El peligro de competir por Mikel Merino con un club vasco... que no es SAD

El Athletic y la Real disfrutan de privilegios fiscales asociados al Concierto Económico con Euskadi y, en el caso de los ‘leones’, a no ser sociedad anónima deportiva. El Betis intenta convencer al pivote a pesar de su posición de teórica desventaja

03 jun 2018 / 07:00 h - Actualizado: 03 jun 2018 / 17:32 h.
"Real Betis"
  • Mikel Merino posa en su presentación como jugador del Newcastle, en el verano de 2017 / Newcastle United
    Mikel Merino posa en su presentación como jugador del Newcastle, en el verano de 2017 / Newcastle United

Al margen de lo que ocurra con Fabián, con cuyos agentes prevé reunirse en los próximos días para ofrecer una importante mejora de salario y el correspondiente aumento de la cláusula de rescisión, el Betis piensa destinar una de sus grandes inversiones veraniegas a un mediocentro que compita o se alterne con Javi García. El favorito número uno de la dirección deportiva, que no es lo mismo que candidato número uno, es Mikel Merino. El pamplonés reúne varios de los requisitos que han marcado la política de fichajes del club verdiblanco desde la llegada de Lorenzo Serra Ferrer, como conocer la Liga española. Pero he aquí que el Betis se topa con un problema derivado de otro problema. Por un lado, entre otros rivales, tiene la competencia del Athletic y la Real Sociedad. Y por otro, esos clubes disfrutan de una ventaja económica no relacionada con su potencial, sino con la fiscalidad del País Vasco. El Betis lo sabe y, obviamente, no le gusta nada de nada.

Desde finales del siglo XIX, Euskadi tiene un Concierto Económico propio con el Estado que le permite decidir su IRPF o su impuesto de sociedades, entre otros. Futbolísticamente hablando, las diputaciones forales pactaron con los clubes hace más de dos décadas estancar la tributación de los deportistas profesionales en el capítulo de las rentas irregulares a cambio de eliminar la red de sociedades que creaban los asesores de los jugadores para así tributar menos. Eso se traduce en que los jugadores españoles que militan en los equipos de Euskadi pagan menos impuestos que el resto de compañeros del territorio nacional. Los futbolistas y los que no son futbolistas. En números concretos, por ejemplo, un club de esa comunidad abonaba un 24% en impuestos a la hora de pagar a un profesional. Los clubes que no son ni vascos ni navarros, en cambio, tienen un tipo máximo de IRPF del 45%. Si el Athletic fichase a Merino y le ofreciese una ficha anual de un millón de euros, desembolsaría 240.000 euros en impuestos; el Betis, en las mismas condiciones, unos 450.000. Los futbolistas firman basándose en el neto, ya que el bruto es asumido por los clubes.

El agravio, aumentado además al no ser sociedad anónima deportiva, resultaba tan evidente que hasta la Comisión Europea, en julio de 2016, obligó al Athletic a devolver varios millones de euros por considerar que había disfrutado de privilegios fiscales, ya que no tributaba (como entidad parcialmente exenta) igual que otras empresas de la provincia o que las SAD, sometidas al régimen general del impuesto sobre sociedades. De hecho, la Diputación Foral subió esa tasa del 21% al 28% a raíz de esa reclamación. En todo caso, en 2017 se pactó una nueva reforma fiscal en Euskadi que reducía el tipo nominal del impuesto de sociedades del 28% al 24% en grandes empresas y al 20% en las pymes. Y es más: a día de hoy, ni el Athletic ha devuelto esa cantidad ni Hacienda se lo ha exigido. Hasta los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) protestaron en 2013 y 2016 por ese trato de favor a los clubes que no son SAD.

El caso es que el Athletic y la Real disponen de ventajas con que no cuenta el Betis, que por supuesto sí puede apelar a su situación deportiva (jugará en Europa, no como los leones y los donostiarras), y eso puede complicar la ya de por sí dificultosa operación para contratar a Mikel Merino. De ahí que haya otros nombres en la libreta de Serra Ferrer, como el noruego Sander Berge, que ahora milita en el Genk belga, al que llegó procedente del Valerenga en enero de 2017 por 2 millones. Ahora vale hasta cinco veces más.

El club de La Palmera no sólo piensa en él para el presente, porque lo ve preparado para jugar en Primera, sino también como una gran inversión para el futuro, en previsión de una gran venta multimillonaria a dos o tres años vista. Pero tampoco es un fichaje fácil porque, obviamente, a Berge también lo han visto otros equipos, incluidos el Sevilla, el Monaco o, más recientemente, el Valencia. El chaval, de 20 años, se lesionó en octubre y volvió a estar operativo para los dos últimos partidos de los play off, a finales de mayo.

Y hablando del fútbol belga, allí milita también otro nombre apuntado en la agenda bética para el centro del campo: Leander Dendoncker. Tiene 23 años, pertenece al Anderlecht y, si bien no es la prioridad para la dirección deportiva, puede ser una alternativa si el club no puede atar a los que están delante de él en ese escalafón.