El estilo gana al minuto 93

El Sevilla perdió, pero la filosofía Sampaoli ganó crédito de cara al futuro

10 ago 2016 / 01:21 h - Actualizado: 10 ago 2016 / 01:28 h.
"Sevilla FC","Vitolo","Sampaoli","Franco Vázquez"
  • Los jugadores del Sevilla, tras la final de Trondheim. / Efe
    Los jugadores del Sevilla, tras la final de Trondheim. / Efe

No quería ganar de cualquier forma y no perdió de cualquier manera el Sevilla de Sampaoli. En ese exceso de verbo en las vísperas, con la intención de explicar hasta qué punto es irrenunciable el estilo y la filosofía que quiere implantar, resultó que el entrenador argentino salió vencedor aun en la derrota, porque el conjunto de Nervión expuso en Trondheim muchas y buenas razones para creer en esta apuesta por semejante cambio radical. Hasta el 93’ el Sevilla FC fue mejor que el Real Madrid, tuvo las ideas más claras, expuso cómo quiere comportarse para ganar, dibujó una intención, frente a un rival que le cedió, sin rubor, el balón, entendiendo que en los errores del campeón de la Europa League hallaría la llave para agarrar el trofeo. En definitiva, al Madrid le bastaba con ganar de cualquier manera, que pueden ser individualmente muchas dada la enorme calidad de sus futbolistas, pese a las bajas de varias de sus estrellas, y a este Sevilla con ADN ganador de una década ya no le vale solo con ganar, sino que va a intentar hacerlo con una propuesta ciertamente virtuosa.

Era una prueba de fuego, porque el estilo Sampaoli conlleva vivir con riesgo, exige casi la excelencia, más ante un rival de esta traza, exige la perfección en la presión tan adelantada, la precisión absoluta en la circulación de balón, porque con tantos futbolistas en la vanguardia, acompañando las líneas de pase en el ataque, cualquier fallo es mortal. Y el imperfecto Sevilla del 9 de agosto cometió errores, pero estuvo a un palmo de levantar su segunda Supercopa de Europa con todo merecimiento. Un sevillano criado en la carretera de Utrera lo evitó en ese minuto 93 que constata, una vez más, la suerte histórica del Madrid en las finales pero también que además de jugar con sello y estilo hay que saber cerrar estos partidos, después de una remontada que dejó, más allá del brillo colectivo, improntas de clase y talento individuales.

No por conocido, hay que volver, cada día, a subrayar la gigantesca figura de Vitolo, el futbolista total más que nunca, porque cuando el Sevilla jugaba casi con ocho, porque ni Pareja ni Kiyotake podían ni moverse, se colocó de lateral y siguió siendo el mejor, como en el otro área, donde hizo picar a Sergio Ramos para dar la oportunidad a Konoplyanka de ser uno de los héroes. Acabó siendo villano por esa descorazonadora forma de perder el balón cuando su equipo, sin aire, estaba tan cerca de lograr la machada de buscar de nuevo una oportunidad en los penaltis, sostenido por Sergio Rico.

Lástima, porque el Sevilla mereció de nuevo campeonar durante 93 minutos, en los que emergió el acierto del fichaje de Franco Vázquez. El italo-argentino, apodado el Mudo, vaya si habla, y se explaya, en el campo. Enorme partido, lo hizo todo bien. Marcó un golazo con esa zurda de seda que posee, esconde el balón como pocos y siempre entiende el juego. Otro motivo más para creer en este Sevilla que perdió una final pero ganó un estilo que promete ganar otras.