Más fichajes... y luego paciencia

La apuesta de Machín agrada en un Sevilla que sabe que su plan requiere más refuerzos y tiempo

13 ago 2018 / 22:22 h - Actualizado: 18 ago 2018 / 21:43 h.
"Sevilla FC","José Castro","Joaquín Caparrós","Pablo Machín"
  • Alineación titular del Sevilla en la final de la Supercopa de España del pasado domingo ante el Barcelona, en Tánger. / Efe
    Alineación titular del Sevilla en la final de la Supercopa de España del pasado domingo ante el Barcelona, en Tánger. / Efe

A menos de una semana para el inicio de la Liga y tras cuatro partidos oficiales ya disputados, al Sevilla de Pablo Machín ya se le ven algunas maneras interesantes aunque aún muy lejos del objetivo final que plantea el técnico soriano. Tres partidos ante rivales de inferior nivel (Újpest y Zalgiris) y otro ante un gigante como el Barcelona han mostrado la capacidad de Machín para adoptar diferentes roles en el terreno de juego: el de dominador y el dominado, sobre todo. Frente al Újpest controló la posesión y generó muchas ocasiones de gol, incluidas varias a balón parado, aspecto en el que se nota que hay más trabajo que en pasadas temporadas (también a la hora de defender); casi lo mismo ocurrió contra el Zalgiris, aunque con un porcentaje ínfimo de acierto arriba y varias descoordinaciones defensivas que permitieron, eso sí, mostrar en acción al nuevo portero, Vaclik. Ante el Barça el soriano trazó un plan opuesto: líneas juntas, carrileros sin demasiada proyección en ataque, vigilancias en el centro del campo y velocidad (relativa) arriba. Un avance táctico que no es nada del otro mundo pero que sí es destacable tras la temporada pasada.

Pero a dos semanas mal contadas para el cierre del mercado de fichajes, la realidad muestra que el Sevilla necesita más piezas para que no le ocurra lo del curso anterior: intentar desarrollar un plan sin los elementos más adecuados para ello. Lo sabe, evidentemente, Machín, pero también la dirección deportiva, que ha intensificado los movimientos para dotar al equipo de más velocidad y gol arriba, primordialmente. Con Ben Yedder cabizbajo pero parte de la plantilla –no se descartan sorpresas en cuanto al francés en forma de salida, lo que empujaría al club a buscar otro delantero centro, cosa que por ahora no hace–, la zona a reforzar es la mediapunta, donde sólo aporta gol Sarabia y un poco Muriel, quien sí encaja por su velocidad, de la que carece Nolito.

Nzonzi, a la Roma

Aunque al Sevilla le queda más. Para empezar, en el centro del campo: la Roma de Monchi se va a llevar a una de las estrellas, Nzonzi, por 30 millones (su cláusula es de 40, de los que se quedaría con 35, pues el resto le pertenecereía al padre. Su sustituto llegará (Joao Mario, Gabriel Pires...), pero parte de la cantidad total será reinvertida en ataque. Mientras, Roque Mesa ya hace de Nzonzi junto a Banega; Amadou, por su parte aporta fuerza e intensidad. El nuevo perfil que buscaría el Sevilla sería más físico. Igualmente, busca un segundo portero, pues Soriano se quedaría por detrás de Vaclik (quien ha tenido bastante protagonismo, la mayoría positivo, en este inicio de la temporada) sólo en el caso de que no encuentre nada factible el club en el mercado. Machín, además, tiene seis centrales (Pareja, Carriço, Gnagnon, Sergi Gómez, Kjaer y Mercado) y jugará con tres, pero el primero no convence y tiene abierta la puerta de salida. Berrocal es una apuesta de cantera que no disgusta a Machín, pero si el mercado ofrece una oportunidad interesante, la dirección deportiva actuará.

El rival directo

Quedó patente en la Supercopa que Machín debe ahondar en varios detalles. Igual que se nota su mano en las jugadas de estrategia (con margen de mejora aún), el Sevilla sigue adoleciendo de una falta de oficio clamorosa en determinadas situaciones que se antojan repetitivas en las últimas temporadas en varios jugadores que ya deberían haber aprendido la lección. Por ahora, las sensaciones de los dirigentes sevillistas con la pieza clave del proyecto, Machín, son excelentes, sabedores de que tienen que ponerle encima de la mesa más ingredientes para el objetivo general marcado: no perder comba con el rival más directo, el Valencia, con poderío Champions en estos momentos y un entrenador que ya tiene sus bases asentadas en Mestalla.

Nerviosismo exterior

Las dos cosas le faltan ahora mismo al Sevilla, que lucha de puertas para afuera contra la incertidumbre general y el nerviosismo particular de una parte de su exigente afición. Incertidumbre por desconocer el rendimiento del nuevo equipo de dirigentes de una dirección deportiva ya contrastada de sobra, tras el fracaso de la apuesta anterior del criticado José Castro (Óscar Arias) y la añoranza de Monchi. Y nerviosismo porque el Valencia ha realizado fichajes de altura, sobre todo en ataque (el deseado Batshuayi y el exnervionense Gameiro) y porque el Villarreal lleva invertidos alrededor de 40 millones de euros sólo en la parcela ofensiva. Sin olvidar lo que puedan incomodar equipos de un escalón inferior, algunos con mucho dinero (la Real Sociedad de Asier Garitano) y otros con un proyecto ambicioso (el Athletic Club de Eduardo Berizzo) o con un crecimiento aparentemente notable (Real Betis).

Un buen arranque

La clave para que un giro como el que ha efectuado el Sevilla tenga éxito es la paciencia, concepto en vías de extinción en el fútbol profesional y en un ambiente de necesidad como el que rodea al club de Nervión por lo anteriormente expuesto y las malas sensaciones del curso precedente. Es menester recordar un cambio parecido, el de 2013 con Emery y una revolución en la plantilla. Aquel estaba diseñado para dar resultados a tres años vista, aunque todo se adelantó sobremanera tras un comienzo horrible y la calma de Del Nido y Monchi (presidente y director deportivo) en aquellos instantes. De ahí la importancia de un buen inicio que dé oxígeno al proyecto Machín, que ofrece a 14 de agosto sensaciones de todo tipo pero entre las que sobresale una palpable: con los ajustes necesarios y un apretón de tuercas general puede salir bastante bien.