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El exjugador del Real Madrid Isco Alarcón celebra el último título de Liga tras el partido con el RCD Espanyol. EFE/Mariscal/Archivo
El pasado domingo empezó con una noticia que ocupaba todas las portadas deportivas: Isco había fichado por el Sevilla. El club hispalense llevaba meses detrás del jugador del Madrid, que parecía tener otras tímidas ofertas de equipos españoles, y finalmente el jugador acabó llegando a Nervión, con una bajada significativa de su salario. Un movimiento que puede considerarse la mayor apuesta de este mercado, pues el rendimiento que este jugador puede ofrecer aún es un misterio.
El movimiento de Monchi parece claro en la teoría: sacarle partido a un jugador de gran talento, que, por estar de capa caída, ha hecho posible su traspaso. Se trata de recuperar a aquel crack de inicios de la década pasada que se desvaneció con el pasar de las temporadas en el Real Madrid.
En este tipo de retos, el Sevilla tiene un claro antecedente: ya lo hizo con Nasri. El caso del francés comparte características con el del malagueño: aprovechar la calidad de un jugador decaído por ‘x’ circunstancias y agregar esa chispa de ilusión en la afición. Podrían tener en común el no tener un estado de forma óptimo, pero el nuevo fichaje del Sevilla ha mejorado por completo en este aspecto en verano, y el propio Monchi se lo ha reconocido.
El verdadero riesgo de la operación reside en que este movimiento vuelve a saltarse la línea de los jugadores ‘revalorizables’. Si bien Isco podría volver a ser el que era, el jugador acabará contrato con 32 años, factor que el mercado actual no perdona, salvo contadas excepciones. Tampoco cubre la falta de músculo visible en el centro del campo del Sevilla, pues el malagueño no es precisamente defensivo. Lo que está claro que aportará serán pases al hueco, una mejor conexión de la medular con los delanteros y, en definitiva, esa magia que caracteriza a este tipo de futbolistas.
Lo que posiblemente esperan desde la dirección del equipo hispalense es que el jugador suponga un buen aporte deportivo a corto plazo, dejando a un lado el componente económico. No obstante, es seguro que esta operación ha devuelto la ilusión -o al menos, un poco de ella- a una afición que lo necesitaba desde hace varios meses.