Buena era la fortuna que estaba aportando Edgar González al Real Betis. Hasta el pasado domingo, el central había logrado convertirse en talismán para los suyos, pues sus partidos se contaban por victorias. Racing de Santander -partido de ida de la eliminatoria copera de la pasada temporada donde debutó a las órdenes de Quique Setién el 1 de noviembre de 2018- Valencia, Athletic, Antoniano, Portugalete y Real Sociedad han sido testigos de honor de la flor que ha acompañado al jugador. Incluso, el pasado jueves en la eliminatoria de Copa del Rey en la que los béticos fueron eliminados por el Rayo Vallecano en la tanda de penaltis, el equipo continuó invicto -el de San Juan Despí no fue titular-.
Por desgracia para los suyos, el Getafe actuó como su verdugo, en el encuentro en el que los de Rubi cayeron en el Coliseo Alfonso Pérez por 1 a 0 gracias a un gol de un más que dudoso penalti anotado por Ángel en los últimos minutos. Sin embargo, la derrota no es óbice para desmerecer, en absoluto, la labor desempeñada hasta el momento por el joven central de 22 años.
Su 1,93 metros le permite sobresalir en todas las jugadas aéreas, especialmente en las defensivas, donde su técnico lo ha colocado como tercer central e incluso por delante de la misma en más de alguna ocasión, en la que ha demostrado su buen salida de balón, más allá de una colocación propia de un jugador con mayor experiencia. Al mismo tiempo, la apuesta y confianza de Rubi ha exaltado, no sólo la impresión de los aficionados sino al propio Edgar. El mismo que la pasada campaña sólo disputó el encuentro copero, mencionado anteriormente, a las órdenes de Setién. Parece ser que, por ahora, las dudas sobre su promoción al primer equipo se han disipado por completo.