El Betis y sus circunstancias

CONTRACRÓNICA. Entre Jordi Amat, Martínez Munuera y la teatralización de Laporte el equipo de Setién se topó con un cambio al destino que iba a procurarse con su buena media hora de fútbol. Pesó después más la doble sensación de injusticia que la fe en intentar salvar la situación.

22 dic 2017 / 23:31 h - Actualizado: 23 dic 2017 / 00:41 h.
"Fútbol","Primera División"
  • Barragán camina cabizbajo tras el tanto de Feddal en propia puerta. / Manuel Gómez
    Barragán camina cabizbajo tras el tanto de Feddal en propia puerta. / Manuel Gómez

Probablemente no hay un equipo en el mundo al que pueda aplicarse mejor el principio filosófico de José Ortega y Gassett: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Del contexto general al particular, del Betis será lo que quieran los béticos, aquellos de entonces, aquellos de ahora, en esa búsqueda permanente de acabar con su mito de Sísifo. El equipo de Setién volvió a toparse con una situación que decidió su destino. Entre Jordi Amat y Martínez Munuera, que juzgó una interpretación en vez de un hecho, lo que creyó una consecuencia de una patada que no existió por teatralizacion de Laporte, que provocó un punto de inflexión en un partido que el once verdiblanco dominaba con mano firme. Eso sí, como otros tantos días, todo le fluía hasta que arrimaba la pelota al balcón del área, sobre todo por los afluentes exteriores, pero entonces, la intención pocas veces se concretaba en acciones de verdadero trance. Y es en las áreas donde un equipo de fútbol puede cambiar sus circunstancias y salvarse a sí mismo.

En ese balón al poste que desvió Herrerín tras el chut de la mejor versión de Camarasa, o en ese otro que sólo el Ojo de Halcón puede determinar si cruzó la línea, situaciones para variar un partido que transformó la jugada protagonizada por Amat, Laporte y Martínez Munuera. Después, diez contra once, el Betis de Setién tardó demasiado en despojarse del sentimiento doble de injusticia, por lo que había merecido su primera buena media hora de fútbol, y por esa decisión del colegiado que le puso por detrás en el marcador.

Jugaba contra el peor Athletic en años, vulnerable incluso con esa tremenda ventaja. El Betis creyó menos en sus posibilidades de lo que desde fuera se podía palpar. Llegó por fuera varias veces, pero interpretó mal el último pase, buscando a Sergio León de la forma más favorable para los centrales y menos para las características del cordobés. Y luego llegó el tanto de Feddal, el que le hizo pensar que hay circunstancias contra las que no se puede luchar. Cuando el Betis logre cambiar sus circunstancias históricas, seguro priorizará más sus posibilidades para superar sus límites en la adversidad. La piedra no tiene por qué caer eternamente si se construyen condiciones frente al azar.