Un rebujito perfecto de formas de fallar ocasiones. Una auténtica escopeta de feria. Una montaña rusa constante de sensaciones. Un túnel del terror en la Liga. Una noche de pescaíto (en blanco) eterna. Hay muchos símiles feriantes perfectamente aplicables a este Sevilla que de nuevo dio una exhibición de cómo tirar a la basura un partido ante un rival superado. Le pasó en Vigo ante un Celta pobrísimo que acabó dándose un festín y casi le pasó en Riazor ante un Dépor planificando ya su retorno a la Segunda. Añadan a la lista encuentros como el Sevilla-Valencia, el Sevilla-United, el Sevilla-Barça, el Sevilla-Levante o el Sevilla-Getafe, entre otros. No hay equipo que se sobreponga a un defecto tan determinante como la alarmante falta de puntería sevillista. El Sevilla mejoró su eficacia defensiva en este 2018 para paliar los efectos terroríficos de su pobrísima pegada, pero el problema sigue ahí. Y tela de gordo.
Es cierto que, además, absolutamente nada le sale bien en la Liga, pero el conjunto nervionense, su entrenador, debe centrarse en lo que sí depende directamente de él. ¿Por qué jugadores como Roque Mesa, Geis, Sandro o David Soria han jugado tan poco? ¿Por qué Ganso está castigado? ¿Es posible convertir a Correa en un jugador que aporte algo más que intenciones ingenuas? ¿Por qué ha tenido que llegar Sandro para descubrir un arma tan útil como el disparo a la portería contraria? ¿Pueden los veteranos o un entrenador italiano (¡italiano!) inculcar oficio en las venas del equipo? ¿Por qué diablos no va a estar cabreado el sevillista?
No deja de ser extrañísima esta temporada para un Sevilla que esta vez rotó a lo bestia, como no podía ser de otra forma, aunque menos que un Barcelona que no arriesgó con titulares salvo en el tramo final. Debe andar sonriente Ernesto Valverde (y sus dos porterazos) viendo cómo de desviado tiene el punto de mira un Sevilla al menos esperanzado en ofrecer su mejor versión en el Wanda Metropolitano, justo donde empezó a transformarse en un equipo de verdad. Sin gol, pero de verdad. El Sevilla sigue siendo un milagro. Tiene una defensa apañada y un centro del campo espectacular pero ha sido débil entre los palos y clamoroso arriba. No tiene las uñas afiladas y le espera un gigante al que se le puede hacer daño con balas de verdad. A ver si en Marbella...