Recibir un deseo siempre es plato de buen gusto. La llegada de Guido Rodríguez al Real Betis, un centrocampista de corte defensivo para el centro del campo, era la demandada por Rubi y por la propia afición que, partido tras partido, echaba en falta un jugador que fuera capaz de aportar características propias de un pivote que cubriese el campo y ayudara en tareas de corte a la última línea del equipo.
No obstante, la apuesta de su fichaje parece, por ahora, ser prematura en un equipo que necesita a un jugador de garantías en esa posición de inmediato. No por el rodaje y la adaptación al estilo marcado por Rubi, que lo ha tenido desde su llegada en este mercado, sino por su bajo estado de forma.
Sin dudar de su calidad ni de su poderío físico (es internacional y mide 1,85 metros), el argentino no ha desembarcado en el Benito Villamarín en condiciones óptimas, y en una competición como la española eso se hace notar, principalmente en la fortaleza del ritmo liguero y la velocidad que exige el juego, lejanas de las demandadas en el América mexicano, su anterior club.
La situación que atraviesa el argentino se asemeja a otras incorporaciones béticas invernales procedentes de América Latina, como son los casos de Leandro Damiao o Diego Láinez, quienes tampoco llegaron en buen estado de forma a la capital andaluza.
Hasta la fecha, Guido ha disputado dos de los tres últimos partidos de la Liga Santander (en casa ante la Real Sociedad y en Ipurua frente al Eibar) y fue titular en Copa del Rey ante el Rayo Vallecano, pudiendo verificar, de este modo, las diferencias existentes entre el fútbol español y el mexicano. Este domingo 9 de febrero (21:00 horas) tendrá una nueva oportunidad, si sale de titular ante el Barcelona en la casa heliopolitana, para demostrar si, verdaderamente, puede aportar al equipo para lo que resta de temporada.