Danza

Una Giselle más romántica todavía

La Compañía Nacional de Danza representa en el Teatro Maestranza una nueva versión del ballet clásico Giselle que transita por los versos de Gustavo Adolfo Bécquer (***)

14 ene 2021 / 16:02 h - Actualizado: 14 ene 2021 / 16:04 h.
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Una versión de Giselle más romántica todavía. Es lo que nos propone el actual director de la Compañía Nacional de Danza Joaquín de la Luz con esta nueva versión del ballet, que se inspira en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer.

Magníficamente recitadas por Pedro Alonso y Ángela Cremonte, las rimas de Bécquer suenan en off al cierre y al principio de cada uno de los dos actos que componen el ballet, y aunque comportan un hermoso recurso no acaban de transitar la obra, que ya que de por sí es plenamente romántica. No en vano fue concebida por Theóphile Gautier, todo un ejemplo de viajero romántico que vuelca en el liberto de este ballet los fundamentos de ese revolucionario movimiento literario.

El ballet está dividido en dos actos que van de lo real a lo sobrenatural. El primero transcurre en un entorno rural, que el libreto original sitúa en los valles cercanos al Rin aunque aquí Juan de la Luz lo emplaza en la sierra del Moncayo, donde Bécquer escribió sus ‘Cartas desde mi celda’. Otra novedad es que, además de los campesinos, las fiestas de la vendimia del primer acto atraen también a turistas vestidos con trajes de estética decimonónica. Con ello, De la Luz pretende aludir a la condición de viajero de Gautier, aunque se trata de un guiño difícil de entender para el público general, y más que enriquecer enturbia el argumento. Por fortuna, en este primer acto el ballet clásico tiene una fuerte impronta teatral que se vuelca en la pantomima, que Borja Ortiz de Gondra perfila con adecuada contención.

A pesar de que el vestuario resulta poco vistoso y los personajes no conforman una composición escénica que potencie la coreografía y el carácter romántico de la obra, la puesta en escena del primer acto consigue perfilar un ambiente cálido, que contrasta con el espíritu trágico del relato, gracias sobre todo a la iluminación de Pedro Chamizo. Todo lo contrario que la segunda parte, en la que ni las luces, ni el vestuario ni la escenografía acaban de definir la atmósfera sobrenatural que envuelve a las Willis, que por desgracia a pesar de su carácter fantasmal no logran emocionarnos.

Por su parte Óliver Díaz dirige la música marcando un estilo personal que abusa un tanto de la radicalidad en cuanto al tempo de algunos pasajes, que pasan de una excesiva rapidez a una lentitud un tanto tediosa. Tal vez por ello el baile y la música no acaben de conseguir el deseado grado de coordinación que cabría esperar. No obstante, cabe destacar la impecable ejecución técnica de Haruhi Otani en su papel de Giselle, así como la versatilidad y capacidad expresiva de Ion Agirretxe como Hilarion y la gracilidad de Alessandro Riga en el papel de Albrecht. Cabe resaltar también el acierto de Juan de la Luz de incluir la danza bolera en el primer acto, con castañuelas incluidas, así como la magnífica interpretación musical de nuestra Real Orquesta Sinfónica que, una vez más, rozó la excelencia.

La ficha

Obra: Giselle
Lugar: Teatro Maestranza, 13 de enero
Compañía: Compañía Nacional de Danza
Música: Adolphe-Charles Adam
Libreto: Borja Ortiz de Gondra y Joaquín De Luz (a partir del original de Jules Henry Vernoy y Theóphile Gautier)
Coreografía y dirección escénica: Joaquín De Luz (a partir de la original de Jules Perrot y Jean Coralli)
Dramaturgia: Borja Ortiz de Gondra
Dirección musical: Óliver Díaz
Interpretación música
: Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Solistas: Haruhi Otani, Alessandro Riga, Álvaro Madrigal, Eva Pérez,Elisabet Biosca, Toby William Mallitt, Cristina Casa, Yanier Gómez
Calificación: 3 estrellas