Cuando Juan Valderrama decía que había que tener un sello en el cante, aunque fuera de Correos, estaba pensando en cantaores como Juan Villar Jiménez (Cádiz, 1947), que fue una revolución en los cantes de Cádiz. La Tacita ha dado a la historia del cante una importante nómina de grandes maestros, desde el legendario Planeta (Cádiz, 1790-Málaga, 1856), pasando por Paquirri, El Mellizo, Aurelio, La Perla, Pericón, Chano Lobato, Beni de Cádiz o Mariana Cornejo.
Juan Villar es otra de las referencias históricas y aún vive y canta, aunque quizá no ocupe el lugar que merece porque tiene una buena discografía y una cerrera jalonada por innumerables éxitos en todo el mundo como cantaor de cuadro -ha sido uno de los mejores cantaores para el baile- y también en solitario, llegando a ser una voz imprescindible en tablaos del prestigio de Los Canasteros y Torres Bermejas, en Madrid, cuando no era fácil ser figura en un tablao.
De los tablaos dio el salto a los festivales andaluces de verano, en los que se midió durante años con las mejores voces: Fosforito, José Menese, La Paquera, María Vargas, Lebrijano, Manuel Agujetas, Terremoto, Enrique Morente, Carmen Linares y Camarón de la Isla. Era un espectáculo ir a uno de estos festivales y escuchar al gaditano cantar por soleá, alegrías, tangos o bulerías. Es que tenía una personalidad arrolladora y no imitaba a nadie, aunque en sus maneras se adivinaran cosas de La Perla o Alfonso de Gaspar.
Juan Villar lo adaptaba todo a su preciosa voz gaditana, de buen metal y estupendamente templada, y no aburría jamás. Recuerdo que a veces iba en carteles con Camarón y que le metía las cabras en el corral al genial cañaílla. Su palo fuerte era la bulería, ahí es donde aportó casi todo lo que le llevó al éxito, pero cantaba tres o cuatro estilos de soleares y lo hacía con una personalidad arrolladora.
Que hable en pasado no quiere decir que se retirara, porque sigue en activo, aunque pasó unos años demasiado apartado de casi todo. Ir a Cádiz y verlo en alguna peña o andando por Santa María o La Viña es algo mágico. Y es frecuente, porque Juan ha sido y es aún un artista cercano al pueblo, a la gente, a los aficionados de a pie, y eso es algo que nunca cae en saco roto.
Quizá por este motivo va a recibir un gran homenaje en el Teatro Falla de Cádiz el próximo día 13 de noviembre, con motivo de sus cincuenta años en el cante. Es un cartel casi insuperable, que será una gran fiesta en Cádiz. Juan podría ser homenajeado en cualquier ciudad de España, pero el homenaje pegaba en Cádiz, su tierra, porque ha sido uno de los que ha llevado por el mundo la escuela gaditana, unas veces cantando atrás y otras delante, en solitario.
Figuras como Rancapino padre y Rancapino chico, su hijo; David Palomar, Carmen de la Jara, Felipe Scapachini, Mari Peña, Herminia Borja, Miguel Lavi y muchos más, estarán en esta cita con Juan Villar para agradecerle, sencillamente, su sello y llevar la friolera de cincuenta años gaditaneando y derramando arrope jondo por el mundo. Un homenaje oportuno y merecido.