Una fastuosa producción del Ballet Nacional

El Ballet Nacional de España, bajo la dirección de Rubén Olmos, inicia en el Teatro de la Maestranza la gira de su última producción, ‘La Bella Otero’

27 may 2022 / 15:57 h - Actualizado: 27 may 2022 / 18:24 h.
"Críticas"
  • Imagen del Teatro de la Maestranza
    Imagen del Teatro de la Maestranza

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El Ballet Nacional de España inició ayer en el Teatro de la Maestranza la gira de su última producción, un fastuoso ballet operístico que gira en torno al personaje de ‘La Bella Otero’ una mítica bailarina española, que llegó a ser considerada como “la reina de la Belle Époque”.

Agustina Carolina del Carmen Otero Iglesias nació en 1868 en Valga, un pueblo de la provincia de Pontevedra, en el seno de una familia muy pobre. A los11 años fue violada por un zapatero de su pueblo. Ese terrible suceso la dejó estéril y estuvo a punto de dejarla sin vida, pero en vez de protección solo encontró rechazo de parte de sus familiares y vecinos. Debido a ello se escapó y pidió asilo en un convento, y aunque se ha difundido que de allí se fugó con un chico que la enseñó a bailar el flamenco y la indujo a prostituirse, lo cierto es que no hay muchos datos fiables de su adolescencia.

Ella escribió su biografía, siendo ya octogenaria, pero se sabe que mucho de los datos que vuelca en ese libro no son verdaderos. No en vano fue una de las primeras artistas que supo crearse un personaje con una aureola estelar, y para ello no dudó en afirmar que tenía ascendencia gitana. El gitanismo era algo que estaba de moda en los ambientes artísticos de su época. Gracias a ese personaje llegó a conquistar a banqueros y reyes que la agasajaron con todo tipo de regalos caros, como joyas e incluso viviendas.

La dramaturgia de Gregorio Acuña-Pohl se centra en la construcción de ese personaje y para ello, más que ajustarse a los hechos históricos, incide en resaltar la personalidad indómita, poderosa y libre de la bailarina, quien supo extraer de los hombres lo que le interesaba sin comprometerse con ninguno. Eso le permitó acumular una considerable nómina de amantes ricos y poderosos, como el banquero Ernest Jurgens, que la sacó del circo y a quien abandonó por el Kaiser Guillermo II, provocando su suicidio. Y no fue el único, según la leyenda fueron unos cuantos los amantes que se suicidaron cuando ella los abandonó por otro hombre aun más rico. Tal vez por ello, Acuña-Pohl se decanta por incluir de una forma bastante explícita el suicidio con un personaje al que el bailarín Fran Velasco interpreta rayando la excelencia.

Con respeto a la coreografía Rubén Olmo se decanta por una suerte de baile flamenco actual con reminiscencias folclóricas del pasado, además de algunos números propios del cabaret y los espectáculos de variedades, con los que Patricia Guerrero, además de brindarnos unas soberbias piezas de baile y un taconeo flamenco con aires de claqué, nos sorprende como cantante.

Para ambientar los gustos de la época y el carácter rebelde del personaje incorpora también Rubén Olmo en el primer acto un fragmento de la ópera ‘Carmen’ de Bizet, mediante un juego de teatro dentro del teatro que no acaba de casar con la historia del personaje, aunque le imprime magnificencia.

A partir de ahí la dramaturgia, aunque con ciertas licencias consigue, en complicidad con la coreografía, contarnos el viaje de vida del personaje hasta su declive cuando, a la edad de 46 años decide dejar los escenarios para instalarse en Niza y dilapidar su fortuna -que se cree que llegó a atesorar 40 millones de dólares de la época- en los casinos de Montecarlo.

Se trata sin duda de una figura que vivió una vida fastuosa, un calificativo que define también a esta producción, que no ha escatimado en medios, humanos y técnicos, para recrear una grandiosa puesta en escena donde la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, la escenografía de Eduardo Moreno y sobre todo el vestuario de Yaiza Pinillos, alcanzan una presencia escénica tan potente, que incluso se situan por encima del baile. Al igual que la música en directo de la orquesta dirigida por Manuel Busto, un batiburrillo de géneros que, junto a la colaboración del cuadro flamenco compuesto por Alejandro Cruz, Agustín Diassera y David Chupete remite, aun sin ceñirse a sus códigos musicales, al universo del cabaret en el que triunfó La Bella Otero.

Título: La Bella Otero

Lugar: Teatro de la Maestranza, 27 de mayo

Compañía: Ballet Nacional de España

Dirección y coreografía: Rubén Olmo

Música: Manuel Busto, Alejandro Cruz, Rubén Díez, Agustín Diassera, Diego Losada, Víctor Márquez, Pau Vallet, Enrique Bermúdez

Dirección musical: Manuel Busto

Músicos invitados: Alejandro Cruz, Agustín Diassera, David Chupete.

Dramaturgia: Gregor Acuña-Pohl

Elenco: Patricia Guerrero (artista invitada), Maribel Gallardo (maestra repetidora del BNE) y bailarines del BNE

Calificación: 4 estrellas