Víctor, entre el uno y el noventa

CONTRACRÓNICA. El entrenador pensó que los aficionados no entendieron bien el motivo del cambio pero en realidad fue él quien no comprendió que los pitos tienen que ver con su propuesta. En el Día del Betis, el bético dejó claro, otra vez, que no se conforma.

16 abr 2017 / 23:58 h - Actualizado: 17 abr 2017 / 00:21 h.
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  • Víctor Sánchez habla con Dani Ceballos antes de que el utrerano saltara al césped. / Jesús Barrera
    Víctor Sánchez habla con Dani Ceballos antes de que el utrerano saltara al césped. / Jesús Barrera

El Betis ganó pero el bético no se conforma. Sacó adelante un partido tan difícil por la confrontación con el ambiente de frustración como por las hechuras de uno de los equipos más sólidos y estables de la Liga. Un duelo paradigmático, de exposición de realidades, intercambiadas a fuerza de los aciertos de unos y los muchos desaciertos de los otros. El Eibar luchando por plaza europea y el Betis por salvarse. Mendilibar llega renovado y Víctor en el centro de la diana de los pitos. Seguro que en esa reacción hay parte de injusticia, porque en el ‘Víctor vete ya’ van incluidos otros implicados, con mucha mayor responsabilidad.

En el Día del Betis, al Betis le fue todo de cara, pese a la irrupción de un virus que hizo pensar en todo lo contrario. El virus puso en el campo a Jonas Martin y el francés cabeceó perfecto a la red un centro estupendo de Rafa Navarro cuando aún no había sudor en las camisetas. El virus mandó a la titularidad a Joaquín y fue el mejor de los de verde y blanco. Su sustitución encabritó a la grada, que ya mostró su descontento en el calentamiento. Víctor cree que la gente no entendió su movimiento de piezas, pero en realidad el que no comprendió nada fue el entrenador madrileño. El aficionado pita la propuesta, que el Betis ofrezca tan poco, no ya que no mande en un partido en su estadio, sino que en muchas fases del partido no dé dos pases seguidos, que pese a los cinco defensas en situaciones sin balón, esté a merced del rival.

Joaquín representa lo que Dani Ceballos: más allá de la calidad reconocible son una expectativa, lo impredecible, la sorpresa, la exquisitez. Mereció la pena estar allí por el golazo del 89’, por el golazo del primer minuto. ¿Y el resto? La filosofía de este entrenador sólo se sostiene en el largo plazo por los resultados. Incluso cumplido el sine qua non, habría controversia, pero sería más que defendible.

Al fin y al cabo, al fútbol se juega para ganar, pero lo que Víctor puede considerar accesorio se convierte en trascendente si no se gana y se vuelve a ganar. Con la salvación a buen recaudo, es momento de empezar a pensar en el modelo. El Betis sabe lo que quiere ser, lo que tiene que ser, pero debe pensar también en la forma de conseguirlo. Esos pitos son una pista.