Nervión recuperó sus estrellas

Volvió la Champions y regresó el mejor Sevilla

15 sep 2015 / 23:18 h - Actualizado: 16 sep 2015 / 16:53 h.
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  • Los jugadores del Sevilla saludan a la afición tras la victoria. / M. G.
    Los jugadores del Sevilla saludan a la afición tras la victoria. / M. G.

Si alguien tenía dudas sobre si el sevillismo tenía ganas de Champions League o no las despejó minutos antes de arrancara el Sevilla-Borussia. El griterío era tal, el himo de El Arrebato se cantó tan fuerte, seguido del «La Giralda de nuestra ciudad...», que el himno de la Liga de Campeones apenas se detectaba por la megafonía. Sonó, claro que sonó, pero el sevillismo estaba exultante tras cinco años sin ver el Sánchez-Pizjuán repleto de estrellas plateadas con fondo azul por todas las gradas.

Estrellas en Nervión. Sin embargo, el césped del Sánchez-Pizjuán pocas veces dejó de tener estrellas en estos cinco largos años. Tantas, que después de pasar por el desierto durante dos temporadas, en las dos siguientes, las dos últimas, se añadieron a las nutridas vitrinas dos trofeos más de la Europa League. Por mucho que el sevillismo le tenga justificadísimo cariño a esta competición, la Champions es otro mundo, lo es todo. Y el Sevilla ya tiene cuatro UEFAs. Era hora del cambio.

Había ganas de ver al Sevilla, a ver si espabilaba o seguía en pleno mes de julio bien entrado ya septiembre. Se la jugaba ante el Borussia. Y se notó. El público vio al fin a un Sevilla reconocible, con hambre, que salió enchufado y concentrado atrás. Y con Sergio Rico, al que el público ovacionó en su primera actuación de la temporada. Había ganas, en general, de ver en qué estado está el canterano tras el dudoso comienzo de Beto quien, sin ser responsable del mal arranque del equipo, no ha despejado las dudas que proyectó la temporada pasada.

Y también, por qué no, había expectación por ver de qué manera reaccionaban en el Gol Norte tras la reprimenda pública que José Castro, presidente del Sevilla, hiciera la semana pasada a través de El Decano Deportivo. Ni un solo insulto y una animación espectacular. De diez. Es verdad que la rivalidad con el Borussia es cero, pero otras veces hubo el típico recadito al eterno rival. No era menester. Es cierto que no hace falta insultar para animar, pero no es menos cierto que la campaña emprendida por la LFP, aunque decorosa, elimina cierta guasa inofensiva de los campos de fútbol. En Europa, la UEFA, castiga duramente los insultos xenófobos, racistas o incluso políticos, algo que por su ausencia histórica en el Sánchez-Pizjuán no debe temer el Sevilla.

Como no debe temer por el mal comienzo de la temporada. Nervión recuperó las estrellas plateadas en las gradas y el Sevilla las suyas de blanco sobre el césped. Lo cual invita a una reflexión de a pie: ¿Qué ha hecho el Sevilla en estos tres primeros partidos de la Liga? Pero esa pregunta la tendrá que hacer olvidar el propio Sevilla el domingo ante el Celta en un partido de esos llamados trampa: buen rival y partido post-Champions. Era momento para el disfrute, para saborear de nuevo la Liga de Campeones, para cantar victoria tras más de un mes sin hacerlo –y fue en un amistoso...–. El momento de volver a ver a un Sevilla súper competitivo... y líder del grupo de la muerte en la Champions.