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Puntito y a los octavos (1-1)

Mal partido del Sevilla en Maribor, aunque logró la clasificación para los octavos de final

06 dic 2017 / 22:31 h - Actualizado: 07 dic 2017 / 00:14 h.
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  • Ganso dispara a puerta en la jugada del gol del Sevilla. / Efe
    Ganso dispara a puerta en la jugada del gol del Sevilla. / Efe

El Sevilla estará por quinta vez en los octavos de final de la Liga de Campeones después de conseguir este miércoles finalizar segundo del grupo E tras empatar en Maribor y ganarle el Liverpool al Spartak de Moscú. Una clasificación sin brillo, porque no jugó nada bien el equipo nervionense en Eslovenia. En el frío ambiente de Maribor flotaba antes del partido que apenas había posibilidades de arrebatarle el primer puesto del grupo al Liverpool y que, por tanto, poca trascendencia real iba a tener el partido del Sevilla ante los eslovenos. Y parece que con esa decepción previa saltó el Sevilla al césped del Ljudski Stadion vtr, pese a contar con muchos titulares. Casi todos. Fue vergonzosa la primera parte del Sevilla, una vez más. Chutó dos veces a la portería del rival y de forma sorprendente: desde lejos y con la potencia de un juvenil (sobre todo Correa). Ayudaba a esa inadmisible mandanga el resultado de Anfield: 3-0 al minuto 19. El Sevilla, salvo milagro, estaba ya clasificado. Eso sí, sin ofrecer ni un solo gramo de ilusión a sus aficionados, pese a la mejoría tras el descanso.

La primera vez que pasó del centro del campo el defensivo Maribor fue gol. Un clásico ya en los partidos del Sevilla. Correa hizo una cobertura de mentira a Escudero, fue ridiculizado por Bajde y el centro de éste lo cabeceó a placer Tavares, que le ganó la partida al otro lateral, Mercado. Los de Milanic estaban muy encerrados (la posesión la dominaban los de Marucci con un contundente 70-30), pero la colocación les bastaba para frenar el juego lento de un Sevilla que sufría sin Banega, perdido entre la vigilancia extrema del Maribor. El enlace con la punta del ataque, Ben Yedder, no existía por voluntad propia: Marcucci (Berizzo) quiso dar descanso a Franco Vázquez y dejar en el congelador a un Ganso que debe andar subiéndose por las paredes por su inexplicable ostracismo, aunque esta vez jugó la media hora final. En un Sevilla sin profundidad en el juego ante un rival amurallado es un crimen prescindir de los recursos del brasileño, un lujo que el Sevilla se empeña en desaprovechar de forma obscena.

El caso es que a ese ritmo, la leve mejoría defensiva del Sevilla se va por el desagüe. El Maribor pudo marcar más, pero Pihler cabeceó fuera por muy poco y Tavares, en un gran movimiento de desmarque dentro del área, remató alto desde el punto de penalti tras asistencia desde la izquierda. Incluso Bohar pudo marcar también, pues recibió cómodamente en el área ante la pasiva mirada de Mercado, pero remató tan flojo como Correa en el otro área. Los movimientos de Ben Yedder no servían para nada a la velocidad a la que jugaba el Sevilla, que no entraba por ninguna de las bandas y que acabó desesperando incluso al siempre voluntarioso Sarabia.

Se llegó al descanso con poco que decidir sobre el pase de ronda, pero sí sobre el orgullo del equipo y el futuro más inmediato, que pasaba por no arriesgar con los tres apercibidos de sanción: Banega, Escudero y Mercado. Pero Marcucci arriesgó y dejó jugando todo el partido a los dos primeros. El guión del choque no cambió: extremo dominio del Sevilla pero sin profundidad, por lo que tuvo que intentarlo casi siempre desde lejos. Sobre todo Escudero, que esta temporada apenas sube por órdenes tácticas y que quiso probar el estado de su pierna izquierda hasta en tres ocasiones desde fuera del área. Dos veces se le fue alta por poco y en la otra obligó a Handanovic a hacer una gran parada pegada al palo izquierdo.

A falta de media hora, mientras el Liverpool se ensañaba con el Spartak, aparecieron en escena dos de los olvidados –Ganso y Navas– y el delantero de más de 20 millones, Muriel. No mejoró en exceso el Sevilla, pero la calidad del brasileño tardó en aparecer pocos segundos, con un pase en profundidad a Ben Yedder que no acabó en nada y un cabezazo que salió fuera por poco. El Sevilla encerraba al Maribor, con cada vez menos fuerzas a pesar de dos tiros lejanos y altos de Bohar. Y un dato lo decía todo al minuto 70: 615 pases sevillistas por 168 de los eslovenos. El partido no ofrecía apenas detalles que dejar en el recuerdo, y el gol del empate del Sevilla fue un ejemplo clarificador: Correa dejó un balón para Ganso en la frontal y éste disparó a la primera, saliéndole un tiro centrado que dejó pasar Handanovic de forma increíble, pegando un barrigazo esperpéntico en el área chica y viendo el balón pasar por debajo cuando lo normal era dejarse caer hacia el lado.

Con el partido igualado, Ganso estuvo a punto de marcar el segundo a pase de Navas. Las cosas del fútbol... Pero ya el marcador no se movería. El Sevilla salvó el partido, se clasificó sin incidencias en los apercibidos y demostró, por enésima vez, que tiene recursos infrautilizados. Una cosa es no apostar por las rotaciones extremas y otra prescindir de la bendita profundidad del armario en zona de ataque. El lunes, el sorteo. Tiene el Sevilla delante una nueva oportunidad de hacer historia en Europa.

FICHA TÉCNICA

Maribor: Jasmin Handanovic; Martin Milec, Marko Suler, Jeane Claude Billong, Mitja Viler; Blaz Vrhhovec; Aleks Pihler (Vrsic, m.79), Marwan Kabha; Gregor Bajde, Damjan Bohar (Hotic, m.90); y Marcos Tavares.

Sevilla: Sergio Rico; Mercado (Jesús Navas, m.69), Kjaer, Lenglet, Escudero; Pizarro, Krohn-Dehli (Ganso, m.59); Sarabia, Éver Banega, Correa; y Ben Yedder (Muriel, m.76).

Goles: 1-0, M.10: Tavares. 1-1, M.75: Ganso.

Árbitro: Ovidiu Hategan (Rumanía). Amonestó a los locales Pihler (m.35), Bohar (m.49) y Milec (m.77).

Incidencias: Partido de la sexta y última jornada en el grupo E de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Ljudski de Maribor, con capacidad para unos trece mil espectadores, que casi se llenó y que tuvo una presencia de unos doscientos seguidores sevillistas. El encuentro se jugó con una temperatura que rondó los dos grados bajo cero. EFE