Sampaoli, toma tu cruz y sígueme

El entrenador del Sevilla FC llegó en junio a Nervión hablando de pelear por todo y contra todos. Muchos dudaron de si haría olvidar a Emery. Hoy el sevillista aclama a su nuevo profeta

25 dic 2016 / 21:25 h - Actualizado: 26 dic 2016 / 08:00 h.
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  • Jorge Sampaoli.
    Jorge Sampaoli.

Con una mirada inundada de humildad, un atractivo libro de estilo bajo el brazo y con la enorme responsabilidad de mantener el nivel de éxito de su antecesor, Unai Emery. Así aterrizaba a finales de junio en Sevilla Jorge Luis Sampaoli (Casilda, Argentina, 1960), entrenador que triunfó en Chile y que enamoró a Monchi en su primera cita. Un flechazo en toda regla que ha extendido a las gradas del Sánchez-Pizjuán en pocos meses, prácticamente desde el primer partido de la temporada –curiosamente perdido por el Sevilla en Noruega–. En un nuevo año repleto de éxitos en el club nervionense, pentacampeón de la Europa League bajo la batuta de Emery, la figura de Sampaoli emerge como el indiscutible personaje de 2016.

Sampaoli es de esos entrenadores que van más allá de un banquillo, que dejan marcada la tierra por la que pisan y que convencen al personal con la seguridad que emana de su discurso. También llegó a la selección chilena con el enorme cometido de curar la depresión generalizada que había provocado Marcelo Bielsa, su referente. El de Casilda acabó campeonando con La Roja y dejando un vacío en Chile aún mayor que el de su compatriota. Ahora Sampaoli está cambiando pensamientos y conceptos muy arraigados en Nervión.

El club hispalense trata de repetir los éxitos recientes rompiendo en parte con el pasado. Un giro de tuerca, como explicó Monchi. De la casta y el coraje del Sevilla de Emery al fútbol hecho arte y filigrana con Sampaoli, profeta del amateurismo, la nueva fe de cada vez más sevillistas. El término pasa por aunar el espíritu de quien juega por amor y lealtad, sin contaminaciones. «Tenemos un escudo que defender y hay que entrenar la límite para defenderlo al límite, como si jugaran los propios hinchas». He aquí el primer mandamiento del amateurismo.

La historia de Sampaoli es la de quien vuelca en los banquillos sus ganas de triunfar en el fútbol tras haber pasado por el césped sin pena ni gloria. En el Sevilla, pese a tener referencias claras sobre su forma de ser, no hay día en el que no deje con la boca abierta a alguien. Es diferente hasta en las conferencias de prensa: sin excusas, sin egoísmos, sin voz elevada y bajo esa mirada de genio tímido ante los focos.

Sampaoli es un cruce de filosofías, las de Marcelo Bielsa y Pep Guardiola, al que le une Juanma Lillo, su segundo al mando. «Atacar y someter al rival, sea cual sea éste», reza otro de los mandamientos amateuristas. Muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando Sampaoli hablaba de aplicarlo en una Liga dominada por Real Madrid, Barcelona y Atlético. Ya hemos visto al Sevilla ganar a éste y dominar a los dos grandes pese a caer derrotado. Rebeldía desatada.

«No escucho y sigo». Frase grabada a fuego en las tablas de la ley del amateurismo y en uno de los brazos de Sampaoli. Los sevillistas ya sólo escuchan a su entrenador, que hizo caso omiso a las primeras críticas y que no sólo ha conseguido convencer a la parroquia nervionense, sino a sus jugadores, los discípulos de Sampaoli.

Cuentan las sagradas escrituras amateuristas que nada más llegar a Sevilla, Sampaoli le habló a las gentes de pelear por todos los títulos. Cuando las risas cesaron, el de Casilda permaneció serio, extrañado. No hizo falta más: en ese momento casi todos comprendieron que aquello iba en serio. El resto, como Santo Tomás, está ahora dispuesto a meter el dedo en una llaga que muestra al Sevilla, tras rozar la Supercopa de Europa, planeando un bonito pulso por los cuartos de la Champions mientras sigue con paso firme en la Copa del Rey y aguanta el ritmo de Madrid y Barça en la Liga.

Este 2016 dejará mil recuerdos, pero a pocos se les olvidará que fue el año en el que el amateurismo llegó a Sevilla de la mano de Jorge Luis Sampaoli, quien desde el púlpito de Nervión insiste cada domingo: «Toma tu cruz y sígueme».