Un paso más en la evolución

El Circo del Sol vuelve a conquistar al público sevillano con su nueva propuesta, Totem

26 ene 2018 / 12:13 h - Actualizado: 26 ene 2018 / 14:10 h.
"Circo"
  • Una imagen del espectáculo Totem. / El Correo
    Una imagen del espectáculo Totem. / El Correo

El público sevillano, que lleva muchos años recibiendo la periódica visita del Cirque du Soleil, conoce el axioma: cada uno tiene en su memoria sus espectáculos favoritos, pero el mejor es siempre el último. Por mucho que los hayas visto, en las propuestas de la compañía canadiense comparece siempre la sorpresa, una nueva vuelta de tuerca a ese concepto que lleva más de tres décadas revolucionando el mundo del circo y revolucionándose a sí mismo.

La première deTotem, lo último del Circo del Sol, puso de manifiesto, una vez más, todo lo dicho. Hay una parte del espectáculo más o menos previsible, donde el espectador sabe que va a ver acrobacias imposibles, malabarismos para quedarse con la boca abierta, vistosos vestuarios y destellos de humor. Pero lo inesperado es una de las claves del éxito de la compañía, que siempre ofrece números novedosos y una puesta en escena diferente, al servicio de un motivo más o menos concreto.

El de esta ocasión era nada menos que la evolución humana, desde su origen acuático hasta los más sofisticados sueños tecnología. Por ello, la escenografía alude una y otra vez a la naturaleza salvaje, donde criaturas de índole muy diversa van a demostrar sus capacidades. El arranque es rotundo: una familia de anfibios que desarrolla una coreografía impecable entre las barras paralelas y los suelos elásticos mete al público, de inmediato y de cabeza, en la magia.

A partir de ese momento, asombro e hilaridad se alternan durante casi dos horas –descanso incluido– para no dar tregua al espectador. Sería muy largo enumerar los mejores momentos del montaje, porque son todos. Este reseñista destacaría el número del indio de los aros, que es impecable en cuanto a velocidad y precisión, y que más tarde redobla su espectacularidad a dúo, con una india no menos virtuosa. Las figuras orientales aupadas a altísimos monociclos, jugando con vasijas sobre su cabeza, trabajan al límite de lo inverosímil. Las propuestas de trapecio también son de altísimo nivel, así como la contorsionista, que lleva sus movimientos hasta donde muy poca gente en el mundo puede. Y qué decir de los saltadores sobre barras elásticas, absolutamente colosales.

Pero si tuviéramos que quedarnos con un solo artista, creo que elegiríamos al hombre del diávolo. Acompañado por una música aflamencada, deliberadamente tópica, y vestido de torero, ese artista es capaz de hacer con ese juguete cosas verdaderamente increíbles, y además logra que parezcan fáciles. El ojo humano no alcanza a captar todas las virguerías que desplegó en escena. Él, por sí solo, vale el precio de la entrada.

Pero la entrada, claro, incluye mucho más. El personaje italiano, simpatiquísimo, con su guión ligeramente tuneado para la ocasión, llamando “miarma” al respetable, el barquero taciturno o la pareja de trogloditas, provocan constantemente carcajadas y alivian al personal de la tensión que, queramos o no, produce ver a los acróbatas desafiar las leyes de la gravedad.

Por otra parte, no podemos sino destacar el papel que juega la escenografía en el éxito final deTotem. El suelo, las estructuras escénicas y los aparatos que se suceden sobre las tablas operan como un personaje más, y no con poco protagonismo. Las proyecciones en movimiento sobre la rampa, así como el juego de puertas de la pista circular central, son algunos de los grandísimos aciertos de esta propuesta, tanto por el ritmo que permiten imprimir al espectáculo como por los mil y un recursos imaginativos que brinda. El hecho de que una parte de la rampa sea móvil es la guinda del pastel, ylogra efectos únicos. Un acierto incontestable.

También cabe destacar la música, dirigida en esta ocasión por un sevillano, Alejandro Romero. Un diez en composición, pero sobre todo en interpretación en directo, logrando acompañar los movimientos del elenco al milímetro y haciendo que todos los números brillen más. A muchos nos gustaría que los músicos no estuvieran tan escondidos, aunque es evidente que se trata de no disputar visibilidad a los acróbatas. Pero es una gozada esa sensación de asistir a un espectáculo de circo y a un conciertazo al mismo tiempo.

Al estreno de ayer acudieron numerosos rostros conocidos. En primera fila vimos a Los del Río aplaudiendo como locos al final de la función. También asistieron jugadores del Betis y del Cajasol, artistas flamencos como David Palomar o Farruquito, presentadores como Juan y Medio o Jesús Vigorra, toreros, actrices y diseñadores... Y es que los componentes del Circo del Sol son artistas de artistas, ídolos de todos, un escalón superior, e inalcanzable, de la evolución humana.