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Bienal de Flamenco

Una soberbia actuación de Mayte Martín

Mayte Martin ofrece en el recuperado Teatro Lope de Vega una soberbia actuación que forma ya parte de nuestra memoria colectiva del cante flamenco (*****)

01 oct 2022 / 18:11 h - Actualizado: 02 oct 2022 / 14:30 h.
"Flamenco","Bienal de Flamenco"
  • Mayte Martín. / Foto: Claudia Ruíz Caro
    Mayte Martín. / Foto: Claudia Ruíz Caro

Una voz que sale del escenario y se expande por el teatro hasta desatar un fenómeno de emoción compartida, sanadora y reconstituyente. Es lo que nos ofreció Mayte Martín, dentro del marco de la Bienal de Flamenco, el pasado 29 de septiembre en el Teatro Lope de Vega. Una soberbia actuación que se quedará para siempre grabada en nuestra memoria.

Con un semblante serio, y una actitud que ella mismo calificó como de “reconcentrada”, Mayte Martín salió al escenario y abrió el recital con Los Campanilleros, un villacinco que popularizó una de sus cantaoras que más admira: La Niña de la Puebla. Con la interpetación de ese tema la cantaora barcelonesa nos adelantó ya la experiencia única que íbamos a vivir. Porque única es la manera en la que hace suyo el cante de sus maestros y maestras, con esa voz portentosa, capaz de recogerse hasta alcanzar sublimes cotas de lirismo y expandirse hasta llegar a las notas más altas y conmovedoras sin necesidad de gritar. Con ese timbre tan personal suyo, dulce y doliente a un tiempo. Y esa impecable forma serena de abordar el recital, con unos acompañantes de lujo, como David Domínguez, que le prestó una colorida y delicada percusión, y los guitarristas Paco Cruzado y Ángel Flores que les brindaron un toque de perfecto empaste y unos exquisitos arreglos para esa petenera con aires de música sefardí que ella denominó como ‘mestiza’ y también para la zambra, ‘La Tana’.

Tras esos primeros temas José Galvez tomó el relevo de la sonanta para acompañar a la maestra con un toque prodigioso e imaginativo en los cantes de levante y las malagueñas- que como cabría esperar Martín colmó de melismas y hondura- y rotundo en las seguiriyas, cuyo torrente de solemnidad y desgarro se tornó dulzura en la voz de Mayte con esa letra que rinde homenaje a nuestros mayores: “Mi pare y mi mare, que viejitos son...”

A esas alturas el duende flotaba ya en el ambiente. El público, totalmente entregado, no paraba de animar e incluso darle las gracias a la cantaora catalana por habernos devuelto el embrujo del cante flamenco. Y todavía nos quedaban, de nuevo con las guitarras de Paco Cruzado y Ángel Flores y la percusión de David Domínguez, unas luminosas cantiñas y unas armoniosas bulerías con las que Mayte hizo un guiño al público sevillano metiendo a compás la copla María de las Mercedes. Y entonces quiso acordarse también de otro de sus mitos: Atahualpa Yupanqui. Se sumó a los músicos el contrabajo de Miguel Ángel Cordero, y Mayte nos cantó Milonga del solitario, que no es flamenca, pero tiene su atmósfera. Al igual que S.O.S, un tema que se ha convertido ya en todo un himno que el público reconoció nada más entonar la guitarra sus primeros acordes. Lo mismo que ocurrió con las sevillanas Que también es de Sevilla, con las que Martín homenajeó a Manuel Pareja de Obregón y El lenguaje de la Flores, con el que se acordó de otro maestro imprescindible en la historia del cante: Enrique Morente.

Todo un recorrido de cantes que confirman a Mayte Martín como una cantaora enciclopédica, cuyo absoluto dominio del lenguaje flamenco le permite prescindir de cualquier efecto. Cante flamenco del bueno, nada más ¡y nada menos!

La ficha

Obra: Flamenco íntimo
Lugar: Teatro Lope de Vega, 29 de septiembre
Cante: Mayte Martín
Guitarras: José Galvez, Paco Cruzado y Ángel Flores
Percusión: David Domínguez
Contrabajista: Miguel Ángel Cordero
Calificación: 5 estrellas


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