Fiesta por el derbi que no existe

No hubo ida y mucho menos vuelta. El sevillismo olía la sangre, y con su equipo jugando al tran tran, tuvo el regodeo que deseaba. No hay comparación posible

13 ene 2016 / 00:22 h - Actualizado: 13 ene 2016 / 00:43 h.
"Fútbol","Copa del Rey"
  • Los jugadores celebran la victoria con el RSP entregado. / Manuel Gómez
    Los jugadores celebran la victoria con el RSP entregado. / Manuel Gómez

Que vuelva el Betis porque Sevilla se ha quedado sin derbi. Son dos equipos de nivel tan dispar que la comparación, simplemente, no es posible. Quizás los más viejos del lugar tengan conciencia de alguna etapa en la que la distancia entre el Sevilla y el Betis, el Betis y el Sevilla haya sido semejante. Sideral. Este derbi, esta eliminatoria de Copa, ha venido a reflejar la evolución y la involución o el inmovilismo, de uno y otro en la última década. Nervión era consciente de que se presentaba una oportunidad única (o tal vez no, veremos) para asestar un golpe durísimo al eterno rival, un golpe jerárquico, un baile en el que airear su status. Y lo logró.

El gol de Reyes en el tercer minuto no sólo terminó de colocar al Sevilla FC en los cuartos de final, sino que disparó la adrenalina de Nervión, que olía la sangre y alentaba a su equipo a buscar el destrozo. El equipo de Unai Emery se movía al tran tran, y en ese ritmo pachanguero protocolarizado por N’Zonzi se movía tan cómodo que resultaba más hiriente si cabe. Para un espectador neutral el partido seguro resultó aburrido, de bostezo, porque no había competición, no comparecía la emoción intrínseca de un encuentro de Copa, y más si se trata de un duelo entre el Sevilla y el Betis. Tocando de aquí para allá, como en un rondo de entrenamiento, los nervionenses descosían cuando querían al equipo de Juan Merino, cuya presencia sólo sirvió para hacer conjeturas en la previa sobre un Betis mejor. Todo lo contrario. Y no fue un gran Sevilla, para más inri, fue un Sevilla con ausentes por descanso y ausentes porque no están aunque salten al campo. Fue el caso de Konoplyanka, desaparecido desde hace semanas. Desperdició una buena ocasión para engancharse en un partido con todas las facilidades para lucirse. Fernando Llorente escuchó pitos de la grada, que se hubiesen repetido en el cambio. Emery tuvo el acierto, tal vez pensando en lo que podía ocurrir, de camuflarlo con una doble sustitución, con Reyes recogiendo su merecida ovación. Y la pareja que entró llevaba el tercer tanto entre manos. En segundos. Krohn-Dehli y Gameiro, que hizo el tercer tanto de su cuenta en tres días. Y para rematar, hasta Kakuta se apuntó a la fiesta, con su primer gol como sevillista. Fiesta del Sevilla y duelo por el derbi que no existe.