Un arduo proceso de investigación sobre el baile flamenco y su corporeidad. Es lo que propone Juan Carlos Lérida con esta propuesta, una suerte de performance tan arriesgada como ecléctica que, junto con Al Toque (2010) y Al Cante (2012), cierra una singular trilogía que gira en torno al estudio de las formas de expresión del flamenco.
Al igual que las dos piezas anteriores, en esta obra se mezclan diversos estilos y lenguajes. Desde la primera escena los tres intérpretes se ensalzan en un provocador ejercicio de interacción corporal que transita por la danza contemporánea y el flamenco, aunque los pasos y las figuras se quedan sin terminar, conformando una especie de continuo fragmentario un tanto exasperante, aunque dado su carácter paródico en algunos momentos llega a provocar la risa del respetable.
Lérida juega a descomponer una y otra vez las imágenes junto con sus compañeros, a quienes intenta inocular el veneno del taconeo. Y al igual que ocurre en cualquier actuación de flamenco, no parece someterse a ningún orden aparente, aunque todo está en su sitio. Pero mientras el flamenco se rige por un cauce de comunicación ritual que le posibilita dar rienda suelta a las emociones, aquí el discurso parte de un ejercicio intelectual que, en cierta manera, las reprime. Por fortuna, en el último acto el protagonista viaja a su infancia para indagar hasta qué punto su cuerpo lleva impresa, de forma indeleble, la huella del flamenco. En ese momento el relato, que hasta entonces no era más que mera búsqueda, concreta su objetivo delimitando un discurso tan desgarrador como emotivo.
Obra: Al baile
Lugar: Teatro Maestranza, Sala Manuel García, 2 de noviembre
Dirección y coreografía: Juan Carlos Lérida
Dramaturgia: Roberto Romei
Calificación: ***