Ni dignidad ni orgullo

CONTRACRÓNICA. El bochorno de Leganés refleja la situación de un club huérfano de referentes que marquen el camino tanto en el vestuario como en la institución. Si este grupo de futbolistas se permite semejante infamia es que en el Betis ocurre algo muy grave.

09 may 2017 / 00:36 h - Actualizado: 09 may 2017 / 20:04 h.
  • Szymanowski marca de penalti el primer gol de su equipo ante el Real Betis.
    Szymanowski marca de penalti el primer gol de su equipo ante el Real Betis.

En la competición, cuando no hay objetivos no hay nada, pero esa dejación de dignidad a la que se atrevió ayer en Butarque el conjunto de Víctor Sánchez del Amo es imperdonable. El Villamarín tiene la oportunidad el próximo domingo de recordarles a estos futbolistas que cuando se ponen esa camiseta, cuando defienden ese escudo, hay que tener, como condición sine qua non, orgullo y vergüenza. Fue una falta de respeto a la que es imposible buscarle una coartada, en un mundo, el del fútbol profesional, donde a los futbolistas se les permiten tantas.

El Betis de esta temporada ha sido un fiasco, pero por si no había hecho el ridículo suficiente, se permitió el lujo de arrastrar el escudo de las trece barras. El bochorno no hace sino reflejar, una vez más, la debilidad de una institución que no ha logrado sentar siquiera las bases de los valores que deben presidir su camino. De arriba a abajo, de abajo a arriba, el Betis va dando bandazos sin lograr regenerar su médula, de crear el caldo de cultivo para estar a la altura de su afición y las expectativas a las que tiene que hacer frente. No se trata de éste o aquél entrenador. Ya no cuela buscar una tabla de salvación, otra más, o tal vez, tirando más arriba, del director deportivo. El Betis no necesita buenos gestores, ni siquiera buenos béticos, porque esos ya están en las gradas. Necesita referentes capaces de crear una cultura ganadora, y que ni un solo futbolista tenga dudas de lo que supone ponerse un día de mayo cualquiera en Butarque, la camiseta del Betis, haya o no un objetivo tangible en juego.

El Betis de Víctor ya era cadáver el día del Alavés, pero ayer le clavaron la tapa. Primero cayó Poyet y ahora lo hará Víctor. Si alguien pensó que en el vestuario del Betis sólo había que hacer algunos retoques de calidad, aquí tiene una y mil razones para pensar que tendrán que ser muchos, que deberían ser muchos. Cuando un capitán como Antonio Adán no se atreve ya a asegurar que su equipo tendrá una actitud en el siguiente partido acorde al escudo que representan, es que algo muy grave ocurre, y no sólo en la caseta. Algo muy grave ocurre en el Real Betis Balompié.