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Poyet: «La calentura y la agresividad nublan a la afición del Betis»

«Mi experiencia allí fue la peor que tuve como entrenador», asegura el uruguayo, que dice que se encontró «algo totalmente diferente» a lo que había vivido como jugador cuando visitó el Villamarín. «Acepto mi responsabilidad, pero las condiciones para que el equipo jugara bien no estaban dadas», añade

09 ene 2017 / 12:51 h - Actualizado: 10 ene 2017 / 18:01 h.
"Real Betis","Gustavo Poyet"
  • Gustavo Poyet, en un entrenamiento de esta temporada en la ciudad deportiva / Manuel Gómez
    Gustavo Poyet, en un entrenamiento de esta temporada en la ciudad deportiva / Manuel Gómez

Gustavo Poyet dejó de ser entrenador del Betis hace ya varias semanas y ahora dirige al Shanghai Shenhua, pero su etapa verdiblanca es reciente y no la olvida. Para mal. Así lo vuelve a dejar claro en unas llamativas declaraciones al diario deportivo uruguayo Ovación en las que asegura que en Heliópolis se encontró «algo totalmente diferente» a lo que esperaba, hasta el punto de que atribuye a la afición una «agresividad o calentura» que la «nubla a la hora de ser realistas».

«No le he contado esto a mucha gente, pero mi experiencia en Betis fue la peor que tuve como entrenador», confiesa Poyet, que ahora está de pretemporada en Okinawa (Japón). «Fue todo muy inesperado. No tengo mucha explicación de lo que pasó. Fui a dirigir al Betis por una sola razón: la afición del equipo. Por el recuerdo que yo tenía, de los años 90 y pico, de lo que era ir a jugar al estadio Benito Villamarín. Era una hermosura aunque fuera en contra. Era un lugar espectacular para ir. Y me encontré con algo totalmente diferente», lamenta.

Según el técnico charrúa, se topó con «una situación alterada, con mucho nerviosismo y mucha división, mucha agresividad». «Ellos mismos dicen que están hartos de todo lo que está pasando, pero toda esa agresividad, o esa calentura, los nubla a la hora de ser realistas. Y eso fue en contra del equipo, independientemente de que los resultados no ayudaron», añade.

«Yo acepto mi responsabilidad, pero las condiciones para que el equipo jugara bien y se soltara no estaban dadas. Hay cosas que no pueden ir juntas, aunque uno crea que sí. Y entonces era mejor que se terminara. No había que darle más vueltas. Me fui muy desilusionado y dolido», sentencia Poyet.