Final Copa del Rey 2022

«De padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasión llamada Betis»

Abuelos junto a los nietos, padres que han pasado muchos años abonando beticismo, orgullosos de llevar a sus hijos a una final, todos unidos bajo el escudo de trece barras que hoy han sumado una más

24 abr 2022 / 01:28 h - Actualizado: 24 abr 2022 / 01:31 h.
"Final Copa del Rey 2022"
  • Los jugadores del Betis tras recibir el trofeo que les acredita campeones de la Copa del Rey al derrotar al Valencia en la tanda de penaltis en el encuentro que han disputado en el estadio de La Cartuja de Sevilla. EFE/Julio Muñoz
    Los jugadores del Betis tras recibir el trofeo que les acredita campeones de la Copa del Rey al derrotar al Valencia en la tanda de penaltis en el encuentro que han disputado en el estadio de La Cartuja de Sevilla. EFE/Julio Muñoz

Circunda un anillo del Benito Villamarín y está cincelada a fuego en los adentros de las miles de gargantas que este sábado gritaron 'Betis, Betis' con el agónico título de Copa del Rey, el tercero en la historia verdiblanca, logrado en La Cartuja, que se transmutó en Heliópolis porque en él estaba esa esencia, el arcano verdiblanco como el sudor de debajo de la Macarena, esa pasión que se transmite "de padres a hijos, de abuelos a nietos".

Un titular de un bético añorado y nunca perdido, Manolo Ramírez, Fernández de Córdoba en las crónicas deportivas, sintetiza para los restos esa pasión incondicional, esa forma de entender el fútbol y la vida que es el beticismo que este sábado ante el Valencia, hasta el final para no defraudar a los ancestros, ha reunido a varias generaciones de béticos desde primeras horas de la mañana que el blanco y verde ha tomado todas las calles de Sevilla a pesar de la lluvia que ha caído a lo largo del día.

De las páginas del ABC de Sevilla pasó al estadio Villamarín, que ya no es el recoleto recinto en el que se alimentaron los sueños y las resistencias de tantas generaciones que han conocido cimas y simas, títulos como el liguero de 1935 y travesías del desierto como la de la Tercera, alegrías y fatigas que han cincelado el estoicismo y la idiosincrasia de un afición que lleva grabada a fuego en su genética la incondicionalidad.

Béticos que fueron campeones de la primera Copa del Rey en 1977, que sufrieron las decepción de la perdida en 1997 y el éxtasis de la de 2005, todas en el Vicente Calderón, amuleto del beticismo, han salido este sábado a las calles de Sevilla con sus hijos y sus nietos y el denominador común del 'Beti, Beti', clásico y evocador en sus sones de´England, England' de Wembley.

Ya casi no se cantan los clásicos, las nuevas generaciones y sus ritmos han tomado el relevo, pero subyace lo mismo que han transmitido hasta bisabuelos pese a que el 'arriba el Betis campeón somos campeones de España en el Vicente Calderón' ha dado paso al "ale, ale, Real Betis Balompié, tienes que ganar la Copa, a la Plaza Nueva hay que volver", y ahí han vuelto, junto al 'Rey Don San Fernando' que inmortalizó el sevillista Silvio.

Joaquín era Sierra Vallejo, 'Quino'; Canales, Julio Cardeñosa; Álex Moreno, Rafael Gordillo; unos veían Luis del Sol, otros a Antonio Benítez, los de más allá a José Ramón Esnaola o a Edú, o a Oliveira, porque lo que había allí eran once que se ponía la misma camiseta y el mismo escudo de las trece barras, el Betis de siempre.

Abuelos junto a los nietos, padres que han pasado muchos años abonando beticismo, orgullosos de llevar a sus hijos a una final, todos unidos bajo el escudo de trece barras que hoy han sumado una más a su historial junto al título de Copa, la de Joaquín Sánchez el gran capitán que ha puesto un colofón verde y oro a una carrera a la que no se le ve fin, como a los lances que ha dado con su capote en La Cartuja, Curro Romero arriba de testigo.

Heliópolis, la casa de los béticos, ha sido un epicentro, pero las arterias de la ciudad han ido bombeando beticismo durante todo el día hasta el centro de Sevilla y, desde ahí, todos hacia la isla de La Cartuja en las dos horas previas al partido, en las que el autobús del equipo verdiblanco fue acompañado por riadas de béticos en los casi diez kilómetros que separan el Villamarín del recinto donde se jugó la final.

Cuarenta mil gargantas han acompañado en la distancia al Betis en el Benito Villamarín, donde se instaló una pantalla gigante para seguir la final, y más de veinte mil en La Cartuja en una situación que, pese a la experiencia acumulada, el entrenador verdiblanco ha confesado que no había visto nada similar.

Han cambiado los cánticos, los sones, pero el fondo es el mismo, esa pasión llamada Betis, que pasa de padres a hijo y de abuelos a nietos, y que se recita con la música de Wembley, gane o pierda: hoy salió cara, sufriendo, pero cara.