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David García increpa a Dani Ceballos, tendido en el suelo. / Pepo Herrera
Hasta hoy el Betis era el único equipo de Primera, junto a FC Barcelona y Deportivo, que no había perdido dos partidos oficiales seguidos en lo que va de temporada. Mal que bien, los de Mel, desde la bochornosa derrota ante el Athletic (1-3) de hace un par de meses, iban haciendo malabarismos sobre el alambre, sumando victorias pírricas pero muy valiosas (Málaga, Levante), empates honorables (Celta, Sevilla), derrotas lógicas (Atlético, Barcelona), otras harto preocupantes (Las Palmas), y por medio dejando en la cuneta al Sporting en la Copa. Veinte puntos en diecisiete partidos. Aceptable. Pero llegó el Eibar y rompió el alambre. Un 0-4 sin paliativos que provocó los primeros gritos de la grada en contra de Pepe Mel que se recuerdan en el Villamarín. Algunos dirán que lo raro es que no se hubieran escuchado antes. Y posiblemente no les faltará razón, pues son siete partidos seguidos ya, más de cuatro meses, sin ganar en campo propio. Y eso no hay cuerpo que lo aguante, por muy Pepe Mel que seas y hayas subido dos veces al Betis o lo hayas metido en la Europa League. Los cánticos contra el entrenador se oyeron tras el 0-3 de Adrián (el hijo de Míchel), partieron de Gol Norte y tuvieron eco en Gol Sur tras recorrer tibiamente todo el estadio, pues no fueron un clamor, ni mucho menos. La gente empezó a marcharse tras el tercer gol de los eibarreses, pese a quedar aún veinte minutos de juego.
La pasada campaña ya hubo un conato de cántico anti-Mel el día de otra bochornosa derrota (1-3) ante el Leganés, la primera en 16 partidos desde la destitución de Julio Velázquez. El meneo aquel día de los pepineros fue incluso superior al de los armeros hoy. El Betis seguía líder pero nadie daba un duro por él, visto lo visto. Después de ese lamentable partido, los verdiblancos sumaron cinco victorias seguidas, un empate, y otras cuatro victorias, y subieron con la gorra. Luego perdieron los dos intrascendentes últimos partidos ante Tenerife y Sporting.
Desde entonces no perdía el Betis dos partidos seguidos, así que si a las primeras de cambio toda solución pasa por echar al entrenador, mal vamos. Mel tiene sus defectos y también sus virtudes. Y al Betis ha sabido sacarle partido casi siempre. En este terrorífico mes de enero que se avecina deberá dar lo mejor de sí mismo para rehacer al equipo y volver a hacerlo competitivo, aunque a nadie escapa que se avecinan curvas: Sevilla, Getafe, Sevilla, Villarreal, Real Madrid, Real Sociedad y la posibilidad de más copas si se elimina al eterno rival.
Claro que, aparte de Mel, también Maciá deberá dar la talla y demostrar sus dotes de director deportivo, pues es evidente que el plantel es manifiestamente mejorable y ahora es el momento de reforzarlo y de que el consejo ponga a su disposición el dinero necesario para hacerlo, ya que es mucho lo que está en juego.