Mandi: «Sé qué es la mala leche, pero no es mi estilo»

ENTREVISTA. «El Betis cambia mucho de técnico, pero espero que Setién esté muchos años aquí», afirma el central más titular del conjunto verdiblanco, que tras dos años en la casa ve potencial para estar «a la altura del Atlético de Madrid»

26 dic 2017 / 07:00 h - Actualizado: 26 dic 2017 / 13:01 h.
"Real Betis","Mandi"
  • Aïssa Mandi posa en la ciudad deportiva después de uno de los últimos entrenamientos antes de las vacaciones / Manuel Gómez
    Aïssa Mandi posa en la ciudad deportiva después de uno de los últimos entrenamientos antes de las vacaciones / Manuel Gómez
  • El central argelino, poco amigo de los reportajes fotográficos, se ve «un poco mejor» que en su primer año en el Betis / Manuel Gómez
    El central argelino, poco amigo de los reportajes fotográficos, se ve «un poco mejor» que en su primer año en el Betis / Manuel Gómez

—¿Cómo está el ánimo del grupo?

—Hicimos un buen partido contra el Atlético y ganamos en Málaga, pero no estamos en un buen momento, no ganamos y no ganamos, aunque ese partido del Atlético es el camino a seguir. Defensiva y ofensivamente fue un partido casi completo.

—La afición los pitó precisamente ese mismo día. ¿Es comprensible?

—Sí, es su única manera de protestar, aunque luego hicimos una buena actuación y al final nos apoyaron.

—En algún momento de esa crisis antes de Málaga hubo quien dudó del entrenador.

—Me encanta la manera de jugar del míster y creo que todo el equipo está con él. Hemos demostrado que podemos hacer buenos partidos, como ese ante uno de los mejores equipos de Europa. En el grupo no dudamos del míster.

—Van siete jornadas buenas y ocho o nueve malas. ¿El Betis del principio es recuperable?

—En el partido ante el Atlético demostramos que fuimos el equipo que habíamos sido antes y más. En mi opinión y la de mucha gente, fue el mejor partido del Betis en el año, aunque perdimos.

—¿Puede ser que la victoria en el Bernabéu les hiciese al final más mal que bien? Por las altísimas expectativas que generó, vamos.

—La gente quizá esperase más del Betis porque ganamos al Madrid, pero nuestra forma de jugar no ha cambiado para nada desde que ganamos allí. El partido siguiente fue el Levante y ganamos 4-0. Para nosotros no cambió nada. Para los otros equipos puede ser. Quizá están más atentos o estudian más nuestra forma de jugar.

—¿Qué siente un defensa cuando su equipo recibe seis goles del Valencia, cinco del Eibar y cinco del Cádiz?

—No estamos muy orgullosos de encajar tantos goles, pero no es un problema sólo de la defensa y el portero, sino del equipo. Cuando marcamos goles, la pelota sale desde atrás, desde el portero. Y, al contrario, todo el mundo tiene que defender. Trabajamos para arreglar ese problema todos los días, pero estamos en un momento un poco especial, ganamos pocos partidos y la confianza es un poco menor que antes.

—¿El equipo sale con más tensión de la recomendable?

—Un poco más, porque tenemos un poco más de presión que antes. Seis jornadas sin ganar fueron muchas.

—¿El estilo es innegociable?

—Estamos muy contentos de jugar así, pero hay que ganar partidos para valorar el trabajo que hacemos en los entrenamientos. En las siete primeras jornadas jugamos de la misma manera. No sé por qué no podemos ganar de nuevo con este estilo. Debemos jugar igual que contra el Atlético, pero ganando.

—Se dice que un equipo juega como entrena. ¿Y el Betis?

—No. Entrenamos muy, muy bien. Todos los días damos todo en los entrenamientos, pero la mala racha sin ganar fue muy larga. Y luego hicimos un cambio fenomenal contra el Atlético pero la diferencia no se notó. En Málaga teníamos que ganar sí o sí.

—¿Este Betis puede ser un equipo sólido alguna vez?

—Pienso que sí. Contra el Celta, por ejemplo, todos defendimos juntos en nuestro campo en los treinta últimos minutos. Podemos hacerlo de nuevo. Intentamos jugar bien teniendo la pelota mucho tiempo, pero también defendiendo a muerte cuando no la tenemos.

—¿Un defensa está más expuesto a la crítica con este estilo que propicia esos espacios entre la zaga y los que atacan?

—No sé si hay mucho espacio, pero intentamos jugar más arriba y hay mucho espacio atrás. Es un riesgo que queremos los centrales y estamos de acuerdo con el míster. El problema es colectivo, pero no digo que alguien no quiera defender.

—¿Qué valoración hace de su temporada en particular?

—Me gusta la manera de jugar que tenemos. Estoy un poco menos feliz porque no ganamos, pero hay muy buen ambiente y me siento muy bien en el equipo.

—Ya advirtió el año pasado que la primera temporada era la más difícil. ¿Se ve mejor en esta segunda?

—Creo que tengo un poco más de confianza y que me he adaptado a la Liga española. El año pasado era la primera vez que cambiaba de ciudad y equipo, había estado dieciséis años en el mismo club y el cambio fue brutal. También me aparté de mi familia, que en Francia vivía muy cerca de mí. Eran otro idioma, otra forma de ver el fútbol, otra forma de vivir. Y tuve dos o tres lesiones, dos cambios de entrenador... No fue fácil adaptarse en esas condiciones, pero he aprendido mucho y creo que estoy no mucho mejor, pero sí mejor que el año pasado.

—¿Le sorprendió tanta inestabilidad en el banquillo?

—No lo podía saber, pero sé que la afición es exigente. Había visto que el Betis cambiaba mucho de entrenador y espero que este míster se quede aquí muchos años. Todo el mundo está encantado con la forma de jugar.

—¿Mandi es un defensa blando? ¿Le falta mala leche, con perdón?

—Cada uno tiene su opinión. Sé qué es tener mala leche, pero no es mi manera de jugar. Quiero ser no limpio, pero sí agresivo. Puede ser que tenga que mejorar esto, aunque no estoy de acuerdo con que sea blando.

—Fue un ídolo en el Stade de Reims. ¿Siente que en el Betis le falta un largo camino para eso?

—No creo que fuese un ídolo. La afición me veía un poco como un hombre de la casa, igual que Joaquín aquí. No quiero ser un ídolo, quiero hacer mi trabajo y estar lo mejor posible para el equipo.

—¿Es difícil que un defensa sea un referente para la afición con este estilo?

—No quiero ser una referencia ni que la afición cante mi nombre. Hay delanteros que son más referentes para la afición, es normal. Sólo quiero ser uno más del equipo y no encajar goles.

—Hace pareja con Feddal. ¿Cómo se llevan un argelino y un marroquí?

—Es muy buena gente, nos llevamos muy bien y podemos hablarnos en francés (ríe). No hay rivalidad. Es más, somos hermanos. Entre los países hay rivalidad, pero aquí estamos en el mismo equipo.

—Una curiosidad: ¿la Navidad significa algo para usted?

—En Francia se celebra bastante. Yo no mucho, soy musulmán, pero respeto todo.

—¿Y el Año Nuevo?

—Sí, pero ahora mismo no es igual que antes. Tengo la sensación de que se celebra un poco menos, ¿no? Pregunto. ¿Aquí más? Sí, tengo la sensación de que aquí hay muchos más días de fiesta que en Francia (ríe).

—Argelia no irá al Mundial. ¿No es sorprendente?

—Es sorprendente y no lo es también, no hicimos una buena calificación y hemos cambiado mucho de entrenador. Creo que tuvimos cuatro en seis partidos. No pudimos hacer mucho más, pero todo el mundo tiene su culpabilidad: los entrenadores, los jugadores... Como en el Betis, es un problema de equipo.

—Hablando de la selección, usted ha coincidido allí con Boudebouz. Aquí no ha dado todo lo que puede dar, ¿no?

—Claro que no. Él está de acuerdo con usted y quiere estar mucho mejor, pero para eso tiene que jugar más partidos, viene de una lesión muy complicada, muy jodida, y tiene que jugar mucho para tener más ritmo. Confío mucho en él, sé que va a ser un ídolo en el equipo y para la afición por su manera de jugar. Antes de venir le dije que tenía que firmar aquí porque el míster, el ambiente y la afición que hay iban a ser muy buenos para él, pero esa lesión es muy jodida.

—Usted coincidió con Krychowiak en el Reims. ¿Le aconsejó venir a Sevilla?

—No hablé con él, hablé con Kadir, que aquí fue un poco irregular pero me habló muy bien del Betis. Me dijo las cosas buenas y las malas. Es un hermano, jugué con él en Argelia y me contó todo.

—¿Y usted recomendaría a un amigo venir al Betis?

—Sí, claro, estamos muy bien aquí. Esta misma mañana me he dicho a mí mismo en el coche, yo solo, que somos unos privilegiados por jugar aquí. Tenemos todo para funcionar. La última vez que hablé con Ryad [Boudebouz] le dije que si todo salía bien, podríamos estar a la altura del Atlético. Son dos clubes parecidos. Con el míster, el equipo que tenemos, la afición y el estadio, podemos ser mucho mejor club de lo que ya somos.

—Así que el Betis debería pelear por Europa...

—No sé, poco a poco. Este año no sé, si salimos de este momento un poco malo puede ser, pero no puedo ver más lejos.

—Siempre ha destacado la ayuda de su familia, pero sobre todo de su madre.

—Siempre. Estoy aquí gracias a ella porque me ha dado todo. Estuvo viviendo conmigo y trabajó mucho para que a mí no me faltase nada. Le doy gracias todos los días, pero no hay suficientes días para que se lo agradezca porque es enorme lo que ha hecho por mí y por otras personas, como mi hermano y mi hermana. Ahora tengo una familia propia, con mi mujer y mi niña, que me ayudan mucho todos los días. Cuando perdemos un partido y estoy enfadado, vuelvo a mi casa y cambia porque mi niña, que tiene un año, me da alegría. Ella nació aquí. Si me quedo mucho tiempo, hablará español mejor que yo (ríe).

—Su madre prefería que hiciese baloncesto o judo, ¿no?

—Baloncesto no, judo. Con el fútbol estás fuera y ella prefería que me quedase en casa para verme. En España no hace mucho frío y cuando la madre viene a ver al hijo no lo pasa mal, pero en Francia tiene que quedarse dos horas mientras llueve o hace -2 o -3 grados. Es muy difícil, pero hizo todo eso para que yo fuese futbolista. Cuando me fui de Châlons-en-Champagne a Reims se vino a vivir conmigo. Hizo todos los sacrificios posibles para que fuese futbolista.

—¿Es verdad que aquella prueba para la cantera del Reims era para su hermano?

—Eso es. Mi hermano Nadji era el que iba a hacer las pruebas, yo no sabía que hacían las pruebas para niños de mi edad e iba con ropa de calle, zapatos... Pero salió bien y jugué 16 años con ese club.

—Le gustaba el fútbol desde chico, está claro.

—Sí, desde siempre. Demasiado (ríe)... Jugaba con todo, hacíamos una bola con los calcetines y jugaba con mi hermano. Siempre fútbol.

—Dice su madre que es el mejor hijo que una madre podría tener.

—No sé si es verdad. Creo que no porque tengo un carácter especial, pero si ella lo dice (ríe)...

—Y sin embargo no decidió que quería ser futbolista hasta que tuvo 15 o 16 años.

—Sí, era un placer jugar con los amigos pero no quería hacer del fútbol mi profesión. Hasta los 15 años no sabía qué quería hacer, pero después sólo quería ser futbolista, nada más. No podía pensar en otra cosa que no fuese ser futbolista. Estudié un bachillerato de economía social, pero ahora mismo no sé por qué hice eso (ríe).

—¿Y cuál es su sueño ahora que tiene 26 años?

—Como futbolista mi sueño es ser mejor siempre y entrenarme muy duro para mejorar todo y hacer la mejor carrera posible. Todo el mundo piensa en la Champions o los títulos, pero tengo que mejorar mucho para llegar a eso. Y a nivel personal, tener una buena familia y ser feliz todos los días cuando llego a mi casa.

—También juega en África con su selección. Nada que ver con Europa, ¿verdad?

—Es muy diferente. Somos unos privilegiados por jugar al fútbol y, en mi caso, jugar para mi país y viajar mucho. He visto un montón de países. He podido ver diez o quince sólo por jugar al fútbol. Y no hablo sólo del fútbol, sino de ver Europa, ver el mundo, hablar con la gente...

—El Betis no gana al Sevilla desde hace mucho. ¿Será diferente esta vez?

—Espero (ríe). Estamos trabajando bien y esperamos que este año sea el bueno.

—¿Qué le parece el Sevilla?

—No hemos visto muchos partidos. El último puede ser el del Real Madrid. No puedo decir muchas cosas del equipo.