Cambiar para que nada cambie

CONTRACRÓNICA. Esta Supercopa la ganó el Barça y ha retratado al presidente de la Federación Española, nuevo en el cargo pero con el proceder de siempre en la casa

13 ago 2018 / 01:22 h - Actualizado: 13 ago 2018 / 01:29 h.
"Fútbol"
  • Luis Muriel y Ter Stegen. / Efe
    Luis Muriel y Ter Stegen. / Efe

Concluye una Supercopa de España que ha olido a habitación cerrada. En la Federación Española de Fútbol puede haber cambio de presidente pero no parece que sea Luis Rubiales quien se decida a ventilar la escena. Cambian las personas pero no desaparece esa vieja forma de actuar que pone en tela de juicio la equidistancia a la hora de abordar los intereses de los distintos equipos, que deberían ser tratados en igualdad. Hay un recelo histórico justificado porque los dos grandes, el Real Madrid y el FC Barcelona, han tenido siempre un trato diferencial, batallando por tener la mayor influencia posible sobre las personas que toman allí las decisiones.

«En la federación hay que estar», una frase de pasilleo que se ha oído siempre en las oficinas de cualquier club, consolidando esa sensación de que las decisiones y hasta los reglamentos se podían poner de parte jugando bien las cartas en los despachos, donde se ponen sobre la mesa los apoyos que un día sirvieron para poner al interlocutor en ese sillón.

La nueva Federación Española queda en tela de juicio con los acontecimientos que han tenido lugar con la organización de esta Supercopa. Mejor dicho, desorganización. El Barcelona tenía un problema de fechas por sus millonarios bolos de pretemporada y Rubiales pasó a partido único, bajo el falaz argumento de una incompatibilidad con el convenio de los futbolistas profesionales y sus innegociables descansos. Profesionales a los que luego convirtió en amateurs, de nuevo para solucionar un problema con el inexistente pasaporte del azulgrana Coutinho. La barra libre de jugadores extracomunitarios, sin ninguna base jurídica, entra en la historia de los mayores escándalos diseñados en Las Rozas. Que salga Javier Tebas, presidente de la Liga, a defender al Sevilla (no por el Sevilla, sino por su guerra con Rubiales) ha acabado por rematar esta tragicomedia con espectáculo nocturno en la ondas para nostálgicos del maestro García.

Y claro, a partir de aquí, no hay forma de no dudar. Incluso con la pretendida ausencia del VAR en un primer momento, y que tuvo que dar el gol de Sarabia. La mano derecha del presidente de la RFEF es Andreu Camps, barcelonés de Reus, secretario general de la federación y uno de los profesionales del derecho deportivo de mayor prestigio de este país, quien formara parte del TAD (Tribunal Administrativo del Deporte). ¿Cómo es posible que haya dado fe al caso de los extracomunitarios en la Supercopa? El vicepresidente económico es Andreu Subies, expresidente de la Federación Catalana y uno de los grandes apoyos de Rubiales cuando con el vacío de poder por la detención de Villar supieron montar la estrategia ganadora. Así que el Barça sigue manteniendo buen feeling con la RFEF, como en estos últimos años y la RFEF sigue oliendo a naftalina. Cambiar para que nada cambie.