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- Jugadores del Betis tras el 2-1 del viernes y tras el 2-0 en Villarreal hace una vuelta. El gesto es idéntico / LFP-Efe
El Betis tiene mañana una oportunidad para arreglar el estropicio que se causó a sí mismo el viernes en el campo del Espanyol, donde perdió un partido que tenía ganado en el minuto 87, entre otras razones porque Víctor modificó el dibujo que le había permitido adquirir ventaja en el marcador para rehacerlo a la defensiva, con la entrada escalonada de Petros y Álex Martínez por Rubén Castro y Brasanac, respectivamente. La ocasión de redimirse no es sencilla, ya que el partido es contra el Villarreal, que acaba de bajar a la sexta plaza después de ser víctima del Eibar... y de Ocón Arráiz, que lo perjudicó gravemente el sábado. El conjunto amarillo ya ganó al Betis en la primera vuelta por un claro 2-0. No fue un partido cualquiera: fue el último de Gustavo Poyet en el banquillo heliopolitano.
Una vuelta de Liga más tarde, la mejoría que buscaron los dirigentes con el cambio de entrenador no pasa de la más absoluta teoría. Miguel Torrecilla lo denominó «sensaciones». El Betis no juega al fútbol tan horriblemente mal como hacía con el míster uruguayo; su sistema defensivo hace menos aguas que antes, aunque desde luego no es un modelo de fiabilidad; y Rubén Castro y Sanabria han marcado casi todos sus goles en esta nueva etapa. Todo eso es cierto, pero no suficiente. Y la clasificación dicta una sentencia irrecurrible: antes de visitar El Madrigal y condenar a su técnico, el Betis era decimotercero; dieciocho partidos después, es decimocuarto.
La situación, por tanto, sigue siendo la misma. El conjunto de La Palmera está en tierra de nadie, que ha sido su hábitat durante toda la campaña, y la única diferencia es que su margen sobre la zona de descenso es bastante más tranquilizadora que antes. Cuando Poyet preparaba ese enfrentamiento contra el Villarreal, tras diez jornadas de Liga, su equipo apenas disponía de dos puntos más que el antepenúltimo, entonces y ahora el Sporting (11 y 9 puntos, respectivamente). Ahora son nueve, ya que la derrota en el RCDE Stadium y el empate del Sporting en el Sánchez-Pizjuán reducen ese margen en un punto respecto a la anterior jornada.
La diferencia respecto al objetivo oficial, el décimo puesto, no disminuye sino que aumenta. Al borde del despido, Poyet tenía al Betis a dos puntos de Las Palmas, que en aquella primera semana de noviembre cerraba la mitad alta de la clasificación. El hueco se ha ido agrandando poco a poco desde entonces y ahora mismo está en nueve puntos, aunque es provisional. El décimo es el Alavés, con 40 puntos, pero el conjunto que tiene justo detrás, el Celta, aún debe jugar dos partidos (hoy contra Las Palmas y más adelante el aplazado frente al Real Madrid) y cuenta con 38, así que está en disposición de superar a los vitorianos y, lógicamente, ampliar la desventaja del Betis.
Gran parte del abismo que separa a los verdiblancos de su meta se ha generado en lo que va de 2017. No es extraño, ya que apenas han ganado tres partidos desde el 1 de enero: Leganés (2-0), Málaga (1-2) y Osasuna (2-0). De hecho, al acabar el año (derrota en Mendizorroza), el Betis todavía tenía la décima plaza a sólo tres puntos.