Reseteo cinco años después

07 jun 2018 / 05:28 h - Actualizado: 07 jun 2018 / 18:43 h.
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  • José Castro (a la izquierda) y Pablo Machín (a la derecha), miran y escuchan a Joaquín Caparrós (en el centro) mientras se dirige a la afición la pasada semana. / Manuel Gómez
    José Castro (a la izquierda) y Pablo Machín (a la derecha), miran y escuchan a Joaquín Caparrós (en el centro) mientras se dirige a la afición la pasada semana. / Manuel Gómez

Dice Joaquín Caparrós, jefe deportivo en el Sevilla, que no hace falta una revolución y que prácticamente el 90 por ciento de la plantilla le vale para el nuevo proyecto. Dicha carta de presentación es compatible con dos aspectos: primero, que el plantel que ofreció un rendimiento tan irregular la ya pasada campaña no es tan malo si encuentra un entrenador acorde a sus características; y, segundo, que el nuevo plan exige sacar el máximo rédito posible a los descartes, que los habrá y que no pueden ser devaluados públicamente. El caso es que el Sevilla de José Castro y Caparrós sí plantea un borrón y cuenta nueva. Escondido, pero real. Como ya hicieran José María del Nido y Monchi en 2013 con indudable éxito.

Hace cinco temporadas, los dos exitosos exdirigentes del Sevilla diseñaron un plan a tres años basados en volver a la esencia de conformar una plantilla con hambre, evidente sabor nacional y con un futuro prometedor (algunos como Vitolo, Jairo o los descendidos Carriço y Mbia provenían de la Segunda, mercado que ahora no está ni mucho menos descartado). A dicho extremo llegaron tras dos años de fracasos que enguyeron a Marcelino y a Míchel en el banquillo y que derivaron en fichajes extraños y sin rendimiento.

Aquello fue un reseteo en toda regla: salida o venta de estrellas que ya lo habían dado todo (Navas, Negredo, Medel, Palop), oportunidades de negocio (Kondogbia) y descartes que enfilaron la puerta de salida en consenso con el entrenador elegido para la resurrección, Unai Emery (Spahic, Botía, Cicinho, Manu del Moral, Babá, Stevanovic...). El espectacular acierto de Monchi, principalmente con el fichaje más importante siempre, el entrenador, derivó en un adelanto de resultados: pocos meses después el Sevilla estaba levantando su tercera Europa League en Turín, a la que le seguirían dos más.

En 2013 Del Nido y Monchi ejecutaron 13 fichajes. En 2018 Castro y Caparrós quizás no lleguen a tanto, pero sí que habrá notables cambios en una plantilla cara y con integrantes de dudosa regeneración, tanto económica como deportiva. La intención no es otra que aligerar la carga, esto es, reducir el plantel a 22 jugadores para así darle sitio a la cantera (tres o cuatro promocionados del filial), otra de las armas tradicionales que el Sevilla quiere desenterrar. Para ello Caparrós está diseñando junto a Machín los pilares fundamentales del nuevo equipo. Pese a no meterse en la Champions, las necesidades de vender del Sevilla no son como en otros veranos, por lo que de momento cuenta con jugadores que podrían acabar saliendo tras hipotéticas e irrechazables propuestas: Nzonzi, Lenglet, Sarabia o Ben Yedder.

Los puestos a reforzar están claros: portero (Sergio Rico está destinado a salir), delantero centro rematador (¿Bast Dost, del Sporting de Portugal?) y dos centrales (¿Lejeune, del Newcastle?).Carriço y Pareja también tienen el cartel de transferibles. Pero ni mucho menos son los únicos puestos a cubrir. Hay jugadores en el alambre que quiere ver Machín en los primeros entrenamientos y un Mundial de por medio que podría cambiar muchas cosas.