Una semilla en la antigua Babilonia

Nace la escuela Antonio Puerta en Bagdad gracias a Ahmed al-Hashimi, un iraquí seguidor del Sevilla FC y que la ha creado sin apenas ayudas

09 feb 2017 / 22:50 h - Actualizado: 10 feb 2017 / 10:30 h.
"Sevilla FC"
  • Ahmed, a la derecha, junto a uno de los técnicos y varios de los niños de la escuela.
    Ahmed, a la derecha, junto a uno de los técnicos y varios de los niños de la escuela.
  • Ahmed, en el centro, posa con otros dos ayudantes y varios chiquillos.
    Ahmed, en el centro, posa con otros dos ayudantes y varios chiquillos.
  • Ahmed, a la izquierda, observa cómo uno de los entrenadores da instrucciones a un niño.
    Ahmed, a la izquierda, observa cómo uno de los entrenadores da instrucciones a un niño.
  • Un chico da patadas al balón con la equipación del Sevilla.
    Un chico da patadas al balón con la equipación del Sevilla.

La globalización, entre múltiples consecuencias negativas, ofrece de vez en cuando ventanas por las que se cuelan historias que merecen ser contadas. El Sevilla Fútbol Club se ha hecho en este siglo XXI mundialmente conocido por su resurgimiento como equipo grande en España tras décadas malditas y por su bestial irrupción en el fútbol europeo, ámbito en el cual su presencia era testimonial. Resurgir, un verbo que anhela un país como el actual Irak, cuna de míticas civilizaciones milenarias y que busca construir un futuro ilusionante tras años de dictaduras, guerras y podredumbre y un presente de terrorismo, invasión de refugiados sirios y venganzas cainitas constantes. Entre los que sueñan con el progreso se encuentra Ahmed al-Hashimi, aficionado al fútbol y cada vez más ferviente hincha del Sevilla.

El nombre de Ahmed, funcionario del gobierno iraquí, se hizo un hueco en las conversaciones de muchos sevillistas cuando en el verano de 2016 creó un equipo de fútbol en Bagdad al que puso de nombre ‘Sevilla Irak FC’ y que juega en torneos amateur. Pero ahora ha ido un paso más allá y ha puesto en marcha la denominada ‘Escuela Antonio Puerta’, donde recoge a decenas de niños cuya pasión por el fútbol necesitaba un padrino. «La apertura de la escuela ha sido esta semana y lleva el nombre de Antonio Puerta porque se trata de un símbolo para mí y para toda la familia sevillista», reconoce a este periódico Ahmed, quien lleva años empapándose de sevillismo desde que despertara su amor por el Sevilla hace casi 15 años, antes del boom de 2006: «Fue viendo varios partidos por televisión, pero en especial uno ante el Real Madrid que acabó 4-1, creo que fue en 2003. Aquella manera de jugar tan atrevida, divertida y con un jugador como Reyes me hizo convertirme en sevillista. Es un equipo que mezcla esa manera de jugar tan bonita con la pasión de sus seguidores y la forma de animar».

La escuela, cuyo nombre es el mismo que la oficial que el club de Nervión tiene en la carretera de Utrera, ha arrancado acogiendo a 40 niños de diferentes edades. Todo gracias a la voluntad altruista de Ahmed, que aporta económicamente lo que puede y que apenas recibe ayuda más que de amigos en Bagdad. «No tengo ayuda, hacemos lo que podemos. No es fácil comprar tantas camisetas del Sevilla y menos con ingresos tan limitados, pero me siento más que orgulloso», explica el protagonista, quien reconoce que no ha pedido nada al Sevilla y que le encantaría visitar el Sánchez-Pizjuán, pero lo impiden diversos problemas con el visado.

Como podrán imaginar, Ahmed no se rinde a la primera –«soy sevillista...», recuerda oportunamente con orgullo– y se las ingenió para ver a su Sevilla sin entrar en España. ¿Cómo? «En 2015 reuní dinero y con la ayuda de un amigo me fui a Rusia para ver el partido del Sevilla contra el Zenit de San Petersburgo», recuerda el fundador y director de esta escuela que luce el escudo del Sevilla a los pies de las ruinas desde donde se descolgaba una de las maravillas del mundo antiguo. A 4.500 kilómetros de Nervión, donde el blanco y el rojo se hacen poco a poco hueco entre los de los equipos de la Premier League y los dos colosos españoles, Madrid y Barcelona. «Todos los de la escuela sienten ya simpatía por el Sevilla, de eso me encargo yo», explica Ahmed, quien supera un último obstáculo: el reto de apoyar a un club europeo tras los graves atentados a peñas madridistas en 2016. «Es verdad, pero ¿por qué vamos a tener miedo?», reflexiona este funcionario iraquí que ha sembrado en Bagdad una semilla roja y blanca que promete florecer.