes Midas de la música española, lograron convertir su ‘Sevilla tiene un color especial’ en himno oficioso de la Expo 92. / Antonio Acedo

Nadie ha averiguado nunca cuál era exactamente ese color especial de Sevilla que cantaban Los del Río, lo que no impidió que la célebre canción se erigiera como banda sonora oficiosa de la Expo’92 y colocara al dúo en el disparadero para conquistar el mundo a golpe de Macarena al año siguiente.

El hit de Antonio y Rafael ha sido solo uno de los muchos que han tenido a la capital hispalense como protagonista. Unos años antes, en 1984, Miguel Bosé se reinventaba con Bandido, disco donde aparecía su éxito Sevilla y nos explicaba que el corazón que a Triana va, nunca vuelve. Pero también hizo lo suyo José Luis Perales cuando, en Amigo, se veía nostálgicamente como remero de la Plaza de España y se plantaba ante la Giralda, que sigue estando en pie por suerte para todos.

La cantante Cecilia escribió su propia canción Sevilla, donde no faltan la Virgen de la Esperanza, las soleares gitanas y los sombreros de ala ancha. Y es que no parece fácil, especialmente para los compositores, escapar de la alargada sombra del tópico. «Torres con alas de oro/ que sueñan distancias./ Calles con sombras de siglos/ y nardos de plata./ Cantes que arañan estrellas/ que arañan el alma», cantaba Rocío Jurado en los primeros 90, pero en su voz avasalladora todo sonaba mejor. Como temiendo que su eterna rival artística, se entiende le pisara el propio terreno, Isabel Pantoja grabó Nací en Sevilla, donde las estampas tampoco son demasiado rebuscadas: «Y me llevo a la feria/ A trotecito lento de mi caballo/ Y a mis espaldas/ Campanitas de gloria de mi Giralda», cantó, aunque no consiguió, como sí hizo la chipionera, que su letra la defendiera todo un Plácido Domingo, nacido en Madrid para más señas.

Hasta un ídolo de jovencitas y no tan jovencitas como Alejandro Sanz compuso su personal Volver a Sevilla recordando «la sonrisa breve/ que sueltan por la calle sus mujeres/ y aquel aroma fresco, inconfundible/ del parque María Luisa y sus jardines».

¿Acaso es imposible eludir los lugares comunes? Fácil no es, pero algunos lo han intentado con éxito. Siguiendo con esta recopilación urgente, podemos recordar por ejemplo el plus de guasa que aportaron los palaciegos No me pises que llevo chanclas con Tengo una tasquita en Triana, o con aquel memorable paseo por el Barrio de Santa Cruz que enseñó a media España el sentido exacto del vocablo Bolillón.

Mucho deben las huestes de Pepe Begines a los pioneros del rock sureño, empezando por los legendarios Triana, con el que varias generaciones han viajado a la capital del Guadalquivir sin salir de casa; y siguiendo con Smash, que le cantó en el Parque de María Luisa a la Glorieta de los lotos, titulando incluso uno de sus álbumes señeros. O con Alameda, que en Violeta y rosa describían el color del cielo «dormido sobre Triana./ Ya no hay luz en las tabernas,/ ni sueños en las guitarras;/ los naranjos de los patios,/ lloran zumo de naranjas./ Al río Guadalquivir,/ le han cortao la garganta;/ y en la herida de Chapina,/ se tiñe de sangre el agua».

También está ahí el inolvidable rockero Silvio, el mismo que cantaba a la «Macarena de Triana» con melodía de Ben E. King para decirle que «Yo ti amo, ti amo tanto tanto,/ madre de lo universal/ sevillano, siento tanto,/ amor por ti, amor per te».

Y cómo olvidar al grupo de los hermanos Amador, Pata Negra, que en plena revolución de los postulados flamencos clásicos proclamaban aquello de «Si tú te vas/ yo me quedo en Sevilla/ hasta el final», y como prueba demostraban moverse estupendamente «desde la India a Triana, desde Triana a Sevilla/ Eucaliptos de Chapina, callejones de Triana/ Plaza la de Doña Elvira, plazuela, la de Santana». Más surrealista, su compadre, el catalo-andaluz Kiko Veneno, se quejaba de que «el calor me mata, la lluvia me pervierte,/ cuando nieva en Sevilla me gusta verte».

En un territorio sonoro muy afín, Mártires del Compás jaleaban en Una hora vicentina a «Vicente, Vicente/ Toreando a la suerte/ Va de una acera a otra/ Camino a la calle Sierpes/ Metiendo la cabecita en los coches/ Dando besito a la gente».

Hasta unos exponentes fundamentales del rock duro andaluz como los cordobeses Medina Azahara quisieron dejar constancia de su querencia por esta tierra en Sevilla, con «esa luz que me da Sevilla al respirar/ esa luz que me da alma y vida./ Esa luz que nos da fuerza y libertad/ magia y luz en tus calles, Sevilla».

Pero para demostrar que no todo son flores de azahar, coches de caballos, giraldas y torres del oro, otros rockeros, Dogo y los Mercenarios, cantaron en Polígono Sur a esa otra Sevilla con «otras leyes, otras razas», y donde «los niños juegan con fuego y con odio, y el color aceituna se está poniendo amarillo».

Tampoco se plegaban al tópico romántico los O’Funkillo cuando cantaban aquello tan políticamente incorrecto de Arte un waka: «Montao en una barquita/ por el Guadalquivir/ me busco en los bolsillos/ mi bellota de jachís/ y dónde está el mechero/ los papeles de fumar/ que Sevilla en primavera/ a mi me gusta una jartá».

No menos ácidos y canallas se revelaban los Mojinos Escozíos a la hora de aseverar que «Dicen que Sevilla es mu bonita por la noche/ que es el más bello de los lugares/ Pero yo eso no lo se porque a esa hora/ siempre estoy en los bares...»

¿Y quién no ha cantado, al cruzarse con algún cartel con el nombre de la capital andaluza, aquello de Antonio Molina, aunque sea en la versión de Chiquetete o de Los Panchos? «Sevilla tuvo que ser/ Con su lunita plateada/ Testigo de nuestro amor/ Bajo la noche callada...». O esa letra de Arturo pareja-Obregón, que no hace mucho ha interpretado la triunfita Nuria Fergó, y empezaba así: «Me da igual cantar en Sierpes que en la Plaza Nueva./ Pasear por esas callecitas tan estrechas».

Algunos artistas han sido tan constantes en su devoción por la ciudad, que la han convertido casi en una constante en sus letras: es el caso de José Manuel Soto («cuando vuelva a Sevilla en primavera,/ volveré a mis veinte años recorriendo sus callejas;/ Y volveré a olor de los naranjos,/ y a vivir un jueves santo y una mañana de feria»), Ana Reverte («En Sevilla/ donde nació la luz,/ creció el amor que alumbre mi camino»), Rafa Serna, María del Monte, Isabel Fayos y, cómo no, Rafa Almarcha y Siempre Así, por citar algunos de los más fieles. Caso aparte sería el de El Arrebato, que alcanzó su techo con el himno del club de sus amores, pero que también pesa si se trata de computar las veces que ha dicho y ha hecho decir «Y Sevilla, Sevilla, Sevilla...»

Copla, rock, música melódica... Hasta raperos hubo que se decidieron a expresar su visión de la ciudad, como los locales SFDK con S.E.V.I.L.L.A.: «Vivo donde los trescientos fueron tres mil/ donde un puente representa nuestro instinto viril,/ donde gente y el rapero destaca mi grupo/ puso este sitio en el mapa/ los bares de tapas salmuera y barril».

O los controvertidos ídolos adolescentes Gemmeliers, que grabaron Sevilla, el calor de una sonrisa, para decir que «es difícil de explicar que se siente cuando estás,/ a los pies de la Giralda el mundo para de girar./ Sólo déjate llevar, que Sevilla te dará,/ el calor de una sonrisa,/ que jamás olvidarás.// Una ciudad que tiene un color especial,/ en sus calles, en sus parques,/ en sus fiestas, tradiciones y en su arte./ Sus poetas inmortales,/ y su música que suena en todas partes».

Tampoco la canción de autor se olvidó de este rincón. Aunque sean más populares las Habaneras de Cádiz, es imposible olvidar cuando se evoca a Carlos Cano o a María Dolores Pradera las Habaneras de Sevilla: «Se bambolea/ la goleta en el río/ se bambolea,/ que viene de Sanlúcar/ con la marea./ Viva Sevilla/ y los barcos que salen/ pa las Antillas./ Viva Triana/ y los barcos que vienen/ desde La Habana».

En tiempos más recientes, una todoterreno como Merche Corisco ha interpretado un tema como Una noche yo soñé que era Sevilla, mientras que su colega Andrés Suárez hacía lo propio con Si llueve en Sevilla, un tema con referencias algo chocantes: «Como llueve en Sevilla, un otoño marrón/ el hotel es un acto de amor para dos,/ pero tú no estás, vida./ He bajado a la calle,/ me ha subido el calor del acento que quiere escuchar mi colchón/ era un sábado tarde./ Y ahí voy.. doblando una esquina se dobla el amor/ había una morena vendiendo pulseras, gritando veloz, cantando saetas».

Y hasta aquí este recorrido sonoro, necesariamente limitado, por las canciones que se han escrito con Sevilla como protagonista o telón de fondo explícito, aunque a no dudarlo hay muchas más: téngase en cuenta que nos hemos limitado a hablar de música más o menos contemporánea ¡si Turina levantara la cabeza! y hemos omitido las sevillanas y el flamenco en general...

Eso, como es sabido, da por sí solo para varios monográficos especiales.