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A 17 de octubre... y el Sevilla sin sello todavía

El equipo de Berizzo cosecha su peor derrota y confirma un hecho innegable: no compite como debe en las citas exigentes y sufre incluso en las asequibles. Van trece partidos oficiales y aún no se ve la mano del técnico, del que se espera muchísimo más

17 oct 2017 / 23:32 h - Actualizado: 18 oct 2017 / 12:08 h.
"Sevilla FC","Eduardo Berizzo"
  • Promes cabecea sin oposición en la jugada del 1-0. / Efe
    Promes cabecea sin oposición en la jugada del 1-0. / Efe

En el fútbol se puede perder, pero no de la forma en que lo hizo este martes el Sevilla en Moscú, donde dio una pésima imagen y dejó a su afición congelada. Recibir la friolera de cinco goles lo dice absolutamente todo, por mucho que dispusiera de ocasiones clarísimas para marcar e incluso para cambiar con ellas el sino del encuentro en varias fases del mismo. El fútbol, el fútbol de verdad, exige, como mínimo, equilibrio y éste brilló por su ausencia frente a un Spartak al que el Sevilla revitalizó en la lucha por la clasificación para la siguiente fase de la Champions.

Lo más preocupante, más allá de la virulencia de la derrota (la segunda más abultada en torneos europeos tras el 8-0 frente al Real Madrid en 1958), es que no sorprende. Con el calendario quitando ya la hoja del 17 de octubre, Eduardo Berizzo sigue sin imprimir al Sevilla un sello claro, definido; ese sello que debe tener todo equipo que se precie.

Podrá esgrimirse como argumento contrario la situación del equipo en la Liga, donde actualmente ocupa el quinto puesto, a dos puntos del segundo clasificado. Incluso podría decirse que estaba arriba en el grupo de la Champions hasta este mismo martes. Todos esos datos son reales, cierto es, pero también hay que extraer otras lecturas que abren el ángulo a la hora de analizar la situación.

La lectura que quizá habría que hacer es la que habla de un Sevilla incapaz de competir como se espera en las citas exigentes. Es difícil que no tenga buenos momentos en cada partido, que no haga cosas bien, algo que también es justo resaltar, pero resulta impropio de las expectativas generadas y, sobre todo, del potencial del plantel sufrir derrotas en las que el rival te supera aprovechando primero tus errores y, luego, el desorden en el que te sumerges hasta arrastrarte hacia el caos.

Ni la brillante actuación del guardameta ruso, ni nada de nada puede ser excusa. Un equipo de verdad si no tiene acierto en ataque porque no es su mejor día, lo que no puede hacer es ser un auténtico despropósito a la hora de defender. El sonrojo de Moscú fue mayúsculo y mete una presión enorme a este Sevilla que viene dando muestras de carecer de identidad propia, de equilibrio, de tener algo más allá de si es un buen día o no.

Sufrió y mucho en el playoff de la Champions, sufrió en Getafe, goleó al Eibar en casa, las pasó canutas en Liverpool, lo pasó mal en Girona, ganó también por la mínima en casa a la UD Palmas, perdió sin remisión y sin presentar prácticamente batalla en el Metropolitano frente al Atlético, goleó al Maribor –perdió este martes 0-7 ante el Liverpool, lo que da una idea de su nivel-, ganó al alicaído Málaga y decepcionó en San Mamés antes de vivir en Moscú un serio correctivo que dirige gran parte de las miradas hacia Berizzo.

El Sevilla, como la mayoría de equipos, tiene muchas caras nuevas, está en fase de ensamblaje si se quiere, pero el tiempo pasa y no se ve la mano del técnico por ahora. Y ahora, a Mestalla, donde sólo vale reaccionar. Sí o sí.