Todo llega y todo pasa

CONTRACRÓNICA. Tras dos largos meses llenos de salidas, llegadas, ilusiones y desilusiones a partes iguales, el balón volvió a rodar en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Ni Lopetegui quiso perderse el estreno oficial en España y el nuevo ciclo en Nervión, que requiere de paciencia.

15 ago 2016 / 00:07 h - Actualizado: 15 ago 2016 / 01:45 h.
"Fútbol"
  • El RSP lució un ambiente espectacular para abrir la temporada. / Manuel Gómez
    El RSP lució un ambiente espectacular para abrir la temporada. / Manuel Gómez

Ya lo dijo el maestro Serrat. En esta vida «todo llega y todo pasa». Pasó el éxito de la campaña anterior, pasó el verano, las vacaciones rodeadas de chiquillos, los traspasos, y las promesas. Pasó todo para dar entrada a la nueva temporada. Comenzó un nuevo ciclo en Nervión de la mano de Sampaoli. Llegaron los abrazos de reencuentro, los brindis con cerveza en los alrededores del Sánchez-Pizjuán, llegaron los jóvenes y llegaron los veteranos, llegaron con mucho calor –tal y como advertían los enviados especiales de Cataluña en la previa- y con un gran ambiente.

Nadie se lo quiso perder. Ni siquiera el nuevo seleccionador Julen Lopetegui. Llegaron los equipos a Nervión antes de que el coliseo sevillista, con un semi-lavado de cara donde lo más llamativo se quedó en el exterior, abriera sus puertas alrededor de las 21.00 horas. Entonces, como era de esperar, llegaron los cánticos. El pequeño aficionado que, acompañado de su padre, se atrevía a preguntar a los periodistas por los onces, alucinó cuando el bombo de la grada empezó a sonar. Entraron los aficionados, aterrizaron los periodistas y sólo quedó, a falta de escasos minutos para que el reloj marcase las diez, el verde y un grito al unísono: «No pueden con él». Los ídolos en el Sevilla también pasan y anoche se despidió el hijo pródigo de la carretera de Utrera: José Antonio Reyes. Tras el emocionante prólogo y con el abecedario rojiblanco entonado, llegó el primer partido de la temporada, comenzó el primer partido del curso en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

El aficionado, que en estos casos se suele vestir de cronista y entrenador, ya tenía sus primeras conclusiones tras la primera parte. «No chutamos a portería. Así no vamos a llegar a ningún lado, hay que hacer cambios y meter dos o tres que estén frescos», explicaba un aficionado antes de girarse hacia los medios allí presentes, con los que intercambió sensaciones. Tras el descanso, llegaron los goles y las protestas, los cánticos con sorna y las lecciones tácticas desde la grada. Tras el descanso, el verdadero fútbol, el de la gente, el de la grada, el fútbol de Nervión. Pero ya se sabe lo efímero del tiempo, tal y como llegó el tan esperado partido, se fue. Se marchó con sabor a derrota, con el paladar amargo. Otra vez con la sensación de que pudo ser algo más.

«¡Te lo dije, que nos quedásemos en la playa!», le decía una señora a su, presumiblemente, marido con un toque irónico al finalizar el partido. Pasó, se fue la primera noche del proyecto Sampaoli en Nervión. Quedará la vuelta para remontar. Tuvo que ser Joan Manuel, catalán de pura cepa, el que lo advirtiese: «todo llega y todo pasa». Sin embargo, al contrario que Serrat, este equipo, a pesar del tropezón inicial, se ha empeñado en seguir persiguiendo la gloria. Además, por si fuera poco, tiene algo que nunca pasa: un público detrás que, por suerte, volverá a responder. El sábado, ante el Espanyol de Reyes, y tras pisar el Camp Nou en busca del milagro, volverá el balón a rodar en Eduardo Dato.